lunes, 23 de junio de 2025


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El Técnico de Vidrio: Cómo el correísmo sigue dirigiendo CELEC disfrazado de neutralidad.
En Ecuador, la palabra “técnico” se ha vuelto una máscara cómoda. Bajo esa etiqueta se han reciclado cientos de funcionarios formados y bendecidos en la década del correísmo, quienes hoy, sin mostrar camiseta partidista, continúan moviendo los hilos del poder institucional. El caso del actual gerente general subrogante de CELEC EP, Gustavo Rafael Sánchez Íñiguez, lo deja al desnudo.
Sánchez presume de un perfil profesional con 16 años de experiencia en el sector eléctrico. Pero el calendario no miente: ingresó en 2008, cuando el país ya estaba sumergido en el monopolio institucional del correísmo y cuando Jorge Glas—hoy preso por corrupción—manejaba a placer el sector estratégico, desde la energía hasta las telecomunicaciones.
En esos años, CELEC no era un espacio para la técnica neutral. Allí no entraba nadie si no tenía el guiño político adecuado. Los concursos eran una fachada, las decisiones se cocinaban en la cúpula, y la supuesta meritocracia solo servía para legitimar nombramientos decididos por lealtades, no por capacidades.
Entonces, ¿cómo ascendió Gustavo Sánchez sin que nadie lo señalara como opositor, ni como estorbo para el proyecto correísta? Simple: jugó el juego del silencio, la obediencia o el colaboracionismo institucional. Porque si algo caracterizó al modelo Glas-Correa fue su capacidad para blindar sus redes de control con “técnicos de confianza”, esos que firmaban los contratos, dirigían los proyectos y callaban ante los sobreprecios, las coimas y el desfalco estructural.
Hoy, en 2025, Sánchez emerge como “el técnico idóneo” para liderar CELEC. ¿Y quién lo respalda? La ministra (e) Inés Manzano, parte del gabinete de transición que insiste en gobernar con “perfiles técnicos”, aunque en la práctica esto signifique sostener a los mismos cuadros que fueron cómplices funcionales del mayor saqueo institucional del país.
Llamarle “técnico” no lo hace inocente. No lo deslinda de su trayectoria. No lo blinda del pasado. Porque en Ecuador, los verdaderos técnicos fueron silenciados, marginados o exiliados. Los que sobrevivieron y prosperaron dentro del sistema no lo hicieron por méritos, sino porque fueron útiles al régimen.
Hoy más que nunca, urge desenmascarar a estos “técnicos de vidrio”: frágiles ante el escrutinio, transparentes cuando se les confronta, pero parte integral de una maquinaria de poder que sigue operando, aunque se vista con corbata y título de cuarto nivel.

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