Publicado en abril 2, 2016 en La Info por José Hernández
Lenin Moreno prosigue su partida de ajedrez en el interior de Alianza País. Lo demuestra la carta que, con fecha 30 de marzo envió desde Ginebra a Doris Soliz, secretaria Ejecutiva de Alianza País. El pretexto es comentar el “avance de las conferencias ideológicas” que las directivas de Alianza País examinaron, el 31 de marzo, con Rafael Correa en Quito.
¿Dónde está el juego? Alianza País tiene en Moreno un cuadro con buenas cifras en los sondeos. Mejores que las de Correa quien, en privado, no lo traga. Soliz y una parte del aparato tampoco lo ven con buenos ojos. Moreno quiere la candidatura y sabe que una parte del aparato lo apoya. Pero sabe también que ese movimiento, como está, es impotable electoralmente. Quiere cambios (la mayoría de forma como se verá) para, eventualmente, conducir una campaña en la que pueda incluir dos elementos clave para él: continuismo y renovación.
El juego es este: Moreno estira la cuerda midiendo las palabras para no romperla. El aparato –correísta en alto grado– finge no necesitarlo pero, por ahora, le es indispensable. Moreno finge estar lejos, pero no se pierde la movida de una silla en Alianza País. El aparato correísta no lo quiere pero lo mantiene en Ginebra y pide sus comentarios sobre el derrotero a seguir, las orientaciones que marcarán la acción del próximo gobierno…
La carta de Moreno responde a ese statu quo que irá cambiando conforme avancen la crisis económica, el desgaste político de Correa, las definiciones dentro de Alianza País y el calendario electoral. De esos factores dependerán los términos de negociación –o ruptura– de Alianza País con Moreno. Y los acuerdos –o desavenencias– entre él y Correa.
En la nueva carta, Moreno ni cita ni alude una sola vez al gigante de América, como bautizó al Presidente. Se mueve con sagacidad milimétrica en tres terrenos: el militante de Alianza País, el posible actor principal de una batalla futura y el renovador que quiere someter el correísmo a una liposucción. Solo eso.
El militante habla de la ventaja que representa para Alianza País “partir de un país transformado por la revolución”. País con “escuelas, hospitales, carreteras, energía limpia” y una enorme autoestima. Esto es central “para la continuidad y permanencia de la revolución ciudadana”. En la carta da por sentado que el “Estado ha instalado una estructura sobre la cual corresponde actuar al sector privado”.
El posible actor principal reclama “una visión nacional sobre los grandes desafíos estructurales y soluciones integrales” sobre empleo, salud, educación, sector fiscal. Quiere que sepan las necesidades sentidas en cada cantón, cada parroquia y provincia. También de los actores sociales y políticos: mujeres, pueblos y nacionalidades, personas con discapacidad, jóvenes, campesinos, amas de casa, médicos, servidores públicos… Quiere que el movimiento conozca y comprenda sus demandas y les ofrezca respuestas. Quiere, en definitiva, “una carta de navegación, una mirada y comprensión nacional de lo que el país requiere (…)”. Moreno pide evaluar las elecciones seccionales de 2014. ¿Por qué perdieron las grandes ciudades, dónde se consolidaron, qué fallas hubo al escoger los candidatos? Pregunta lo que debe ser Alianza País. ¿Superar la lógica de partido? ¿Verse como un movimiento que abarque las fuerzas progresistas del país? El posible actor es, en realidad, un precandidato que pide lo que se necesita en una campaña: datos, cifras, lista de necesidades hasta por parroquia y definiciones.
El renovador reclama una visión autocrítica e ideas innovadoras. Este punto lo muestra profundamente conforme y leal a la esencia misma del correísmo. Algunos de sus partidarios dirán que es táctico, pues sostienen que él quiere inaugurar la era postcorreísta. En la carta, sin embargo, no sugiere siquiera un cambio en la estructura jurídico-institucional. No hay crítica alguna al autoritarismo. Por supuesto, habla de una “ciudadanía corresponsable, actora y deliberante”. Pero se entiende que es frente a ese poder autócrata, envolvente y mistificador del cual fue vicepresidente durante seis años.
Moreno habla de cambios. Pero tras casi diez años de un poder concentrado, persecuciones, organismos de la inquisición activos y un ejército de trols, sus propuestas se antojan cosméticas. Habla de una cruzada de formación política “que no debe ser entendida de ninguna forma como adoctrinamiento”… Él piensa más en una “entrega de elementos de análisis e información para que los ciudadanos actúen de manera consciente e informada”. No se pregunta cómo harán los ciudadanos frente a un Estado concentrador e instituciones que ocultan información o la camuflan y un aparato de desinformación como el que armó y usa Correa. De todo ello, no dice una palabra.
Moreno habla de que “el poder popular solo se construye y se consolida con una sociedad informada, educada, responsable y consciente”. Pues no. El poder popular, ahora se sabe por experiencia, es lo que han querido hacer durante diez años y por eso han buscado convertir la sociedad en masa militante, adoctrinada, odiadora y dependiente del Estado administrado por el correísmo.
Para el ex vicepresidente no es excluyente la visión del Estado metido en todo y el de una sociedad con mayor protagonismo. Pues sí. Le basta con mirar lo que pasa en el país. Y estar en Ginebra debería facilitarle la tarea. En ese marco, inquieta leerlo cuando dice que no han logrado “llevar elementos inspiradores suficientes para cambiar el Yo interior de nuestro pueblo”. Poner la carga del cambio en el “Yo interior” suena bien en las iglesias. En la vida pública es un pésimo augurio. Más aún cuando sugiere “llevar la revolución a cada ciudadano”. Y hacerlo con solidaridad, corresponsabilidad, alegría y amabilidad. Da escalofrío.
Por lo demás (acuerdo nacional por el empleo y la producción; evaluar las políticas de la Amazonia…) no hay nada nuevo. En sus propuestas no asoma autocrítica alguna por el modelo económico del gobierno al que sirvió y al cual sigue atado precisamente por sus responsabilidades en la pérdida de empleo, recesión, déficit comercial… etc.
Moreno juega ajedrez dentro de Alianza País. Su carta muestra, no obstante, que tampoco él tiene la nueva guía de navegación del correísmo sin Correa. A lo sumo les propone una liposucción. No el extreme makeover con que algunos partidarios suyos lo promueven.
Foto: Presidencia de la República.
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