jueves, 4 de abril de 2019

Moreno golpea a Correa donde cree que más le va a doler

   en Conexiones4P/Elenfoque/Lainfo  por 
Lenín Moreno ha sacado las uñas y ha dejado en claro que está dispuesto a llevar la pugna que mantiene con su ex amigo y antecesor Rafael Correa hasta los albañales más insospechados.
En una rueda de prensa acordada con representantes de la Asociación de Ecuatoriana de Radiodifusión, AER, Moreno se dio modos para golpear a Correa en los terrenos de lo íntimo y doméstico, tal cual como el ex presidente lo hizo en los últimos días con la publicación, realizada por sus incondicionales, de fotografías domésticas de sus hijas y su esposa. Si te metes con mi familia, yo me meto con la tuya: ese es el mensaje que lanzó Moreno durante la entrevista que duró algo más de una hora. Cubierto por una disimulada inocencia, como si no quisiera decir lo que decía, Moreno habló de uno de los episodios tabú en la vida de Correa durante su paso por el poder: el capitán Diego Peñaherrera. Aún cuando los periodistas no le mencionaron, ni siquiera insinuaron nada que tuviera relación con el ex escolta de Anne Malherbe, esposa de Correa, Moreno se dio modos para introducir el tema y lanzar una gravísima insinuación: que la muerte de un paracaidista en 2011, pudo haber estado vinculada con, la que se sabe, fue una conflictiva relación de Peñaherrera con el matrimonio Correa-Malherbe.
“Tantas cosas se decía”, soltó Moreno cuando le preguntaron sobre el gasto social de su gobierno, “que el crimen del paracaidista Zurita, también se decía, que era una causalidad que no se le haya abierto el paracaídas que estaba destinado casualmente a Diego Peñaherrera, que por las casualidades de la vida no se puso ese día ese paracaídas. Y que anteriormente también, qué casualidad, a un capitán tan experto en salto, tan experto que incluso le confiaban el hecho de que salte junto con la esposa del Presidente. Entiendo que tenía mucha experticia en los saltos, entonces a ese también la primera vez no se le abrió el paracaídas y tuvo uno de los compañeros que hacer una maniobra muy especial para poder salvarlo. Se dicen tantas cosas. Se dice, bueno, se dicen tantas cosas realmente”.
Moreno se refirió así a un episodio del que mucho se habló entonces en publicaciones y redes sociales, que eran borradas apenas publicadas por gestiones del equipo de comunicación de Correa y por empresas extranjeras contratadas como Ares Rights. La muerte de Santiago Zurita ocurrió el 4 de diciembre del 2011 en Portoviejo. Zurita era miembro de la Fuerza Aérea Ecuatoriana al igual que Peñaherrera. Antes de ese episodio, Peñaherrera había tenido otro problema con un paracaídas que no se le abrió durante el salto y que, de no ser por un compañero suyo que solucionó el tema, le hubiera costado la vida. El Presidente también habló de ese otro episodio.
Moreno no se quedó en el tema de Peñaherrera. También habló de otros asuntos que, se sabe, son particularmente sensibles para el ex presidente ahora prófugo de la justicia. Por ejemplo, de la revuelta policial del 30 de septiembre del 2010. “Correa tenía que haber tenido más cuidado. Además, ahí se puede incluir a lo mejor un acto de lesa humanidad, de llevar el confllicto al interior de un hospital, cuando podía haberse ido perfectamente a su casa o al Palacio Presidencial. Así armaban las tramas, la trama de Gabela, la trama de Luluncoto, la trama de la muerte del paracaidista Zurita, la trama de la muerte de Quinto Pazmiño, la trama de la muerte de Fausto Valdiviezo (el periodista)”. Y con una calma pasmosa agregó, asimismo como si nada, que “todas son tramas montadas. La trama del secuestro, la trama de la traída de Galo Lara de Panamá, misteriosamente canjeado por un barco que los panameños desesperadamente querían recuperar…”.
El Presidente, incluso, se dio el gusto y el lujo de hacerse a sí mismo la pregunta que ninguno de los periodistas le hizo y que era de cajón: ¿Pero usted no era parte de ese Gobierno? “Sí lo fui y no me arrepiento”, se contestó a sí mismo. Y dijo que mientras él fue Vicepresidente de Correa y luego enviado a Ginebra, la justicia estaba tomada por el gobierno y nada se podía saber como, dijo, ahora sí se sabe.

Lo curioso de las graves insinuaciones que hizo Moreno, es que las lanzó cuando no había ningún motivo aparente para hacerlo. Durante el programa “90 minutos con Lenín”, parecía incluso que los entrevistadores no tenían interés en detenerse en esos temas o que, en su defecto, preferían no intervenir en ellos. Le preguntaron sobre el acuerdo sobre el FMI o sobre la inversión social y Moreno se dio modos para golpear a Correa con temas que le son especialmente sensibles.
A pesar de que sus insinuaciones se refieren a posibles asesinatos, en ningún momento el presidente dijo si su gobierno o él harán una denuncia ante la Fiscalía. La verdadera misión del encuentro con los radiodifusores pareció ser replicar lo que el correísmo y el propio Correa han sacado sobre supuestas vinculaciones de Moreno con una empresa offshore y las publicaciones que se han hecho de fotos de él y su familia en circunstancias privadas. Es evidente que Moreno y su equipo de comunicación montaron un escenario para contragolpear a Correa y a sus operadores que, en forma abierta, están promoviendo la caída del gobierno. Si para ello hay que recurrir al mismo tono, la misma clase de contenidos que ellos usan y los mismos mecanismos, así será: ese fue el mensaje.
Horas después del contragolpe hecho por Moreno, Rafael Correa no había respondido. Aunque en sus cuentas de redes sociales refutó algunas de las cosas dichas en la rueda de prensa, no habló sobre las alusiones a los temas más personales o delicados como el del 30S, el capitán Peñaherrera o, incluso, el del despegue de una avioneta vinculada al narcotráfico desde la explanada de la proyectada y nunca construida Refinería del Pacífico.
Moreno pudo haberse adjudicado un punto en la disputa, pero colocó el nivel del debate en un albañal del que le será difícil salir.

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