viernes, 16 de diciembre de 2022

 

POR: Johanna Muños FAlconí

Publicado en la Revista El Observador (edición 125, octubre de 2021) 

 


Cultura en Cuenca y sus tonalidades: la sombra naranja
De todas las actividades que se realizan en una urbe, siempre se ha subrayado el potencial en torno al arte y la cultura que posee la ciudad.

De un tiempo para acá la gestión pública al respecto se ha tornado bastante difusa a pesar de que existen políticas públicas claras y por tanto presupuesto a nivel del GAD Municipal de Cuenca, así como de la Casa de la Cultura y de la Coordinación Zonal 6 del Ministerio de Cultura y Patrimonio que funciona en las oficinas del Complejo Pumapungo.

En la administración municipal de Cuenca correspondiente a los años 2014-2019 se desarrolló un Plan en el cual se consideraba a la cultura como Cuarto Eje de Desarrollo Sostenible (en referencia a los ODS que responden a la agenda internacional 2030 de las Naciones Unidas), por la misma época apareció la Cuenta Satélite de Cultura (CSC) en el Ecuador cuyo primer estudio se dio en el año 2012, según el Sistema Integral de Información Cultural con el aval metodológico del Banco Central del Ecuador se estableció al año 2007 como punto de inicio para el análisis de la Cuenta Satélite; y el Ministerio de Cultura y Patrimonio para el 2015 difunde los resultados en torno a que la cultura habría aportado al PIB el 1,1n el 2007.

Con la naciente Ley Orgánica de Cultura se establece el Sistema Integral de Información Cultural (SIIC), para armar la Cuenta Satélite del Ecuador se toma al igual que otros países de la región andina los lineamientos del Convenio “Andrés Bello” y el Manual Cuentas Satélite de Cultura; son  considerados los sectores Artes Escénicas, Producción audiovisual, Libros y Publicaciones Producción y Edición Musical, y en el Ecuador se suman Artes Plásticas y Visuales, Creación literaria musical y teatral, Diseño y Formación artística.

A nivel pragmático el Ministerio empezó a difundir esta información a través de diferentes talleres impartidos en la Casa de la Cultura o en otras instituciones que están bajo su tutela;  también se convocó a varias mesas temáticas; la clasificación descrita en el párrafo anterior es aplicable también a las categorías de las diferentes ediciones de los Fondos Concursables que han ido evolucionando a través de los años y se han mantenido a cargo a las instituciones del Sistema Nacional de Cultura, ya sea el IFAIC (Instituto de Fomento para las Artes, Innovación y Creatividad) o el ICCA (Instituto de Cine y Creación Audiovisual).

La Cuenta Satélite de Cultura es una herramienta que generó una ruptura en el modo de como el Estado se involucraba con la producción artística así como de la circulación y difusión de contenidos culturales; el Ministerio de Cultura debía alimentar los indicadores de dicha cuenta y también fue una obligación para los GADs municipales sumarse a dicha labor; ya para el año 2017 y 2018 se volvió urgente que las actividades del GADs en ese ámbito empiecen a arrojar resultados que no defrauden, ya que la meta siempre fue la de superar a ese 1,1 el PIB del 2007; la premura por alcanzar ese objetivo y la falta de resultados impacientaban a las autoridades en ejercicio quienes tenían que cumplir con un objetivo meta a como dé lugar.

Por esa época se realizaron algunos eventos sumamente pomposos (haciendo referencia a la inversión local versus los resultados obtenidos), a la par empezaron a llegar a la ciudad las propuestas en torno a la promoción de la Economía Naranja, en donde se prometía el desarrollo y el rendimiento acelerado de las propuestas culturales independientes, fue la panacea sobre la que tecnócratas de los diferentes niveles de gobierno podían captar la atención de profesionales y estudiantes de áreas tan disimiles como la gastronomía, manualidades, artes aplicadas, neo artesanía entre otras para poder incorporarlos en las convocatorias apresuradas con un fin de levantamiento de datos más que de generación y promoción de contenidos de calidad.

La versión de Economía Naranja para nuestras naciones nace de una publicación del BID, cuyos autores son Felipe Buitrago e Iván Duque, y aparentemente demuestra cómo el comercio creativo o de “mentefacturas” transformará la economía, según el estudio es un sector que se muestra más estable que el de la exportación de materias primas, pero al fin y al cabo dicho documento a la fecha no es más que un modelo de experimentación que no estaría dando los mejores resultados a nivel de la región, ya que cuestiona a la cultura como un bien público, y en la práctica se están viendo claras muestras de precarización laboral del sector.

Sumado al panorama cabe mencionar la Ley Orgánica de Cultura con múltiples vacíos de orden jurídico, según la cual, mientras por un lado se enumeran y destacan los Derechos Culturales para garantizar el uso y acceso de los servicios culturales, por otro lado, a nivel pragmático-administrativo desde la institucionalidad como menciona en el Art.3 en el literal d, incita a “Reconocer e incentivar el aporte a la economía de las industrias culturales y creativas, y fortalecer sus dinámicas productivas, articulando la participación de los sectores públicos, privados, mixtos y de la economía popular y solidaria a nivel país, como respuesta las autoridades y tecnócratas interpretan la Ley e incorporan la visión de la Economía Naranja para el desarrollo del sector, además de hacer uso de la retórica de generación de empleo y movimiento económico alrededor de ese rubro. Frente a ello y para tratar de estar a la altura de las expectativas, lo que se ha ocultado es que las Cuentas Satélite de Cultura sobre las que se ha levantado permanentemente una línea base de planificación se habrían inflado para ajustar sus indicadores a una lectura más favorable para el proyecto de corporativización de las prácticas artísticas y culturales, por otra parte se han mencionado los aparentes beneficios tributarios para el sector pero no se han considerado, entre otros factores por ejemplo, el cruce de datos entre Ministerio de Cultura (información de los miembros del Registro Único de Actores Culturales), SRI y GADs Municipales, que próximamente se verá reflejado en el pago de patentes municipales.

La interpretación que se dio a nivel ministerial, CCE y de los gobiernos seccionales propendía a la aplicación desmesurada de este modelo; desprender a la producción artística y cultural de su esencia y transformarla en una actividad que requiere extrema premura y resultados solo para alimentar una Cuenta Satélite debió haber encendido las alarmas, tanto como que el Estado a través de la búsqueda de patrocinio de terceros o de le empresa privada (sin una legislación o modelo de tributación adecuado en donde ganen todas las partes) pretende desentenderse cada vez más de su responsabilidad de invertir en la creación, promoción, circulación, difusión y distribución de contenidos de carácter cultural y artístico; es así que la inversión en el área se ve seriamente disminuida, según el Informe en torno al Presupuesto General del Estado del primer semestre del 2020 se asignó un ínfimo 0,28 este rubro (17.19 millones de dólares).

Caso aparte lo constituye la Dirección Municipal de Cultura del GAD Cuenca que en la Proforma Presupuestaria de Egresos para el 2021, en donde aparte del gasto corriente se encuentran entre otros los rubros Contratación de estudios, investigaciones y servicios técnicos especializados (Estudio y diseño de proyectos culturales) por un valor de 1,220,000.00 USD, Servicios generales donde consta el rubro Espectáculos Culturales y Sociales por 500,000.00 USD; finalmente el servicio de Seguridad y vigilancia por 650,090.00 USD, en total para mencionada Dirección se ha planificado para el año en curso el desembolso de 4,158,231.00USD, cuando se ingresan peticiones por Ventanilla Única se manifiesta que no hay recursos para el rubro cultura a nivel de gestión municipal cuando desde unos años a la fecha siempre se han manejado cifras en millones de dólares, la cantidad de inversión  supera por mucho a la Dirección de Áreas Históricas o de Control Municipal.

Con los datos antes descritos es impensable, a nivel local que las autoridades en ejercicio sigan con la estrategia de negación respecto de los fondos que administran, el discurso de transformación de los artistas y gestores en empresarios culturales, así como de las prácticas culturales y su modelo de gestión en empresas convencionales no hace más que dinamitar el sector que poco a poco va perdiendo vigencia, en unos años tocará importar talento, servicios culturales, profesionales de las artes y la cultura porque bajo el modelo propuesto que desde ya es obsoleto,  los profesionales y artífices optarán por dedicarse a otra actividad, mezclar las categorías es peligroso y denota falta de respeto a la especificidad de un sector.

Respecto al RUAC más que como padrón para las votaciones de la Casa de la Cultura es una herramienta que tiene que reactivarse como una plataforma al servicio de sus miembros, cabe recalcar que el proceso eleccionario en la provincia no estuvo exento de cuestionamientos, empezando por la conformación de la Junta Electoral Provincial de la CCE por un lado, así como por la serie de irregularidades que cobijaron todo el proceso, la actual administración que fue  reelegida y permanecerá al frente de la Institución debe asumir que los fondos públicos se deben distribuir más allá de las simpatías y negociación de apoyos en el marco de las elecciones, hacen falta convocatorias públicas masivas para el acceso tanto a la infraestructura así como a los fondos destinados a la provincia (que en el año 2020 fueron de $785,557.00 USD).

Las asignaciones presupuestarias están definidas para cada nivel de gobierno en el ámbito de la cultura y sus competencias; y es responsabilidad de las autoridades saber ejecutarlas con cautela, equidad, responsabilidad y transparencia, más allá del cálculo político y de las modas pasajeras respecto de los colores de la economía que va asignando el BID o cualquier otro organismo internacional, ya que nadie conoce el territorio y sus necesidades mejor que los propios habitantes de una región.

La prestación de servicios culturales desde la institución tiene que responder a dos elementos determinantes, en primer lugar, la atención permanente a los públicos especializados y no especializados y la necesidad de su formación constante y en segundo lugar precautelar los derechos de los creadores, artistas, artesanos, gestores y actores culturales cuyo sector tiene que ser tomado con seriedad, las asignaciones deben ser otorgadas sin importar la bandera o ideología, es impensable que se haya vuelto costumbre el apoyo a iniciativas culturales y artísticas a cambio de votos. Esperamos tener de regreso las convocatorias públicas bajo la modalidad de sobre cerrado para el acceso a fondos estatales y locales, así como la garantía de los procesos de selección, a través de jurados, técnicos y directores de salas de exhibición imparciales, que propendan a la calificación de propuestas bajo un criterio técnico que supere  la imposición de los recomendados por las autoridades de turno, hay que recordar que una disciplina se desarrolla al amparo de la rigurosidad y que sus matices deben responder a la diversidad de las propuestas de todos sus actores.

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