Por: Alberto Ordóñez Ortiz
La noticia es fresca. Aún huele al vino para consagrar las grandes ocasiones. Y. No es. Para menos. La revista “El Observador” acaba de cumplir tres lustros de servir a la comunidad cuencana y nacional. Verdaderas bodas celebradas entre las noticias, los sesudos comentarios y los lectores. El circuito comunicativo que tal situación comporta es el que da permanencia a todo Medio de Comunicación. Sin esa interacción. No hay medio que sobreviva. No leerlos. Significa. Su obligado velatorio. Perseverar. Y Perseverar. Sin que jamás se olvide. Que siempre hay un espacio para superar –por más alto que sea- su nivel de desarrollo. Humildad para entenderlo. Y. Humildad para portarlo como una enseña. Un Escudo. O. Un himno.
De allí que mantenerse tres lustros en la palestra
–como lo ha logrado “El Observador”- constituye un hecho casi inédito. Porque
las revistas usualmente no pasan del primer número. Una suerte de maleficio.
Parece condenarlas a su pronta. Desaparición. Debemos asumir entonces que. Sólo
la vocación periodística auténtica de Director y colaboradores. Es la que
sostiene su complejo y denodado quehacer. A condición de que sea la excelencia
la que la sustente. Sumada a una conciencia y juicio crítico. Que no admita
otra concesión que la de su compromiso con su Pueblo.
Y. Desde luego. La exigencia por la pronta
aparición del número venidero. Sea porque sus visiones conmueven. Encandilan.
Y. Mantienen, firme la expectativa colectiva. Verdadero punto de encuentro de
los actores que intervienen en el evento: comunicadores y lectores. Para que
sólo así la Revista o El Diario de que se trate. Se convierta en el Pan Nuestro
periodístico que sacie la avidez informativa que nos asiste. Cuando el Medio –
para el caso la Revista- consiguen un emblemático primer plano frente a la
jueza suprema: La Opinión Pública.
Tomar el pulso a la noticia. No es asunto sencillo.
Por el contrario. Exige que la calidad sea su hilo conductor. Seleccionar los
eventos que concitan el interés público. Darlos la prioridad que exigen. Y.
Desde luego. Desarrollarlos. Bajo Márgenes. Excepcionales. Transparencia.
Confrontación entre las fuentes. Para evitar así. Su direccionamiento e
imparcialidad. Que. Debe mantenerse a ultranza.
La comunicación. En suma. Debe ser libre. Diversa.
Participativa. E incluyente en todos los ámbitos de su interacción social. “El
Observador” bajo la profunda visión y cosmovisión que caracterizan al
Licenciado Jaime Cedillo, su Director. A su preciada experiencia y vocación
periodística. A su talento superior para ejercer con decantada soberanía un
periodismo comprometido y de alto vuelo. Al que le sobra el virtuoso coraje
para criticar sin vacilaciones a todo actor social. O. Evento que lo merezca.
Que su Paradigmática huella. Y. El valioso aporte de sus colaboradores.
Continúe siendo –como la de otros contados Medios- el paradigma que marque la
senda periodística a seguir.
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