Alicia Miranda
de Parducci
¿Libertad en
las redes?
Es increíble
que, justamente después del debate tan rico de las últimas semanas sobre el
derecho a la libertad de expresión, se anuncie la aplicación de leyes para el
control en las redes sociales.
Reprimir, amenazar, cohibir a los
ciudadanos que quieren expresar sus críticas a los gobiernos de turno parece
ser una práctica conveniente para intentar mantener engañado al pueblo y hacer
prevalecer la propaganda oficial.
No lo entiendo, no lo acepto… Porque
la opinión que otro tenga de mí… no debería afectarme o dañar… al contrario,
podría ayudar y hacerme reflexionar para proponerme mejorar en lo que soy
criticada o para reflejar una mejor imagen si hay errores de apreciación.
¿Cómo puede concebirse la actividad
política sin críticas, sin comentarios, sin opiniones, sin bromas, sin el
sentido del humor propio de nuestra idiosincrasia ecuatoriana y latinoamericana
con las figuras públicas?
Todos somos seres políticos y hacemos
política cuando comentamos lo que nos gusta o no, lo que estamos de acuerdo o
no, lo que creemos que está mal o pésimo…
¿Cómo puede un gobierno saber lo que
agrada o no a los ciudadanos si impone silencio o temor a las represalias?
Es muy importante para un líder
conocer lo que piensan sus opositores, incluso sus seguidores que también tienen
derecho a discrepar cuando no aprueban decisiones puntuales.
Puede ser que no sea agradable, que
no guste para nada, que haya insultos, improperios y groserías en las redes…
Sí, tal vez no sea siempre un discurso de altura el que se utiliza para criticar.
Pero ese es el espacio de desahogo… Es la tertulia moderna… y si se censuran
estas formas que las autoridades consideran ofensivas… entonces el intercambio
entre fans y opositores se termina y por ende la posibilidad de mejorar un
criterio, de enderezar una intención o proyecto.
Según mi opinión, el poner límites,
amenazar, demandar reprimir o hacer abortar ideas y pensamientos contrarios
esconde una actitud de miedo… de inseguridad… El que está seguro de sí mismo…
de su integridad y coherencia no tiene miedo de ser criticado, aunque duela… e
incluso calumniado porque su vida demuestra lo contrario.
Por supuesto que es más gratificante
tener la aprobación total… pero si en la propia familia muchas veces no ocurre,
en la política es imposible.
Resulta absurdo reprimir las voces
discordantes, aunque desentonen o sean gritos de impotencia, ignorancia de las
realidades, de incomprensión o simplemente de antipatía personal.
Los posibles excesos en el uso de la
libertad de expresión en las redes no justifica la intención de coartar la
necesidad y el derecho al intercambio en estos medios.
Lamentablemente, muchos se excusan en
los ejemplos provenientes de la autoridad.
Imponer silencio, miedo, es herir de
muerte a lo que resta de democracia y la forma perfecta de generar bombas de
tiempo al reprimirse ideas y sentimientos…
¿Por qué no convertirlas en espacio
de discusión y respeto también entre contrarios, deponiendo el orgullo, sin
creerse intocables o perfectos…? (O)
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