jueves, 8 de diciembre de 2022

 

POR: Andrés Bucheli Peña

 Publicado en la Revista El Observador (edición 123, junio de 2021)

 


La cápsula del tiempo
Las propuestas incoherentes y el carente liderazgo en la toma de decisiones del idílico Burgo Maestre, a más de uno nos ha dejado anonadados, así como a él mismo, cuando ejercía de caballero de la noche y recorría las calles suplicante de una tregua en medio de los escombros, con los gestos particulares de los chúcaros aprendices de la regalada gana, pululante entre la prepotencia y el temor de no saber dónde ubicarse en el tiempo y  el espacio; pues sí, el cargo había caído de sorpresa, y no precisamente como anillo al dedo, más bien monumentalmente grande, y para ser más preciso, directamente proporcional a su desconocimiento.  Evidentemente no le dio tiempo de preparase para el reto que debía afrontar, probablemente tampoco le daba la gana, al menos su actitud de hoy en día, así lo demuestra; no se concedió el espacio, ni se preocupó por reclutar el equipo adecuado para construir un verdadero modelo de gestión, acorde a las necesidades imperantes de la ciudad, al parecer lo que aspiraba simplemente  era darse a conocer e incrementar su popularidad en el mundo del “face”, de hecho este fue el medio que le llevó al palacio de la Alcaldía, pescando además en un río turbulento y contaminado por dos administraciones anteriores, no menos nefastas a la que está siendo la suya; panorama que se debía cambiar con la limpieza total de todo lo que había sido embarrado, pero desde el primer momento dejó notar su ligereza al no contar con el equipo de profesionales probos y verdaderos expertos del más alto nivel para ser concordante con las ofertas de campaña; había iniciado su gestión, traccionando la confianza depositada en él por sus electores y mandantes, resultó que todo lo dicho fueron promesas que se las llevó la crecida del río y se desvanecen en medio de un trayecto incierto para el desarrollo local, un recorrido que además es inclemente con la impericia en la administración pública.

La insensatez y el corrompido ejercicio de la política sí parece haberse encapsulado en el pensamiento de quienes llegan al poder, esto penosamente hace parte de problemática social que vivimos los pueblos latinoamericanos, todas las decisiones tiene el propósito de convertirse en un plataforma marquetera; aún siendo emergentes acciones de gestión para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, cuidar el patrimonio, la naturaleza y los recursos, lo más fácil es hacerse de la vista gorda y salir por la tangente, perpetuándose en la historia de los malos y los pésimos, mientras son desatendidos los procesos de planificación para garantizar el desarrollo sustentable, lo que ha traído consecuencias devastadoras, como lo acontecido en días recientes en el desbordamientos de los ríos por el temporal de inverno. ¿Dónde están las autoridades que permitieron invadir los espacios naturales? ¿Dónde están aquellos que han inobservado las ordenanzas, los reglamentos, estudios, etc.? ¿Dónde están aquellos que han incumplido con el mandato popular? Tristemente siguen en el mismo lugar, desde la atalaya se encuentran inexcusables y de cacería, cambiando de partido, camiseta y función, poniéndose y quitándose el disfraz que se adapte a la circunstancia, para caerle bien al gobierno de turno y alimentar su incesante hambre de poder, y con la misma intensión de siempre, servirse de la función pública, en lugar de hacer de la política una herramienta al servicio de la colectividad, pues forjaron con  estas prácticas el negocio más rentable de los oportunistas de cuello blanco, en tanto el pueblo se mantenga silente y con memoria frágil. Solo cuando ocurren las catástrofes nos quedamos helados, como el manto del páramo alto andino que ante la nesciente mirada de las autoridades, “falaces salvavidas” destruyeron con alevosía, solo entonces nos sentimos agredidos como el patrimonio que frecuentemente es vulnerado en complicidad de la ignorancia característica de los prosélitos administradores al frente de la ciudad del abandono y de un país al garete.

Las circunstancias del presente no permiten que nos mantengamos impávidos,  muchos esperan con afán la toma de decisiones urgentes para afrontar las adversidades a las que nos vemos enfrentados diariamente, para ello se requiere de propuestas coherentes y útiles, pues el fin perentorio de la humanidad en momentos cruciales como el que atravesamos es cuidar la vida, impulsar la reactivación y garantizar la conservación de la naturaleza, en esa armonía esta depositada la esperanza de la nación que reclama un verdadero cambio, lo que se reflejó en las urnas el pasado 11 de abril con el balotaje electoral y que espera verlo consolidado en el tan ansiado cambio de mando presidencial este próximo 24 de mayo, esperemos que el nuevo gobierno conduzca al país por un mejor camino, donde impere la honorabilidad, la ética y la vocación de servicio, para que lo propio se pueda replicar a los gobiernos locales, cuando se haya olvidado definitivamente la pantomima política para pasar a la propuesta técnica planificada con seriedad y responsabilidad, que hoy es inexistente.  No es momento de ideales bucólicos, de romances noveleros;  es atrevidamente inoportuno pretender invertir millonarios recursos en proyectos superfluos que hoy serían inútiles y no tendrían mayor aporte; ahora que es evidente que en el gobierno local no existe determinación, se pretende darle  brillo y color a la deslustrada gestión haciendo propaganda con el nombre de su máximo personero, lo que empaña más todavía la imagen y aceptación del novicio regidor, así fueron inauguradas ciertas obras en honor a su “excelencia”, con ceremonia, placa y rosas que hoy están marchitas,   por supuesto con grandes insolvencias técnicas también, y dicho sea de paso, son proyectos que se han venido ejecutando o han sido  planificados en administraciones anteriores, es decir, seguimos sufriendo al son del mismo pasillo, con diferente paño de lágrimas. Ojalá pudiera entender esto quien funge de administrador de la ciudad, quien pretende mantener la vieja maña populista de figurear con el poder vistiéndole a la moda con barbijo de cuerina sintética; en el realismo mágico donde estima que vivimos, deberá dejar su mejor legado para la ciudad, la cápsula del tiempo en donde reposará para eternas memorias la inoperancia y la incapacidad de servir. 

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