lunes, 4 de diciembre de 2017

Moreno tiene ases bajo las mangas

  en Columnistas/La Info/Las Ideas  por 
Detrás de la vista de la gente, detrás del escrutinio de la prensa, allá en las sombras, encubiertos y clandestinos arman truculentas estrategias para controlar el poder, manipular instituciones, aprovecharse de los dineros fiscales. Lo que muestran es una fachada, un montaje, teatrinos de títeres. En un audio, Eduardo Mangas, Secretario General de la Presidencia, ha revelado el forcejeo oculto entre Correa y Moreno para defenderse de las puñaladas, traiciones y maniobras para conservar y usufructuar ilegítimamente del poder.
Mangas ejerce un puesto parecido al de Jefe de Gabinete, que en la misma forma que actúo Vinicio Alvarado, no da la cara, no se somete a entrevistas; si no fuera por esa grabación, intencionalmente filtrada, ni siquiera su voz se podría identificar. Moreno ha criticado hasta en exceso a su predecesor y mentor. Ha sido prolífico en discursos. Lo que dice Mangas, sin embargo, parece demostrar que es solo una estrategia para ganar la batalla de poder a Correa, y no, como muchos creen, una decisión de trastrocar fundamentalmente el torcido correísmo.
Los hechos se parecen a los dichos de Mangas. Convocar al diálogo para no ceder en nada. Suena chinesco para calmar a un bebé. Una forma de engaño para que nada cambie. ¿Qué es lo que no quieren ceder? El control político de la sociedad? ¿El control político de los medios de comunicación? ¿El control sobre todos los organismos del Estado, subyugados a la agenda político-electoral del gobierno?
Aun cuando una porción de la oposición no ha entendido que el foco de la atención política debe centrarse en que se haga la consulta y se gane, la expectativa general es que a partir de ese triunfo las cosas cambien. Pero, ¿realmente van a cambiar? Persiste la duda por la imprecisa agenda política de Moreno y su deficiente equipo de operadores políticos. Y por la ausencia de voceros que hagan saber las intenciones, proyectos y dificultades que enfrenta el gobierno, que deben responder a las dudas y preguntas sobre esas intenciones, proyectos y dificultades. Mangas debería estar disponible para requerirle sobre lo que dijo y por qué lo dijo.
El Consejo de Participación Ciudadana transitorio ¿estará integrado por personajes que ofrezcan confianza, o será solo un cambio de dueño? La evaluación y eventual cambio de funcionarios que son electos por ese Consejo, ¿servirá para reemplazarlos por personas honradas e independientes del poder político, o para se designen a leales con Moreno? O, ¿será que Moreno conduce al país a una consulta para desmontar lo que le estorba de la herencia correísta? ¿Tendrá la sociedad civil espacio para proponer y participar en la designación de los miembros del Consejo transitorio y de los reemplazos de funcionarios de los organismos del Estado?
En 2007 una oleada de voluntades confundidas por el ofrecimiento del cambio, en andas elevaron a Correa y le entregaron poderes omnímodos para refundar el País. Cosa similar sucedió en 2011, menos voluntades pero las suficientes para entregar a Correa poder omnímodo para apropiarse legalmente –pero ilegítimamente– de la administración de justicia. Aparte de los personajes, cuyo talante es diferente, con el resultado de la consulta, ¿vamos a entregar a Moreno poder omnímodo para que organice el Consejo Electoral, el Consejo de la Judicatura, tribunales y juzgados; designe Contralor, Fiscal y superintendentes? La pregunta está formulada para que eso pueda suceder. Y podría suceder, pues quienes rodean a Moreno, son, no obstante las discrepancias tácticas y su deseo de marcar distancia con la corrupción correísta, parte de un proyecto político que presupone su viabilidad en el largo plazo, a partir del control del aparato estatal. Lo que se oye decir a Mangas, ayuda para formular esta conclusión.
Excepto del correísmo, que exuda cinismo al proclamar que se produjo un golpe de Estado, el presidente Moreno ha recibido masivo apoyo a su decisión de usar el dictamen favorable tácito de la Corte cervecera –en ausencia de uno expreso– obviando la manipulación evidente de Correa y los devaneos de los magistrados cerveceros. La penosa presencia y desvergonzadas declaraciones de Correa ayudaron a recordar y confirmar que aun esa consulta, insuficiente y mal hecha, sirve para fulminar las perspectivas de gobiernos vitalicios y la corrupción. Pero, eso no es suficiente. La consulta debe ser un medio para eliminar las formas de control del Estado por parte de un partido político. Eso requiere una sólida postura de la sociedad exigiendo esos cambios y una transparente y honesta conducta del Presidente y sus colaboradores que no deben operar en la sombras, sino ante el escrutinio de la opinión pública.

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