Por: Bernardo Acosta
Revolucionario contorsionista: Es
el que tiene arrugas y una especial aptitud para acomodarse a las distintas
circunstancias que le depara la vida. Viene en dos versiones, en apariencia
disímiles. El primero es el expartidócrata militante y actual correísta
implacable. El segundo es el que antes criticaba, iracundo, las conductas
autoritarias de la partidocracia y ahora apoya desde adentro y sin complejos
las conductas aun más autoritarias del correísmo. Revolucionario 'si se va,
vuelve': Este anda con rastreo satelital incluido. Es sensible, pero, como
cualquier revolucionario que se precia, a la larga no le hace fieros a ninguna
propuesta presidencial. El jefe -si bien no lo expresa públicamente- le tiene
especial consideración. A fin de cuentas, este revolucionario ha dado
suficientes muestras de que su compromiso con el proyecto puede más que
cualquier enojo temporal.
Revolucionario treintañero: Está en la cresta de la
ola. Se lo encuentra en los viceministerios, al mando del Parlamento, el INEC o
el Banco Central, o en las encuestas para terciar por una Alcaldía. Para este
revolucionario, la realidad es sobre todo lo que ocurre en Twitter. Revolucionario
de púlpito: Su trabajo consiste en predicar, en convencer al convencido. Sus
sermones se concentran en vituperar acontecimientos de décadas pasadas -de
preferencia la crisis del 99- en vez de en discutir las políticas públicas del
presente. Le encanta sentarse a conversar sobre las hazañas de Assange y
Snowden, y a idolatrar nuestra Ley de Comunicación, la cual por supuesto
prohíbe la revelación de información clasificada. Revolucionario en peligro de
extinción: Es el que actúa según sus convicciones y cree en el aporte de los
debates. El último registro que se tiene de un ejemplar de esta especie es del
año 2008. Revolucionario aficionado al buen vivir: Es el tipo de revolucionario
más común. Cuenta con tres características distintivas: circula en carro sin
placas, almuerza en los restaurantes más caros de la capital bebiendo vino en
unas copas que parecen peceras y compra su ajuar en el extranjero. Lo que gasta
en sus hijos lo convierte en el cliente perfecto para quienes se ponen colegios
caros o traen a Justin Bieber. Revolucionario a control remoto: Obsecuente
hasta el tuétano, es ideal para levantar la mano, firmar presupuestos o servir
cafés. Se lo acusa de ser el causante de que haya una especie de
revolucionarios en vías de extinción. Revolucionario involuntario: Este ha
logrado más por la continuidad del proyecto que la mayoría de revolucionarios.
Es el que se pone la camiseta de un movimiento no oficialista para participar
en cada elección que pueda, sin importar el número de rivales. Perfecto para
salir en la portada de una revista de vanidades. Revolucionario míster
universo: (aquí sí las explicaciones están de más).
No hay comentarios:
Publicar un comentario