miércoles, 4 de julio de 2018

El mundo al revés: ahora la víctima es Correa

  en La Info  por 
Negar que Rafael Correa haya dirigido el secuestro de Fernando Balda o sostener que ese operativo fue hecho sin su conocimiento o consentimiento es algo que las estructuras correístas no sostienen para defender a su caudillo. No parecen interesadas en hacerlo.  No, la inocencia de Correa en el secuestro a Balda no es una bandera que el correísmo esté blandiendo ahora que se ha extendido orden de prisión en su contra. La estrategia es clara: lo que importa es posicionar la idea de la persecusión política y fijar en la opinión el concepto del lawfare, un término que usa la izquierda regional para hablar de los procesos judiciales que los líderes emblemáticos de esa tendencia enfrentan por casos de corrupción.
El argumento central para defender a Correa, y que se expresa en miles de mensajes en redes sociales es, más o menos, el siguiente: el ex presidente es un hombre bueno que ha luchado contra las elites y las fuerzas imperialistas. Lo que ocurre ahora es que hay un complot internacional orquestado por los poderes fácticos en el Ecuador para acabar políticamente con Correa. “La venganza de los poderes fácticos se ha consumado con apoyo del gobierno entreguista, denunciamos un claro proceso de persecución, desinstitucionalizaron el país para la judicialización de la política”, escribió por ejemplo en su cuenta de Twitter el asambleísta correísta Franklin Samaniego, minutos luego de conocida la decisión de la jueza Camacho.
Durante los minutos y las horas posteriores al anuncio de la decisión de la jueza, fue evidente el esfuerzo que hubo en redes hubo para tratar de posicionar el término del lawfare, un concepto que el mismo Correa está usando para referirse a los procesos judiciales que por casos de corrupción se siguen en contra de Lula da Silva, Dilma Rousseff o Cristina Kirchner.  Segun el lawfare,  líderes como esos y el mismo Correa están siendo perseguidos por un aparato de justicia secuestrado por la derecha que está vengándose de ellos.
Si se observa los mensajes que aparecieron en Twitter luego del anuncio de la medida, es evidente que todo un operativo en redes sociales fue activado para posicionar el término de lawfare no solo en el Ecuador sino toda la región. Mensajes de usuarios en Brasil, Chile o Argentina, en los que se condenaba la orden de prisión en contra de Correa, aparecieron de forma masiva acompañados de la etiqueta #lawfare. En casi ninguno de ellos, sin embargo, se intentó negar la existencia del delito de secuestro por el  que se acusa a Correa. “El lawfare contra los ex presidentes progresistas está minando la seguridad y legitimidad jurídica de los estados”, sostuvo un usuario anónimo mientras que Juan Pablo Arévalo, del movimiento correísta Maná, dijo que la orden en contra de Correa es una “clara persecución política a @mashirafael”.
Las estructuras que manejan falsas cuentas o “troll centers” del correísmo, que se dedican a crear atmósferas en redes, también se alinearon con el tema del lawfare y de la persecución política. Un usuario de Twitter, por ejemplo, dijo que la negativa que hubo (porque llegó tarde) para que Ricardo Patiño pueda entrar a la sala de la Corte Nacional de Justicia donde la jueza tomó su decisión estaba relacionado, también, con el lawfare.
La estrategia de posicionar en la opinión el concepto del lawfare está alineado asimismo con la presentación del caso de Correa que hizo el Instituto de Pensamiento Eloy Alfaro, dirigido por el asambleísta correísta Pabel Muñoz, ante el Lawfare Institute que, si se ve con atención, es un organismo fundado y dirigido por los abogados de Lula da Silva, ahora en prisión. Como no podía ser de otra manera, el Lawfare Institute acogió el caso de Correa para su análisis y pronunciamiento. Y nadie duda de cuál será su decisión.
La estrategia de la victimización en contra de Rafael Correa en el caso de Fernando Balda tiene un problema que se llama credibilidad. Durante años el aparato de poder de Correa utilizó la justicia y el Estado para perseguir a opositores y críticos, como en el caso de Balda. Pretender hacer aparecer a Correa como la víctima, en este caso donde está muy claro quién fue el afectado, no será seguramente una tarea sencilla. Aunque seguramente servirá para buscar y justificar un asilo en otro país.

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