domingo, 3 de abril de 2016

Ecuador vs. Colombia

Francisco Febres Cordero
Domingo, 3 de abril, 2016 - 00h07


¡Ay!, la semana se nos aguó con la pérdida de la Tres, por Tri goles a uno. ¡Qué bestia, es que de la decepción ya no sé ni lo que escribo! De la Tri por tres goles a uno, quise decir. ¡Qué baldazo de agua fría!, como decimos los analistas, a quienes no nos queda sino analizar la causa de tan apabullante resultado.
Verán: Lo primero que me llamó la atención fue el instante en que el director técnico de la Tri hizo conocer la alineación. Los jugadores que se llaman Walter, Enner, Anthony, Washington, Jefferson, Alexander, Michael y Frickson se apocaron porque creyeron que el excelentísimo señor presidente de la República se iba a burlar de sus nombres, tal como lo hizo en una sabatina con los de los manabitas. O sea entraron a la cancha con la moral en el piso, como decimos los analistas.
Pero se deprimieron más al saber que al colombiano le llaman equipo cafetero y al nuestro, en cambio, equipo expetrolero. Eso desencadenó lo que, académicamente, se conoce como crisis. Anímica, pero crisis.
En el banco, ¡qué pena que me dio!, se quedaron sentados los suplentes, con cara de estar sin trabajo. Pobres. Becarios creo que son toditos. A los titulares también les afectó el uniforme que ya no era el de la Tri sino solo el de la Bi, porque en su camiseta azul con amarillo faltaba el rojo, que es el símbolo de la sangre de nuestros héroes y ante eso, su juego fue más bien insanguíneo, anémico, pálido.
Después, apenas comenzado el partido, cuando los ecuatorianos traspusieron la línea fronteriza de la media cancha y pisaron terreno colombiano, en lugar de buscar la pelota corrieron a preguntar a los colombianos dónde podían comprar licores, cigarrillos, llantas, comida, papel higiénico, ropa, medicinas, y eso creo que les desconcentró bastante.
Ya en el desarrollo del partido, hubo algo todavía más grave que disminuyó el rendimiento de nuestros jugadores. El rato en que el árbitro detuvo el partido para que se fueran a hidratar, nuestros seleccionados, que estaban cansadísimos, tomaron las bebidas que les daban y toditos hicieron muecas y escupieron porque allí solo había agua, sin gota de dulce porque el azúcar dizque engorda y es mala para la salud. En cambio, los colombianos tomaron bebidas energizantes edulcoradas y ¡qué partidazo que jugaron!
Otra cosa que afectó mucho a nuestros muchachos fue la imposibilidad de ejecutar tiros libres durante todo el primer tiempo. Se les veía tímidos, asustados. Es que ellos seguían al pie de la letra las indicaciones del excelentísimo señor presidente de la República, quien prohíbe tirar libremente mientras no tengan título universitario, por lo menos, y nuestros muchachos no creo que tenían. Por suerte, en el medio tiempo el técnico le ha de haber dado a Michael Arroyo un phd honoris causa y por eso hizo un golazo. De tiro libre.
En el desarrollo del partido hubo algo que evidentemente no funcionaba: los pases. Pero eso no era culpa de ellos sino de la policía porque allí han sabido cobrar por los pases y los de la Tri creyeron que a ellos también se les aplicaba esa norma y, para que no les cobren, fallaban. ¡Qué desastre!
En lo único que estuvimos buenazos fue en conseguir tarjetas amarillas: cuatro a uno ganamos. (O)

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