jueves, 27 de abril de 2017

¿Puede Moreno no ser una marioneta de Correa?

  en La Info  por 
A 28 días del cambio en Carondelet, el país sigue absolutamente ciego sobre lo que puede esperar del nuevo gobierno. Lenín Moreno y sus colaboradores trabajan en forma reservada y se cuidan de dar certezas. A 28 días del cambio presidencial, hay incertidumbres que pesan sobre la definición de sus políticas, su equipo gubernamental (hay listas que circulan sin que se pueda decir hasta qué punto son reales), su frente interno y, sobre todo, el papel que jugará Rafael Correa desde la tarde del 24 de Mayo.
En el fondo, hay una pregunta que atraviesa el panorama político dentro y fuera de Alianza País: ¿Moreno tendrá, como quiere hacerlo creer, algo de autonomía con respecto a Correa y al aparato de Alianza País que, a la postre, militan más por el statu quo que por supuestos cambios? ¿O Moreno está destinado a jugar el mismo papel que cumplió Dmitri Medvédev en Rusia con Vladímir Putin? Una suerte de marioneta destinada a poner algodón en la tenaza. Estas inquietudes también se palpan en militantes del oficialismo que no saben, a ciencia cierta, lo que hará Rafael Correa. Muchos dudan incluso de que abandone el país tras su retiro del poder. Hay muchas interrogantes que podrían resumirse (no agotarse) en estas tres:
1. ¿Correa seguirá gobernando? La inquietud se nota, incluso, en algunos sondeos en los cuales una franja de la población cree que, tras su retiro, Rafael Correa mantendrá su entera influencia en el gobierno. Esta percepción tiene que ver con otra interrogante: ¿se irá Correa a Bélgica? Nadie duda de que los escenarios de gobierno y de gobernabilidad dependerán del nivel de influencia que ocupe en las decisiones del próximo gobierno. Con él aquí la situación de Lenín Moreno sería insostenible.
Por ahora Correa está empeñado, con todo su peso, en trazar la ruta de Moreno y la agenda de los asambleístas. Él asiste a reuniones claves en esta transición. En su visión ellos no son independientes del proyecto político; es decir, de él. Esto lo hizo saber desde antes de que volviera Moreno de Ginebra cuando dijo que lo importante no era el candidato sino el plan de gobierno. Y que éste lo estaba elaborando el aparato del partido. Moreno es, a sus ojos, un miembro orgánico de una formación de la cual él es el líder. Esto vuelve particularmente sensible la pregunta: ¿De qué autonomía se habla cuando se habla del gobierno de Moreno?
2. ¿Moreno, un estilo, pero con el mismo fondo?: Correa ha tenido cuidado en decir que se mantiene la Revolución Ciudadana pero con el estilo diferente de Moreno. No ha admitido críticas de fondo a un modelo que tras diez años necesita, precisamente, cambios fundamentales en el campo político y en el económico. Eso es lo que dan a entender los resultados del 2 de abril. La venida del exministro Yanis Varoufakis y la aparente designación de Carlos de la Torre, muestran que la economía seguirá en manos de Rafael Correa. ¿Es lo que quiere Moreno?
Esto significaría que, lejos de un giro que se impone, el correísmo seguiría profundizando los déficits sin corregirlos y que Correa podría hacer nuevos experimentos económicos en un gobierno por el cual no tendría que responder.
En política, los cambios anunciados por Moreno se resumirían efectivamente, como ha dicho Correa, a un tema de estilo. Hablar del estilo personal de Moreno, con respecto al suyo, lleva a pensar que torpedeará, en la forma que sea, cambios de fondo. Si no es así, Moreno estaría obligado a encarar una bronca con su antecesor. Rehén o traidor: Moreno está contra la pared si su decisión es no ser una marioneta y marcar con un sello personal su cuatrenio. En este escenario, hace falta un hecho de fondo: si Moreno quiere ser él, ¿cómo obtiene el capital político para hacerlo
3. ¿Un aparato al borde de la implosión? Correa tamizó las guerras en el interior de Alianza País. La llegada de Lenín Moreno resucita franjas que los businessmen habían marginado. Los más ideólogos, aquellos que tuvieron un pasado de activistas y militantes sociales, creen que su momento volvió. Y naturalmente tendrán algún peso burocrático en este gobierno con Eduardo Mangas, Augusto Barrera, María Fernanda Espinosa, Fander Falconi… Pero el poder fáctico lo tiene Rafael Correa, Alexis Mera, los barones costeños, Jorge Glas (el hombre de los chinos, los contratos millonarios, el dueño de una enorme masa de funcionarios)… Hay otras divisiones y otras agendas que encarnan Ricardo Patiño, José Serrano, Doris Soliz… Aquí también la lista es generosa.
Moreno tendrá que lidiar con este aparato que está lleno de secretos –algunos inconfesables– y es consciente de incluir un buen porcentaje de corruptos. Él tiene la Presidencia, es cierto, pero no la fuerza política para cortocircuitar arreglo de cuentas y una voracidad creciente que con la salida de Correa irremediablemente crecerá. Dicho de otra manera, Moreno tiene al operador que se cree dueño del aparato (Correa) y que presiona para que mantenga el timón en la dirección que él marca. Pero él acusa una altísima debilidad política (no se sabe cómo la tornará a su favor) y un frente interno que, tal y como están las cosas, puede implosionar.

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