lunes, 20 de octubre de 2014

El humor y la opresión


POR: FRANCISCO FEBRES CORDERO

Alguien se ríe. Se sigue riendo. Cuando estaba aquí y era vicepresidente del excelentísimo señor presidente, hizo una campaña a favor del humor y la amabilidad pero, como todos son furiosísimos, no le hicieron caso. Ahora, que está en Ginebra, Lenin Moreno ha ganado el Premio Humor de Resistencia para “individuos que han contrarrestado situaciones de opresión a través del humor y la risa”.
Es que la opresión sí da risa, francamente. Cómo se ha de haber reído el hoy premiado cuando, por ejemplo, les agarraron a los diez de Luluncoto en un departamento y les acusaron de subversivos por haberles encontrado oyendo canciones de protesta, junto a un afiche del Che Guevara. Eso es como para desternillarse de la risa. No pues por los diez de Luluncoto (que hasta ahora siguen asediados, perseguidos, oprimidos), sino por los que dijeron que eso era terrorismo puro y duro.
Pero, si no fuera por la risa, ¿cómo hubiera resistido el exvicepresidente? ¡Qué suerte que tiene bien aguzado el sentido del humor! Cómo será, que hasta le supo contagiar algo de ese humor al excelentísimo señor presidente de la República que, cuando insulta, dice que lo hace prevalido de su gran sentido de ironía. Por eso le dice a cualquiera que es una basura, por ejemplo. Y miserable. Y garrotero. A él también está de que le den un premio al humor, pero en la categoría de honoris causa, como le gusta.
Sí, tiene razón el exvicepresidente: por chistes no han faltado en este Gobierno. Y por opresión, tampoco. Qué chiste fue, por ejemplo, verle al excelentísimo señor presidente de la República bajarse del auto en que iba escoltado y dirigirse contra un cantautor que le hizo una mala seña y acusarlo de estar borracho y drogado. Y más chistoso todavía descubrir que no estaba ni borracho ni drogado, sino medicado para la epilepsia, un mal que lo aquejaba desde hace muchos años. ¡Chistosísimo!
Y con qué sentido del humor, con qué gracia el Gobierno criminaliza toda protesta social, reprime a los estudiantes y saca la perimbucha a todo aquel que se atreve a discrepar. ¡Chistosísimo!
Y chistosísimo resultó también que a un caricaturista se lo acusara de incitación a la rebelión y se lo obligara a pedir disculpas por su caricatura y se multara al diario que la publicó, por coadyuvante. Es que pensar por cuenta propia ha sido, durante todo este Gobierno, una falta grave, que merece sanción. ¡Qué chiste! Tan chistoso, que el único que en este país puede decir lo que le dé la gana y cuando le dé la gana es el excelentísimo señor presidente de la República. A los demás los juzga la Supercom, la Intercom, la Senacom, la Muchocom, la Mascom, la Menoscom, la Linchacom, la Seiscom, la Sietecom y la Ochoacom. ¡Eso es humor!
Negro, pero humor. O sea no negro, porque los colores también están criminalizados y, por lo tanto, el humor negro puede ser calificado de racista. Ese humor aquí debe ser llamado afrodescendiente. ¡Chistosísimo!
O sea, bien dado está el premio al exvicepresidente, que ha demostrado tener la resistencia suficiente como para seguir riéndose de tanta opresión que sale de la revolución ciudadana y que nos tiene a todos muertísimos de la risa.

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