domingo, 27 de agosto de 2017

Intríngulis




Francisco Febres Cordero
¡Qué bestia!, mucho lote es la fiscal Lady Diana Salazar. Qué seriesísima que es. Qué profesional. Qué tranquila. Qué acuciosa. Y qué idiomática. Creo que además del latín, el griego y el ibarreño domina el portugués. Por eso, cuando le llegaron las transcripciones de las conversaciones de los odebrechetes, enseguidita entendió, no como el fiscal Chiriboga que dijo que no sabía cómo se decía vidrio en portugués. ¡Qué importugués que era el Chiriboga ese que había! En cambio, nuestra Lady Di de una tradujo y ¡zas!: Glas.
Lo malo fue que apenas la Lady Di pronunció el nombre del vicepresidente se armó un lío que para qué les cuento. O sea, se creó un intríngulis jurídico, como decimos los abogados a los intríngulis, que son los que terminan haciéndonos creer que sabemos todo, cuando en realidad no sabemos nada.
Total, con el Vidrio vinculado, unos salieron a decir que esa vinculación tenía que contar con la aprobación de las dos terceras partes de la Asamblea, mientras otros sostenían que no, que la autorización de la Asamblea solo es necesaria para el enjuiciamiento, no para el vinculamiento.
Pero lo lindo es que mientras los abogados siguen discutiendo las juridicidades de la causa de la discordia y el leitmotiv que produce el embrollón, entre los asambleístas de Alianza PAIS se armó la que Dios que es Cristo: unos decían que sí hay que dar paso a la autorización para que le vinculen al Glas, otros decían que no, aunque el mismo Glas dijo que sí, que den nomás paso a su vinculación. ¡Cómo se pasaron peliando! ¡Cómo discutieron! ¡Cómo se mandaron a la casa de la belga! O sea, no pues ellos, sino los mensajes para que desde la casa vengan las órdenes.
¡Uf!, mucho intríngulis, francamente.
Y entonces, me preguntarán ustedes, si el Glas ya está vinculado al caso Odebrecht y plenamente identificado como Vidrio, ¿ya está aclarado el asunto y, como decimos los juristas, terminado el incidente? Y yo les responderé que ¡qué va a estar acabado! Según parece recién está comenzando.
Verán: aunque el Glas ya está sin comisiones. ¡Ay no, qué bruto!, sin funciones quise decir, se ha conseguido el puesto de chofer de su propia camioneta y se pasa manejando hacia todos los medios de comunicación que existen para decir que ¡ay!, es víctima de linchamiento mediático. ¡Qué pena que me da! ¡Ya lloro! Y entonces, con cara de linchado, ante cada micrófono que le ponen al frente repite que no va a renunciar nunca de los nuncas porque él fue elegido por el pueblo y no por el Gobierno. Y dice que bueno ya, que él renuncia pero si también renuncia el Lenín. Con eso el intríngulis se multiplica hasta límites insólitos porque ni devuelve el cargo ni devuelve a su tío Ricardo y, a la final, nosotros corremos el riesgo de que se quede con el cargo y con su tío. Y con todo lo recolectado en las hidroeléctricas, en las refinerías y en todo mismo.
O sea mucha leguleyada, como dicen los que no son juristas y no entienden que los intríngulis son precisamente para, a nombre de las leyes y mediante los pactos y los chanchullos, hacernos los pendejos. (O)

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