lunes, 20 de septiembre de 2021

 

POR: Gustavo Francisco Morejón

Publicado en la Revista El Observador (edición 124, agosto 2021) 

 


Estamos en guerra, pero no lo sabemos
Por primera vez un fenómeno climatológico Global amenaza la superviviencia de nuestra especie y de muchas especies más.  La batalla para combatir este fenómeno se libra en cada hoja de cada planta.  Nuestros soldados son los árboles y nuestro ejército los bosques.
Beijing, China.  Abril 7, 2006.

Camino por las calles de la ciudad de Beijing bajo un manto gris oscuro que cubre densamente el aire.  Es el año 2006 y la ciudad ni siquiera sospecha que en años venideros una pandemia les golpeará fuertemente.  Sin embargo, todos utilizan una mascarilla para protegerse.  No se trata de una premonición, sino del pesado aire contaminado con CO2 que cubre la ciudad.  Respirar es casi imposible.  El ardor de la garganta y los ojos es indescriptible.  Es tan difícil respirar que decido regresar al hotel y la verdad es que llegué casi sin aire.  El mareo hacía difícil el caminar.  Me acerco a la recepcionista del hotel, quién se apresura a darme un vaso de agua, y le pregunto: ¿Que sucede? ¿Porque el aire está tan raro?  “Es la contaminación”, me contesta con tono de preocupación.  “Nos han notificado que debemos estar dentro de los edificios”.  En ese entonces, el Mundo comenzaba a sospechar que algo andaba mal con el clima del Planeta y ya se hablaba sobre el cambio climático.  Ese año China emitió 6,873,123,300 toneladas de CO2 a la atmósfera, lo que correspondía entonces al 19.22 e las emisiones Globales.
Quito, Ecuador.  Noviembre 10, 2013.

Como asesor especial del Comité de Biodiversidad de la Asamblea Nacional del Ecuador, me reuno con un grupo de científicos y políticos para tratar el proyecto Yasuní ITT, que intenta dejar bajo tierra el petróleo, a cambio de una compensación por parte de la comunidad internacional.  Su intención es el evitar el impacto sobre el cambio climático que tendría quemar ese petróleo.  A pesar de los reclamos bien fundamentados de la academia y de varios países que resaltan la importancia de mantener la vegetación, se declara la importancia nacional de explotar petróleo en el Yasuní.  El fracaso del proyecto me hace pensar que no lograremos controlar las emisiones de CO2 del Planeta.  La concentración de CO2 en la atmósfera va en aumento.
California, Estados Unidos.  Abril 14, 2014

Un incendio ocasionado por las altas temperaturas registradas en los últimos meses, consume cerca de 32.000 acres.  El gobierno de los Estados Unidos declara el estado de emergencia.  Los pobladores de varias regiones huyen ante la posibilidad de ser alcanzados por las llamas.  Los incendios comienzan a expandirse en diversas zonas del estado.  Los análisis del Global Fire Emmissions Database, muestran que los puntos donde se registran los incendios coinciden plenamente con aquellos donde se han alcanzado temperaturas extremas.  Por primera vez, 1500 científicos de todo el Mundo llegan al acuerdo de que estos fenómenos climáticos están ligados directamente a las emisiones de CO2 a la atmósfera y que el cambio climático constituye una amenaza muy seria para el Planeta.
Dongkan, China.  Junio 12, 2015

Un área de 753.000 km² sufre olas de calor extremas que alcanzan los 47.7°C.  Esta es la temperatura más alta registrada en los últimos 272 años.  El centro nacional para el clima de China, atribuye este fenómeno al incontrolable aumento del CO2 en la atmósfera (Ying Sun et. Al, BAMS, 2016).  Se pierden muchas vidas debido al incremento de la temperatura y muchas tierras se convierten en suelos pedregosos dónde es difícil cultivar.  No hay forma de combatir el calor y las personas comienzan a migrar hacia latitudes con menor impacto del calor.
Kitzingen, Alemania.  Agosto 12, 2015

Las calles de Kitzingen lucen casi desiertas.  La temperatura en el aire ha alcanzado los 40.3°C y el reflejo del asfalto hace que caminar sea una experiencia extremadamente desagradable.  Las palomas mueren por el calor extremo y las plantas comienzan a secarse a un ritmo acelerado.  El gobierno Alemán advierte a sus habitantes que es peligroso el salir y recomienda permanecer en sus casas.
Isla Fernandina, Galápagos. Enero 17, 2017

Las Islas Galápagos han soportado un año entero de sequía y los efectos de la falta de lluvias tiene efectos devastadores sobre la flora y fauna del Archipiélago.  Camino sobre la superficie seca y pedregosa de la Isla Fernandina.  La escena que se despliega ante nuestros ojos es impresionante.  El pichón de un piquero de patas azules llora casi sin fuerzas junto al cuerpo de su madre, que falleció bajo el calcinante sol.  El cuerpo momificado de una iguana yace sobre las rocas en una posición que muestra su desesperación ante la falta de agua y alimentos.  Gaviotas, fragatas y otros animales mueren lentamente mientras el sol quema sin piedad toda forma de vida.
Vancouver, Canadá.  Junio 30, 2021

Docenas de personas han muerto en Canadá debido a las olas de calor que alcanzan los 49.6°C.  Los expertos afirman que el cambio climático incrementará la frecuencia de eventos climáticos extremos, como esta ola de calor.  John Horgan, Primer Ministro de la Columbia Británica, declara que esta ha sido la semana más calurosa que jamás haya tenido la ciudad en su historia y que “ha tenido consecuencias desastrosas para las familias y las comunidades”.

Eventos como los que he detallado se dan cada vez con mayor frecuencia.  Ya no se discute el origen del cambio climático.  Ahora conocemos que es la mayor amenaza que jamás haya vivido la humanidad y la causa es el aumento de CO2 en la atmósfera.  Sin embargo, la mayoría de la gente parece ignorarlo.  En el año 2018, las Naciones Unidas advierten que la humanidad solamente tiene 12 años para detener la crisis climática. El 12 de Diciembre del año 2020, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a los países del Mundo declarar el Estado de Emergencia Climática.  Al momento de escribir este artículo, al menos 749 municipios en 16 países diferentes que representan a más de 138 millones de personas han declarado la emergencia climática.   Esto incluye a la Unión Europea, Irlanda, Canadá, Francia, Argentina, España, Austria, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Escocia, Gales, 18 ciudades de los Estados Unidos (entre ellas Nueva York y San Francisco), Suiza, Alemania, Bélgica, Colombia, etc.

Mientras esto sucede, un grupo de multimillonarios busca la forma de llevar a la humanidad hacia otros planetas.  Otro grupo de personas intenta producir máquinas que absorban el CO2 de la atmósfera.  Científicos y conservacionistas intentan desesperadamente proteger los bosques para transformar el CO2 en Oxígeno.  Islandia gasta cientos de millones de dólares para capturar el CO2 e inyectarlo bajo tierra mediante el proyecto CarbonFix.  Un grupo de científicos propone bombardear la atmósfera con aerosoles de sulfato en las capas más altas de la atmósfera para reflejar la radiación solar e impedir el calentamiento de la atmósfera.  Otro grupo busca construir reflectores espaciales que lo impidan.  Una empresa intenta construir placas solares que capturen el CO2 y otras más intentan “pintar” los polos terrestres con pequeñas partículas de color blanco (imitando el hielo polar).  Todas estas iniciativas, con costos que alcanzan varios billones de dólares.

La desesperación de quienes conocen el peligro que representa el cambo climático se contrapone con la actitud de la mayor parte de la población, la cual permanece ignorante frente a la situación.  Los gobiernos siguen concentrados en sus problemas inmediatos y hacen caso omiso de las advertencias.  Ecuador planea explorar lo que le queda de la Amazonía para seguir explotando petróleo, el principal agente del cambio climático.  Esto, mientras la temperatura promedio de los Andes Ecuatorianos ya se ha incrementado en 0.7°C.  Muchas regiones del país comienzan a experimentar climas extremos, entre el calor, el frío y las lluvias intensas, que causan graves pérdidas humanas y económicas.  Se siguen creando iniciativas “para combatir el cambio climático”, que no hacen otra cosa que aprovechar los fondos internacionales existentes destinados a combatir el cambio climático, para incrementar la burocracia e invertir en estudios o proyectos productivos con casi nulo impacto para la mitigación y adaptación frente a este terrible fenómeno.

La batalla contra el cambio climático se libra en cada hoja de cada árbol y cada planta.  Nunca antes en la historia de la humanidad fue tan necesario el conservar los bosques y el arbolado urbano.  Estos seres hacen lo que todas las máquinas que queremos crear con inversiones millonarias harían:  capturan el CO2 de la atmósfera y nos proveen de oxígeno.  Se calcula que son necesarios siete árboles para proveer de oxígeno a cada persona por un año.  La ciudad de Cuenca, donde vivo actualmente, debe tener aproximadamente 600.000 habitantes.  Eso significa que deberíamos tener al menos 4.2 millones de árboles en la ciudad.  ¿Cuantos árboles tenemos en realidad?

Cuando consulté esto con el reconocido botánico, Danilo Minga, su respuesta fue que en el mejor de los casos tendríamos 16.000 árboles.  Al consultar con la CGA en el año 2019, supe que hubo un plan de sembrar 1 millón de árboles en la ciudad y que según dicho proyecto, deben existir cerca de 2 millones de árboles en la ciudad.  En resumen:  no sabemos cuantos árboles tenemos en Cuenca.  Esto nos pone en una situación difícil frente al cambio climático.  Ese mismo año, un grupo de ciudadanos pidió al Municipio de Cuenca tomar el liderazgo y declarar la emergencia climática en Cuenca. Este pedido jamás fue considerado.
Cuenca, Ecuador.  Julio 15, 2021

Son las 8:00 am de la mañana.  La Municipalidad de Cuenca está construyendo una ciclovía que pretende contribuir a reducir las emisiones de CO2 e incrementar la salud de sus habitantes.  Mediante el uso de bicicletas, se intenta mejorar el tráfico en la ciudad y promover el ejercicio.  Escucho afuera de mi departamento la maquinaria que está trabajando junto al hermoso rio Yanuncay.  Salgo a la terraza de mi departamento para ver la obra y no puedo creer lo que mis ojos ven:  “se está removiendo el suelo y afectando a los árboles de la orilla del rio para construir una plazoleta adoquinada”, como parte de las obras complementarias de la ciclovía.  Salgo inmediatamente y en cuestión de segundos estoy frente a la maquinaria tratando de impedir que continúe.  Afortunadamente, las autoridades que llevaban a cabo este proyecto lo entendieron y detuvieron la obra; pero varios árboles sufrieron el embate rabioso de la maquinaria.

Poca gente entiende mi desesperación por proteger el arbolado urbano.  En el año 2019 firmé un convenio con la empresa municipal EMAC-EP para que me permita etiquetar, inventariar y monitorear los árboles de la ciudad.  A pesar de que mi especialidad no es la botánica (soy más bien un ecólogo – entomólogo), me he dedicado desde entonces a llevar adelante el proyecto SAVE.bio, que intenta esclarecer la interrogante de cuantos árboles tenemos, llevar un registro de su crecimiento y construir una herramienta de ciencia ciudadana que nos permita reconciliar a la gente con la naturaleza y comprender el cambio climático.  Si cada persona de la ciudad adoptara un árbol, lo cuidara y lo monitoreara, estoy seguro de que la situación cambiaría. Comenzaríamos a apreciar mejor nuestra biodiversidad urbana y tomaríamos medidas reales frente al cambio climático.

En el año 2020 SAVE.bio estuvo entre los 10 mejores proyectos de ciencia ciudadana a nivel mundial en el Festival de las Ciencias de Berlín (Falling Walls Festival) y ha recibido peticiones para aplicar el sistema en varias ciudades como Quito, Guayaquil, Esmeraldas, Santo Domingo, Portoviejo; así como de diversos países como España, India, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Alemania y Macedonia del Norte.  Actualmente llevo el prototipo en Cuenca y tenemos inventariados alrededor de 4500 árboles.  Un grupo de voluntarios de varias universidades, pasantes de EMAC-EP y ciudadanos independientes, colaboran con el proyecto.

Debemos cambiar nuestra actitud frente al cambio climático.  Si usted piensa que la pandemia causada por el Coronavirus ha sido difícil, déjeme decirle que no poder espirar por culpa de la contaminación ambiental, como narro al inicio de esta historia, es aún peor.  Radio Francia Internacional y la agencia EFE tuvieron acceso, según escuché en estos medios, al último reporte del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC).  Según este reporte, el cambio climático ya es irreversible y no podremos evitarlo.  Quizás algunos multimillonarios logren salir de la Tierra a conquistar el espacio, pero el resto de mortales como nosotros, debemos quedarnos aquí y enfrentarlo.  Lentamente, una nube gris cubre la Tierra y el verde va perdiendo espacio frente a su avance.  Necesitamos urgentemente proteger nuestros bosques e incrementar el arbolado urbano para no perder esta batalla.  Hay que proteger los árboles que nos quedan como si fuera el mayor tesoro sobre la Tierra.  Porque lo es.

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