martes, 22 de agosto de 2017

La Revolución de los 100 días
¿Cuáles son los objetivos de Lenín Moreno? La batalla por la hegemonía que enfrenta al nuevo presidente con las huestes correístas se libra diariamente al interior de Alianza País, del mismo Gobierno, de la Asamblea, de las diversas instancias del Estado y de los medios públicos. Instancias claves en la lucha contra la corrupción, como el Consejo de la Judicatura, están presididas por correístas obsecuentes.
22 de agosto del 2017
POR: Carlos Arcos Cabrera
Escritor
Sea lo que fuere, es preciso reconocer que el cambio de estilo de Moreno permitió destapar la podre-dumbre del correísmo.
La pasión política induce frecuentemente al error de juicio de quien escribe. Admito mi error. Durante las últimas elecciones presidenciales en que públicamente apoyé a Lasso, escribí sobre el entonces candidato Lenín Moreno. La imagen que entonces proyectó fue la de un títere que se limitaría a cumplir las órdenes de Correa y de Glas. Escribí en ese sentido. Sin embargo, a la luz de este breve fase de gobierno, debo reconocer que cometí una profunda equivocación. Disculpas, presidente Moreno. Es evidente que ha provocado una revolución: la de los cien días.
Considero que los tres golpes más fuertes han sido los siguientes: 1) Demostrar que Correa fue el mayor encubridor de la corrupción. Ésta fue el combustible, el pegamento y el lubricante que mantenía operativa la maquinaria correísta no sólo en el Gobierno, sino también en la Contraloría, la Fiscalía, la Función Judicial, en los mal llamados medios públicos y en el ejército de troles que acompañaron al Reino Corrupto. Queda por verse cómo se desenvolverá el fiscal Baca que, como es ampliamente conocido, fue el candidato de Correa a ese cargo, y también cómo reaccionará una función judicial acostumbrada a recibir desde Carondelet las sentencias escritas. Que ilustres hombres de la corte correísta como Jorge Glas y ex fiscal Galo Chiriboga hayan tenido que visitar las oficinas de la Fiscalía es novedoso. Imposible imaginar la escena durante el correato. ¿Señal de cambio? ¿Será sólo eso y con el tiempo las expectativas de que los corruptos sean sancionados se diluyan? ¿Globos de ensayo para finalmente proteger a los peces gordos? Todo es posible. En ese escenario el contralor Pablo Celi puede jugar un papel crucial en develar la trama de irregularidades en los contratos públicos. Sea de esto lo que fuere es preciso reconocer que el cambio de estilo de Moreno permitió destapar la podredumbre del correísmo. La fresa del pastel fue colocar a Glas en el congelador a la espera de que la justicia haga su trabajo.
2) Desplazar a los correístas más recalcitrantes de los medios públicos ha sido otro golpe. Hace 101 días hubiese sido imposible que en la primera página de El Telégrafo se informara que los daños de la Refinería «son severos». El silencio sobre los graves problemas de la «repotenciación» de la refinería, una de las grandes obras del Reino Corrupto, habría sido la tónica y, por supuesto, el ataque a los críticos. La información circula, la autocensura tiende a desaparecer y el silencio del siniestro inquisidor Carlos Ochoa dice más que doscientas cadenas de radio y TV.
3) Más por su contenido simbólico que por sus efectos prácticos sobre la universidad ecuatoriana, menciono el caso de la Universidad Andina Simón Bolívar. Con la firma del convenio entre el gobierno y las autoridades de esa casa de estudios, cesaron las graves amenazas que se cernían sobre ésta. Se evitó que el odio de Correa y de su servil René Ramírez diera al traste con una de las más exitosas experiencias académicas de postgrado.
Este intenso período de revelaciones y sorpresas está también signado por la ambivalencia, incongruencia e incertidumbre.
¿Cuáles son los objetivos de Lenín Moreno? La batalla por la hegemonía que enfrenta al nuevo presidente con las huestes correístas se libra diariamente al interior de Alianza País, del mismo Gobierno, de la Asamblea, de las diversas instancias del Estado y de los medios públicos. Instancias claves en la lucha contra la corrupción, como el Consejo de la Judicatura, están presididas por correístas obsecuentes. En estos días ha salido a la luz pública la denuncia de jueces que fueron sancionados por haber intentado dictaminar en contra de personajes afines al Reino Corrupto. En política exterior prima la ceguera ideológica cuya manifestación es el apoyo a la dictadura de Maduro y a la Asamblea Constituyente de Venezuela que liquida cualquier intervención futura para una salida a la grave crisis de ese país.
La situación del presidente Moreno es compleja y cualquier signo de debilidad le puede costar muy caro. ¿Hasta dónde quiere llegar? ¿Hasta dónde puede estirar las sábanas de su poder y desmontar la maquinaria autoritaria y caudillista del correísmo? El futuro lo dirá. Por ahora los retos son grandes. Uno de ellos es abrir el camino a la reforma política. Es urgente y el momento es propicio para una consulta popular, dado el gran apoyo del que al momento goza. Un punto clave es declarar inconstitucional la reforma que permite la reelección indefinida del presidente de la República. Se cerrarían definitivamente las puertas al gran encubridor de la corrupción.

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