miércoles, 15 de febrero de 2023

 

¿Quién tumba a quien primero?

  
LECTURA DE 4 MINUTOS

Atareadas están sobre todo las asambleístas. Señoras como Viviana Veloz, Mireya Pazmiño, Marcela Holguín, Pamela Aguirre, Yeseña Guamaní… Están embaladas fabricando un informe que debe servir para tratar de destituir al presidente de la República.

Todo es bueno. El amasijo de suposiciones puesto a circular por el ex secretario Luis Verdesoto; muy felicitado por esas damas. Un informe de la policía antinarcóticos archivado por la Fiscalía hace casi un año. Un audio que a nadie le importa quién lo grabó ni quién lo filtró. Cualquier cosa que dé cuerpo a un documento predecible desde antes de instalarse la comisión ocasional creada dizque para investigar la corrupción en el sector eléctrico.

Qué afanosas y qué obcecadas se les nota. Con una capacidad alucinante para hacer decir a los documentos lo que no dicen y colegir sin importar hasta dónde tuercen hechos o versiones. Guillermo Lasso será declarado culpable de lo que sea: provocar una conmoción interna, atentar contra la seguridad del Estado, traición a la patria…

Esto, con más o menos circo, se puede dar por hecho. Es parte del libreto ya ensayado infructuosamente en la Asamblea con motivo del informe forjado sobre los Pandora Papers. Hay otra variable: fabricar una “conmoción social” tras, por ejemplo, la movilización indígena de junio 2022 (montada pieza por pieza), y pretender calzar el conjunto en una causal prevista en la Constitución para sacar al presidente. En claro, todo el mundo sabe hacia dónde están corriendo las aguas agitadas por los golpistas de todo pelambre. Pero hay problemas en ese campo que son interdependientes y que, a la postre, neutralizan el factor sorpresa. Y, de pronto, la operación en su conjunto tan chabacanamente preparada.

Es claro que los golpistas pueden encontrar una causal que parezca constitucional y lograr sumar, en el papel, 92 votos. Pero el contexto político no es el mismo para todos. El correísmo está dispuesto a presionar a Lasso para que decrete la muerte cruzada. Es el único partido que cree contar con cuadros y organización para encarar ahora la campaña para presidente y asambleístas. Sus resultados en las seccionales le hace pensar -como dicen los franceses- que deben forjar el hierro cuando está caliente. Ellos creen que este es el momento.

Ese mismo factor es disuasivo para las otras fuerzas políticas. El socialcristianismo salió apaleado de las seccionales y requiere tiempo para recomponer sus líneas. La Izquierda Democrática está dividida y no tiene figuras presidenciales. Pachakutik está fragmentado y sus asambleístas saben que no todos volverán a su curul si hay elecciones. Por eso, no hay unanimidad en su posición. Marlon Santi no quiere saber nada de lo que él presenta como una bronca entre poderes. Salvador Quishpe quisiera que se fuera Lasso y, se entiende, fuera reemplazado por el vicepresidente. Algunos del ala más radical parecen caminar al ritmo de Mireya Pazmiño. Algunos independientes se pegarán al correísmo…

El problema será, entonces, encontrar 92 votos y encaminarlos en una misma estrategia. Muchos asambleístas querrán hacer cargamontón contra el presidente, pero los incentivos y el momento político pueden ser radicalmente diferentes para los partidos y movimientos. Un elemento es insoslayable: el presidente tendrá tiempo para ver venir los eventos y podrá impedir que se junten factores explosivos, como el golpe que prepara la comisión ocasional y la eventual movilización sobre Quito que podría decretar, en días, la Conaie presidida por Leonidas Iza. En todo caso, si se siente amenazado Lasso golpeará primero y es claro que el único elemento que tiene a su alcance es decretar la muerte cruzada.

Reacio a esa medida, él ha tenido algunas veces en la gaveta del escritorio presidencial ese documento listo para estampar su firma. Usarlo esta vez sería una medida defensiva que, en el peor de los casos, le proporciona unos meses más de gobierno y, sin la Asamblea, la posibilidad de gobernar por decreto. Curiosamente, la extrema debilidad presidencial otorga a Lasso un factor disuasivo que podría aguar la fiesta a los golpistas.  


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