sábado, 23 de abril de 2016

No a la leña del árbol caído

MAURICIO POZO CRESPO


Desde hace más de 9 años, en múltiples artículos, se insistió en la importancia de ahorrar para enfrentar de mejor forma momentos de crisis como una baja del precio del petróleo o un problema de la naturaleza.Hoy en día, ambos casos se han presentado. El precio del crudo cayó a un tercio del que se registró los años anteriores y fuimos víctimas de un terremoto espantoso que provocó, además de la destrucción de ciudades, la pérdida de vidas humanas. La recesión que el país ya sufría desde el 2015, se profundiza el 2016, al punto de estimarse por parte del FMI una reducción del PIB del 4,5% con una caída similar del 4,3% el 2017. Ahora, con todas las secuelas del terremoto del 16 de abril, se anticipa una profundización de la recesión con más desempleo y subempleo. No se trata de refregarle en la cara al Gobierno sus errores de política económica, pues hoy más que nunca hay que sacarle al país de la crisis y apoyar a nuestros compatriotas con el esfuerzo de todos, gobiernistas y críticos del régimen, pero sí es saludable refrescar la memoria de algunos. Hay que recordarles que el Ecuador pudo tener ahorrado cerca de USD 10 000 millones por el alto precio de petróleo frente al establecido en los presupuestos fiscales, lo que nos habría permitido sortear tanto la crisis de la baja del precio de petróleo como los efectos económicos del terremoto, pues jamás se podrá recuperar la vida de las personas que hoy ya no están ni el dolor de sus familias. En un clima recesivo, la recaudación de impuestos cae. Por lo tanto, aumentar tributos en recesión rinde poco y daña bastante. Contrae más la economía y alimenta el desempleo y subempleo. En ese sentido, muy probablemente el resultado final de esta nueva reforma tributaria no genere los recursos previstos. El IVA cayó 20% entre enero y febrero de este año frente al 2015. Los impuestos a las utilidades se presentan pero cuando hay utilidades. Mucho me temo que con la caída de las ventas el 2016, las utilidades de las empresas en su mayoría van a ser pérdidas, con lo que la recaudación no va ser importante. Pero lo de fondo es aclarar que los impuestos trasladan recursos del sector privado al público, por lo que la masa de dinero sigue siendo la misma. El país necesita una inyección fuerte de capital del exterior. Para eso, requiere de un programa económico sólido, que brinde confianza y baje sustancialmente el riesgo país. La ciudadanía ya no confía que los recursos recaudados del país ni los provenientes de exterior vayan adonde deben ir. El aporte de un día de sueldo puede ser mucho más si es voluntario pero manejado fuera de las manos del Gobierno. Se perdió la confianza y sin ese ingrediente poco o nada puede promover el oficialismo. ¿Y la austeridad? No dijeron nada. ¿Venderán medios de comunicación con esa ley? Nadie comprará. Otra vez la factura solo en la acera de enfrente. Están cosechando lo que sembraron. Columnista invitado

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