lunes, 4 de diciembre de 2017

Mangas 2: El morenismo es correísmo corregido y sin Correa

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En sus infidencias, publicadas por el portal Focus, Eduardo Mangas describe lo que es el morenismo: es el mismo correísmo sometido a una microcirugía reconstructiva. Un correísmo sin Correa porque el ex presidente no aceptó la estrategia de Moreno, que le fue planteada y para la cual pidieron su apoyo. No está Correa, pero el morenismo no solo lo protege: le otorga privilegios en Bélgica con plata pública solo porque Moreno ha dicho “que él tiene ese derecho”: tres personas, con puestos diplomáticos, que trabajan exclusivamente para él como sus asistentes (¿no es esto peculado?). Y un equipo de seguridad.
Correa no aceptó los tres ejes estratégicos con los que Moreno arrancó su gestión: diálogo, evaluación autocrítica sobre lo que estaban fallando según las encuestas y lucha contra la corrupción. Mangas anota que “gente como Vinicio Alvarado, Doris Solís, Ricardo Patiño, pensaban que Lenin tenía que pedirle autorización para gobernar a Correa”. Lo nuevo no es esto: es la forma como Mangas disecciona la estrategia que Moreno ha seguido en estos meses enancada en esos tres ejes.
Diálogo: “No vamos a ceder en nada pero tenemos que dialogar, que se sientan escuchados”. Tras esta confesión, Mangas cuenta que a Correa le dijeron que iban a dialogar sobre todo para ampliar la base social y política. Para volver a tener el apoyo de los pueblos indígenas, las mujeres y movimientos políticos regionales tenían que corregir errores y ceder en algunas cosas. “(…) de esa forma ganamos gobernabilidad, se acaba la estrategia del fraude (…)”. Demoledora confesión que muestra que Moreno planteó poner fin a esa práctica (esto lleva a pensar en su elección) para dar continuidad al correísmo sin Correa. Todo esto, dice Mangas, le pareció a Correa una retroceso, una traición.
Evaluación autocrítica: Mangas muestra que las rectificaciones no se basaron en un credo ideológico diferente sino en puros cálculos políticos: ver en qué fallaron en sectores sensibles “por los cuales casi perdemos las elecciones”: situación económica, obra pública (200 proyectos paralizados en 2106), sinceramiento de cifras, sector de hidrocarburos… “La evaluación autocrítica era necesaria si queríamos sobrevivir”. Decidieron darse cuatro meses para esto.
Lucha contra la corrupción: se agradece la sinceridad de Mangas. En este punto, según cuenta, dijeron a Correa que el Ejecutivo se iba a abstener, actuar en posición pasiva. Y que la única acción sería “crear un Frente de Lucha y Transparencia contra la corrupción, para hacerle contrapeso en esta etapa de transición política a la Comisión Anticorrupción. Porque había que frenarla, había ganado mucha legitimidad”. En este punto, hay que recordar que Moreno usó unos ciudadanos para hacer recomendaciones tan generales como vacuas y prometió pedir apoyo a la ONU; ofrecimiento que terminó en nada. Dicho de otra manera, el presidente respetó el guión al cual se refiere Mangas. Es obvio que el Secretario General de la Presidencia y hombre de confianza de Moreno diga que no han aceptado “defender institucionalmente a compañeros inmersos en actos de corrupción”. Defender por ejemplo a Jorge Glas sería un claro intento de suicidio político.
El perfil del morenismo se completa con cinco medidas que dijeron a Correa que iban a tomar para asegurar la continuidad política e ideológica de la Revolución Ciudadana: mantener el equipo económico, mantener el buró político (sumando cuadros históricos), mantener el equipo de planificación pública, mantener el equipo de Defensa, seguridad e Inteligencia, continuidad política-ideológica en política exterior. Mangas hace un apunte jocoso en este caso: dice continuidad en la política exterior pero que esté en manos de gente nueva. Nombraron a María Fernanda Espinosa. No es nueva y es su esposa.
Las infidencias de Mangas ayudan a entender lo que hasta ahora ha sido el morenismo: el mismo correísmo sometido a una microcirugía. El correísmo sin Correa porque el caudillo quiso usar a Moreno y Moreno no quiso pedirle permiso para continuar, a su manera, el mismo proyecto: la revolución ciudadana.

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