martes, 11 de julio de 2023

 

Author Headshot

Por Elda Cantú

Senior News Editor, Latin America

La sensación en Hermosillo, Sonora, era sofocante. Era como estar parado junto a un autobús cuando acelera, es decir, como acercarse a una fuente de calor que de pronto emite aire ardiente. Así la describió César Rodríguez, el fotógrafo con quien reporté sobre la ola de calor que se registró en junio en una ciudad de por sí habituada al sol y las altas temperaturas.

El mes pasado, la ciudad del noroeste de México casi alcanzó los 50 grados Celsius, una expresión extrema de las temperaturas que se vivieron en casi todo el territorio nacional, donde dos terceras partes de los estados permanecían en alerta con pronósticos que superaban los 40 grados.

Cesar Rodriguez para The New York Times

En esa ola de calor han incidido distintos fenómenos climatológicos, como El Niño, que causa la elevación de las temperaturas en la superficie del mar y, entre otras cosas, estaba inhibiendo la formación de nubes y dificultando las lluvias. (Por supuesto, es algo más complicado, pero aquí tenemos una guía para comprender El Niño y su contraparte, La Niña).

ADVERTISEMENT


 

México —y sus vecinos— esperan otra ola de calor a partir de esta semana. En Estados Unidos hay alrededor de 54 millones de personas que residen en zonas que van a experimentar niveles peligrosos de calor, es decir, superiores a 39,4 grados Celsius.

Pero no son las únicas. Según un estudio reciente, hay zonas que van a experimentar rachas de calor severo y que no están preparadas, como partes de Alemania, el noroeste de Argentina, Bélgica, Guatemala, Honduras.

Y aunque estamos en la canícula, la época más caliente del verano, no se trata solo de un fenómeno estacional. Hace unos días hablé con Christian Domínguez Sarmiento, investigadora en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Se espera que este este tipo de eventos se estén presentando más frecuentemente en las siguientes décadas”, dijo, como “consecuencia de tener un aumento en los gases de efecto invernadero y en las temperaturas, algo que también está relacionado con cambios de suelo”.

Domínguez Sarmiento añadió que la sensación térmica se ve agravada los lugares donde abunda el asfalto y escasean los árboles. “El hecho de que el hombre haya modificado el uso de suelo, haya puesto ciudades” que crecen, también ha incrementado la “intensidad con la que sentimos las olas de calor”.

ADVERTISEMENT


Cesar Rodriguez para The New York Times

A largo plazo, aumentar la vegetación y plantar árboles podría ser una buena solución. Al igual que reducir las emisiones de efecto invernadero, un compromiso de muchos países a nivel global.

Por ahora, para muchas personas el único alivio es encender el aire acondicionado, cubrirse la cabeza, llevar mangas largas y holgadas, guarecerse bajo cualquier sombra posible, mojarse la cabeza en una fuente pública. Aquí hay una lista de consejos para estar frescos y seguros, recomendados por los expertos.

P. D.: Sabemos que en el sur del hemisferio el verano está aún a meses de distancia. Para nuestros lectores en dichas latitudes aquí hay un artículo para animarse a hacer ejercicio cuando está oscuro y frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario