viernes, 16 de diciembre de 2016

Las tórtolas a las escopetas



Publicado el 2016/08/27 por AGN
Diario El Mercurio
Alberto Ordóñez Ortiz
Esta es época de las tórtolas a las escopetas. No de otra manera se explica que los denunciantes de hechos delictivos sean sancionados por el inaudito delito de haber tenido la entereza de evidenciarlos frente a la Opinión Pública. La vieja y trasnochada Santa Inquisición se ha vuelto ha filtrar por las trizadas mentalidades de quienes las sustentan y levantan piras para la quema ya no solo de inocentes sino para la infamante quema de la libertad de expresión. Cumplir con el mandato constitucional de denunciar y combatir a la corrupción ha pasado al desván de la historia.
Un cuadro de retardatarias truculencias empujan a nuestra sociedad hacia un totalitarismo afrentoso. Los enemigos de la libertad se han erigido en sus cínicos profetas que, más pronto que tarde se quedarán en el desierto, sin más voz que la suya y la de la arena que terminará por cerrarles la boca. Las armas y los amaños que emplean son los que provienen del poder tras el que se amparan. Solos, valen poco o nada. De allí que pronto, muy pronto, la vileza con que actúan les marcará con el indeleble inri de la deshonra.
Nuestra democracia ha devenido en una suerte de complot que atenta contra la honestidad de los honestos y contra la libertad de los que la defienden. Sobre la crisis -la grave y severa crisis- de la sociedad contemporánea, Humberto Eco -recién fallecido- esa voz mayor de la literatura y de la libertad, nos dejó diciendo: “La sociedad [[democrática]] se encuentra sola: desconfía del Estado, de sus instituciones, de sus empresarios y banqueros. Todos estos estamentos, y muchos más, están salpicados por la corrupción. Una corrupción no legalizada pero en algunos casos, sí [[autorizada]]. Pero el individuo democrático aún confía en la prensa libre, independiente, íntegra, incorruptible…”
La última parte de la cita de Eco, no puede ser más atinente para dimensionar la figura del Licenciado Jaime Cedillo Feijó, uno de nuestros más inteligentes y valientes periodistas, ahora, mismo, meritísimo Director de la Revista “El Observador”, de enorme impacto colectivo. Con ejemplar e insobornable coraje, Jaime ha cuestionado todos los actos gubernativos que en su opinión le han resultado cuestionables. Esas nobles virtudes, tan extrañas en esta siniestra época de genuflexiones, se ha constituido en insólito motivo para que por el solo hecho de haber transcrito una denuncia formulada por la Revista Digital“VérticeNews”-la fuente informativa- en contra del doctor Caupolicán Ochoa, se le haya iniciado un írrito juicio penal. No creemos que su condición de ex-abogado del Presidente pueda tener ninguna ingerencia en las decisiones que se adopten. Por el contrario, aspiramos a que la denuncia materia del impasse sea debidamente investigada por la Fiscalía.
Caso contrario, tendríamos que concluir que se trata de un juicio a la libertad de expresión. De un juicio que se plantea en un momento en que está por concluir el mandato presidencial y en el que, pronto alguien dirá: El último en salir, que apague la luz. ¿No será que la prenda? (O)

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