domingo, 29 de junio de 2025

 Zamora y Lloret se enfrentan al "pelotón de fusilamiento" del Tribunal Contencioso Electoral.

"Inducir al voto a favor de una determinada preferencia electoral, promover aportes económicos hacia una candidatura u organización política y usar o permitir la utilización de recursos públicos para dichos fines".
Por Jaime Cedillo F.
El Tribunal Contencioso Electoral procesa dos denuncias por infracción electoral grave, en contra del alcalde de Cuenca, Cristian Zamora, y del Prefecto del Azuay, Juan Lloret.
La denuncia, con las respectivas pruebas, fue presentada por el doctor Juan Esteban Guarderas, exconsejero del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, quien lleva adelante, junto con su equipo profesional, un trabajo cívico con el propósito de que se sancione a las autoridades públicas en funciones, que utilizaron recursos del Estado, para promocionar a sus candidatos mediante ruedas de prensa y desde las tarimas, en plena campaña electoral.
En el caso del alcalde de Cuenca, Guarderas señaló que Zamora convocó una rueda de prensa para apoyar la candidatura de Yaku Pérez a la presidencia de la república: exhibió los vídeos, mismos que han sido adjuntados a la respectiva documentación. Y, por su parte, dijo, el Prefecto del Azuay, se subió al tablado para invitar a los ciudadanos a votar por su coidearia Luisa González, para la presidencia de la república.
Lloret organizó en Cuenca el cierre de campaña con un festival de música, con la participación de un grupo llamado "La Mugre", que tuvo la insolencia de lanzar una serie de ofensas en contra de los ciudadanos "anticorreístas", a los que llamó florindos hijos de la gran puta. Claro, los insultos se pagaron con fondos de la Prefectura del Azuay.
Lloret, personaje ultracorreísta, se subió a la plataforma, tomó el micrófono, irrespetando el Código de la Democracia, mediante un fogoso discurso azuzó a los presentes a votar por su candidata de la RC, y saludó a su compañero y amigo, prófugo de la justicia, condenado a prisión, Rafael Correa Delgado.
En los dos casos, Guarderas manifestó que son infracciones electorales graves, que deberán ser sancionadas por el Tribunal Contencioso Electoral, con la destitución de los transgresores, para sentar un precedente, de una vez para siempre, caso contrario, el país seguirá siendo testigo de violaciones al Código de la Democracia, y eso no se puede seguir permitiendo en un país que está cansado de los actos de corrupción que cometen a diario, los que están llamados a dar ejemplo de respeto y honestidad, o sea, las autoridades de elección popular y todo funcionario público.
Lamentablemente, las alcaldías y las prefecturas, se han convertido en las "gallinas de los huevos de oro", en donde se arman todo tipo de atentados en contra de los bienes públicos, a vista y paciencia de la Contraloría General del Estado, que mira de reojo el brutal saqueo de los sagrados dineros de la Patria, emitiendo, cuando le conviene, alguna auditoría con glosa e indicios de responsabilidad penal, que con el paso del tiempo, termina diluyéndose, sin resultados, y los responsables siguen campantes haciéndose los oros, repartiéndose todo lo que pueden con una serie de artimañas "legales", mofándose de todos, llenando sus bolsillos, mientras las ciudades y provincias esperan con los brazos cruzados las obras prometidas en campaña, que nunca llegan, o si llegan son direccionadas con sobreprecios, y de mala calidad, que no duran ni siquiera el período para el que fueron electas.
Zamora y Lloret, personajes que se han ganado con creces la antipatía del pueblo, por sus desacertadas actuaciones, por su papel de bufones, han tratado de menospreciar las acusaciones del exconsejero Guarderas, diciendo que no le conocen, que no tienen tiempo de atender; sabiendo que no deben dar explicaciones al denunciante sino en el pleno del Tribunal Contencioso Electoral, que esperamos actúe con la ley en la mano, sin dedicatorias, ni contemplaciones, sancionando como debe ser a quienes se permiten dilapidar recursos con cinismo y alevosía.
Los cuencanos y los azuayos de bien, que miran con desprecio prácticas nauseabundas, que observan cómo la corrupción penetra y carcome las instituciones de servicio público, esperan que las injusticias sean castigadas, que los responsables sean sancionados, porque a los "demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad".
"La intolerancia, la estupidez y el fanatismo pueden combatirse por separado, pero cuando se juntan, no hay esperanza".
El Observador

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