Diario HOY
El superintendente de Comunicación e Información, Carlos
Ochoa, ha pedido a la presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira,
que este organismo le conceda, mediante una reforma legal, la jurisdicción
coactiva al organismo que dirige. De esta manera, la Superintendencia que
maneja Ochoa será la oficina encargada de controlar y establecer las sanciones
económicas que la ley contempla y, al mismo tiempo, será el juez de coactivas
que cobrará estas multas con un procedimiento que se caracteriza por su
agilidad. El controlador y cobrador, reunidos en una sola figura.
Se trata de una atribución más, de las tantas que ya tiene el
nuevo funcionario para controlar el trabajo de los medios de comunicación del
país. Un funcionario, que nace, hay que recordarlo, de la creación de una
Superintendencia por parte de la Ley de Comunicación, cuya existencia no fue
debatida a fondo en las amplias discusiones que dentro y fuera de la
Legislatura se dieron por este tema. Una Superintendencia que surgió
prácticamente de la noche a la mañana. Por esa razón y otras más, se han presentado sendas
demandas ante la Corte Constitucional para que se tramite el juicio
correspondiente que analice a fondo, las bases constitucionales en que se
ampararon las voluntades de los legisladores que aprobaron esta ley. O si, como
reza en los argumentos de estas demandas, se está yendo en contra de los
principios constitucionales que este mismo Gobierno aprobó en Montecristi.
La Corte Constitucional, a propósito, todavía no da trámite a
estas demandas, que deberían, por lo importante del tema, tener una atención
urgente. Ha ocurrido todo lo contrario.
En este escenario, aparece el pedido del Superitendente que
considera imprescindible la facultad de tener una jurisdicción coactiva, para
iniciar de inmediato la aplicación de la Ley Orgánica de Comunicación. Como se
dijo antes, con la imposición de multas indiscriminadas se consuma la teoría de que los medios de
comunicación ofrecen un servicio público, cuando siempre se ha sostenido que
más bien satisfacen un derecho que tienen los ciudadanos, como es la libre
información. Esa diferencia sustancial no ha sido tomada en cuenta por la Ley
con la intención de juzgar el trabajo de los medios de comunicación y
castigarlos con la imposición de multas que terminarán afectando gravemente la
continuidad de su trabajo.
El ahora
Superintendente de Comunicación es una persona que ni siquiera ha cuidado antes las formas en su clara animadversión a
los medios de comunicación independientes. Este pedido de más facultades, esta
vez de cobro, solo devela su apuro por comenzar su tarea. La Asamblea debe
meditar a fondo si le concederán todos sus deseos.
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