Simón Pachano
Se ha dicho que la reelección presidencial indefinida es la
madre de todas las reformas y que las demás son solamente una cortina de humo.
Pero la relación se invierte cuando se considera lo que se ha hecho hasta ahora
y lo que se está haciendo en materia normativa, así como los objetivos que
persigue la revolución ciudadana. La reelección es, como se diría en la jerga
académica, una condición necesaria pero no suficiente para llegar a la meta. El
núcleo del asunto se encuentra en las otras reformas, especialmente en las que
restringen derechos y en las que amplían las facultades y atribuciones del
Estado. Estas, junto con leyes anunciadas (como la de ordenamiento territorial)
o ya en trámite (como el Código Monetario), forman parte de las condiciones
suficientes.
Los cambios legales y constitucionales
apuntan hacia la
consolidación de un régimen que en lo económico y en lo político se aleja de
los parámetros que definen a las democracias contemporáneas. Es evidente que en
lo económico se busca la intervención directa del Estado en todas las
actividades. Las decisiones que están tomando lo llevarían no solamente a
regular al mercado (como debe hacerlo), sino a intervenir en los campos que en
cualquier economía abierta están a cargo de particulares. Asimismo, es
innegable que en lo político se van ampliando las facultades del Estado en
desmedro de los derechos propios de los ciudadanos. Las reformas propuestas
significan no solamente el abandono del garantismo, que fue uno de los emblemas
de la revolución ciudadana, sino también el contenido liberal que debe tener
cualquier régimen para que pueda ser considerado como democrático.
En el camino hacia ese doble objetivo, la reelección puede
considerarse como un elemento casi puramente instrumental. Es un factor que
viene a resolver un problema de plazos, ya que la instauración del nuevo
régimen requiere de tiempos relativamente largos. Hay que recordar que, a pesar
de lo que ahora digan las personas que abandonaron el barco después de la
elaboración y de la promulgación de la Constitución, los cimientos se pusieron
en Montecristi y, por tanto, lo que se está haciendo ahora solamente es parte
de la construcción del edificio que estuvo planificado. Sin embargo, las
reformas y las leyes actuales no serán suficientes para su culminación. Una
empresa de esa magnitud exige muchos años y muchos cambios adicionales, lo que
traerá nuevas y más profundas reformas en los próximos años.
Por ello y porque todo el proceso depende de una sola
persona, se hace necesaria la reelección. Ella puede asegurar la permanencia de
las mismas condiciones actuales (mejor si es con una mayoría legislativa
conformada por dóciles integrantes). A un candidato o candidata que no sea el
líder le resultará muy difícil ganar las elecciones, especialmente si se
realizan, como se puede prever, en condiciones económicas menos favorables que
las de los últimos siete años. Por consiguiente, la reelección es muy necesaria
pero claramente insuficiente. El núcleo está en el contenido de las otras
reformas. Esas definirán el régimen.
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