martes, 29 de octubre de 2013

La Ley es la Ley



Por: César Ricaurte
Maravillosa, simplemente, la primera foto de todos juntos, Consejo de Regulación y Superintendente de Información: el hasta antes de ayer académico perdido en sus devaneos, la funcionaria plantando cara al carpetazo que entregan en ese acto, los inquisidores menores al Gran Inquisidor. El mismo que repite y repite la sentencia que es su propia perdición: "la Ley es la Ley".
Es el mantra de Carlos Ochoa, el personaje que salió para dar rostro a una Ley de Comunicación de naturaleza orwelliana, tal como se lo recordaron a Fernando Alvarado en la Universidad de Columbia. Y es un mantra que, como solían decir los psicoanalistas de viaja escuela, funciona como un síntoma de la verdadera enfermedad.

Porque la Superintendencia de Información podrá constar en la Ley de Comunicación, pero no tiene sustento constitucional ni legal y menos aún legitimidad.
A la "La Ley es la Ley" de Ochoa se debería contestar, entonces, con un "La Constitución es la Constitución". Y preguntarle, ¿cómo se puede hablar de legalidad desde una institución que se creo violando todos los procedimientos parlamentarios? ¿Cómo se puede hablar de legalidad desde una Superintendencia por la cual no votó el pueblo ecuatoriano, que no se debatió en recinto parlamentario ni la discutieron asambleístas, ni constaba en ninguna recomendación de los organismos internacionales de protección de Derechos Humanos?
¿Con qué legitimidad se puede hablar de que "la Ley es la Ley" cuando existen recursos que la Corte Constitucional no se digna siquiera tratar? ¿Con qué legitimidad se puede aplicar una Ley que el Gobierno no tiene la valentía de someter a una opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos?
¿De qué legalidad puede hablar un Superintendente cuyo nombramiento se hizo con un proceso viciado de insconstitucionalidad, pues en los artículos de la Ley de Comunicación que se introdujeron al apuro se "olvidaron" de establecer los requisitos que debe cumplir el Superintendente para ser electo, tal como lo establece la Carta Magna?
En fin, la Ley es la Ley es un principio que se debería aplicar a sí mismo el Superintendente y, entonces, veríamos que cualquier cosa que juzgue, va a estar contaminada, justamente de inconstitucionalidad e ilegalidad.
Tres fantasmas persiguen a los señores de la foto que retrata a la Censura del Siglo XXI: inconstitucionalidad, ilegalidad, ilegitimidad.
Porque a estas alturas, el Consejo, también ha dado muestras de que en palabra, obra y omisión está dispuesto a socapar todas las violaciones legales que provengan del Régimen y a castigar severamente la más mínima desviación de la plana que con caligrafía disciplinada y "responsable" deben hacer los medios privados para salvarse del purgatorio.
Solo que, al final del día, los fantasmas seguirán ahí para recordarles quiénes son. Nada más.

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