El ataque a la prensa
y a los periodistas no oficialistas es una de las tareas más ingratas que
cumple en el Ecuador el Presidente Rafael Correa Delgado. Cada semana, en las
hogueras sabatinas, que se difunden a nivel nacional por varios medios de
comunicación (radios y televisoras), con más de tres horas de duración, Correa
muestra imágenes y videos de medios y
periodistas que, según su criterio, han faltado a la verdad, han desinformado,
han manipulado los datos oficiales y las declaraciones de funcionarios
públicos, para afectar los intereses del gobierno de la “revolución ciudadana”.
Y se ha referido a esos medios y periodistas en los peores términos para
menoscabar su prestigio y su honra. Sus colaboradores han expresado que lo que
dice su líder en respuesta a los ataques que recibe de esa “oposición”
malintencionada, es simplemente defenderse y contraatacar porque está en su
pleno derecho. Inclusive, llegaron a decir que Correa tiene esa potestad porque
es un costeño frontal.
El autor de esa peregrina explicación fue nada más que
quien presidió la Asamblea Nacional en el último período legislativo. Será por
eso que el Presidente le pidió que deje de ser “padre de la patria” y pase a
dirigir a la gallina de los huevos de oro, o sea el Instituto Ecuatoriano de
Seguridad de Seguridad Social. La gente del pueblo se sigue preguntado: qué
mismo será, ¿premio o castigo?. El tiempo lo dirá…
Volviendo al asunto
que más nos preocupa a los periodistas y comunicadores que nos gusta hacer un
trabajo serio todos los días, en beneficio de la gente, principio y fin de
nuestra misión, a los que no estamos involucrados en los grandes negocios de
las telecomunicaciones, en la minería a gran escala, ni en los suculentos
contratos petroleros y otras vainas, en el reparto de la riqueza nacional; sino
en informar la verdad cueste lo que cueste y toque a quien toque. Los
periodistas y medios que cumplimos honestamente con la labor más digna del
mundo, que defendemos la libertad de expresión las 24 horas del día y los 365
días del año, nos duele ver cómo el país es víctima de ajustes de cuentas entre el Presidente Correa
y los poderosos medios de comunicación, con la gran prensa que se dice libre y
democrática.
Conocemos el
principio pero desconocemos el final de esta
triste historia que nos ofrecen por capítulos, como una de esas tontas
telenovelas de mal gusto a que nos tienen acostumbrados la televisión nacional,
incluida la incautada con sus programas de narcotraficantes, sicarios, crímenes
y prostitución, que se transmiten en horarios estelares (de mayor sintonía).
Si antes que no había
ley se persiguió, demandó y sentenció a periodistas y medios, como Cristian
Zurita y Juan Carlos Calderón, por haberse atrevido a escribir un libro donde
se dice que el Presidente sí conoció de los contratos de su “Gran Hermano” con
el Estado; el caso de Diario El Universo y de su exeditor de opinión, Emilio
Palacio, forzado a radicarse en los Estados Unidos; ahora, con la reciente Ley
de Comunicación aprobada mayoritariamente en la Asamblea Nacional y ejecutada
sin reparos por Correa en la última sabatina (sábado 22 de junio), con bombos y
platillos, qué nos espera…?. La ley mordaza será aplicada sin contemplaciones. Los
prepotentes, los intolerantes, los déspotas, los corruptos, están de fiesta, se
acabó la libertad de expresión, el periodismo de investigación descansa en
paz. Sólo falta que el mucamo de la TV
incautada sea designado como el gran superintendente, el regulador, el verdugo
de la prensa privada. Hasta la victoria siempre.
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