viernes, 26 de julio de 2013

Tababela la verdad oculta


Por Enrique Gallegos Arends

Desconozco si en la historia de nuestra ciudad capital haya podido sostenerse, durante ya largos trece años, un engaño tan profundo a una ciudadanía y que atañe a un maquiavélico plan forjado por un grupillo de la aristocracia oligárquica, especialmente quiteña, para construir un aeropuerto que ha nacido desahuciado, con un sobreprecio escandaloso, exclusivamente con fondos de la ciudad de Quito, con violación absoluta de todas las normas jurídicas que imperan en nuestra nación y que les permitirá a los complotados - si la Patria no se rebela - quedarse con la administración de un aeropuerto por el lapso de treinta y cinco años, tiempo en el cual - suponen ellos - existirá una producción bruta por parte de Tababela de 3377 millones de dólares, de los cuales, según el “exitoso” re-negociador Barrera, Quito recibirá un monto de 878 millones y los dueños de QUIPORT recibirán 2499 millones de dólares.
Todo esto, léase bien, sin que los de QUIPORT hayan puesto ni un solo centavo, o si se trata de ser exactos, han contribuido con 200 dólares, y todo el resto ha sido aportado por la ciudad de Quito, tanto los terrenos de tababela como la producción del original aeropuerto Mariscal Sucre.
Nuestros lectores concluirán fácilmente que la bronca entre Moncayo, Vallejo y Barrera, no es otra cosa que una vulgar disputa entre compadres, porque uno se tragó a los otros, y, más allá, porque de manera independiente a que Tababela funcione o no y produzca o no la rentabilidad que ambos grupos discuten, la verdadera presa radica en la apropiación de los terrenos que quedan vacantes en el antiguo Mariscal Sucre y sobre los cuales, de manera reiterada, se nos vende la falsa idea de que allí se construirá un lago y varios sitios de recreación, cuando lo cierto es que lo que se pretende es montar un nuevo Centro Financiero, estilo Manhattan, con dineros de dudosa procedencia.

Como ha sucedido en otras oportunidades, esos terrenos serán rematados a los poderosos de siempre a precio de gallina enferma y pasarán a ser un capítulo más de la triste historia de una ciudad que ha contemplado, impávida, gracias al silencio cómplice de los medios de información y de las autoridades complotadas, cómo las grandes fortunas acumuladas en Quito durante los últimos 40 años, se han forjado gracias al apoderamiento inmoral de los bienes de la colectividad municipal.
Por si acaso, debo dejar bien en claro que la persona que advierte la estupidez que significaría urbanizar esos terrenos vacantes para fines comerciales y que ha merecido la recepción de su criterio por parte de los medios de información, es, nada más ni nada menos, que el arquitecto Sixto Durán Ballén.

DECLARACIONES DE ANDRÉS VALLEJO ARCOS
1. Vallejo comienza recordando que la Contraloría General del Estado, mediante informe DIAPA 0038-2008 de 23 de diciembre de 2008, dispuso se renegocien los contratos celebrados en base a un nuevo plan financiero que debía elaborarse considerando como costo de construcción del proyecto de Tababela la suma de 312 millones de dólares y que la cantidad de 198 millones de dólares que desde que comenzó la construcción de Tababela había sido considerada como “tarifas” a favor de la empresa QUIPORT, fueran reconocidas como lo que era, tasas municipales por utilización de un bien municipal.
Él dice que Moncayo se adelantó a Barrera en cumplir tal disposición, para lo cual exigía una renegociación que contara con el consentimiento de la otra parte - hecho de una lógica impecable - y describe a esa otra parte como “el gobierno de Canadá”.
Primera mentira. El gobierno de Canadá no ha tenido absolutamente nada que ver con este malhadado convenio. A través de este engaño, mantenido tercamente desde sus inicios, Moncayo y Vallejo, y por supuesto Barrera, se ha pretendido encubrir la naturaleza delictiva de todo este contrato, que se inició, después de los tanteos previos, mediante la suscripción de un convenio suscrito el 22 de junio de 2001, en la Notaría 37 del Cantón Quito a cargo del doctor Roberto Dueñas Mera.
En esa escritura, como lo hemos comprobado en el libro “Corrupción de Alto Vuelo/El Atraco de Tababela”, se hace aparecer - lo que constituye un delito de falsedad ideológica - a uno de los contratantes como “el Gobierno del Canadá, representado por Canadian Commercial Corporation”. Mentira y mil veces mentira. La CCC, empresa canadiense sí, pero creada por ese estado para otros fines distintos a los que se nos quiere hacer creer, no representa jamás, nunca, al estado canadiense, pues ella solamente tiene como fines el de promocionar los productos canadienses en el exterior.
Más exactamente, la CCC es una empresa que hace lo que se llama “lobby” y nunca ha construido ni un aeropuerto, ni nada de nada a lo largo de toda su existencia, desde 1947. El hecho de que los ecuatorianos hayamos visto, a través de los diferentes medios de comunicación, al entonces embajador canadiense, John Kneale, firmar ese contrato, no fue sino un simple ardid de carácter virtual, para que nosotros sugestionáramos a nuestra mente con la idea de que la responsabilidad de la construcción recaía en el gobierno de Canadá, aburrido sonsonete utilizado por los conjurados con Moncayo a la cabeza.
El embajador Kneale concurrió al acto en representación de la empresa Canadian Commercial Corporation (CCC), con un poder especial que para ello le había dado dicha compañía y que he sostenido siempre que igual efecto jurídico habría tenido si el poder se lo hubieran conferido al chofer o a la cocinera de la embajada. Adicionalmente, el embajador Kneale violentó las normas diplomáticas acostumbradas, porque un embajador está prohibido de intervenir a nombre de ninguna empresa. Cuando un gobierno entabla una negociación con otro gobierno existe un protocolo especial, que no se cumplió en este caso. NO FUE UN CONTRATO DE GOBIERNO A GOBIERNO. Fue por ello que cuando los integrantes de la Veeduría establecida por la Comisión de Control Cívico contra la Corrupción se hicieron presentes en la Embajada del Canadá para pretender hablar con el embajador Kneale y exigirle que exhiba la autorización expresa del gobierno canadiense para que firmara ese documento, se negó a recibirlos y 48 horas más tarde fue retirado de sus funciones de embajador y no lo hemos vuelto a ver hasta el día de hoy.

2. En otra parte del referido convenio del 22 de junio de 2001, la CORPAQ advierte a la CCC de la obligación que adquiere, en el supuesto caso de ser la favorecida con la concesión del contrato de construcción, de novar dicho convenio, en acto simultáneo, a favor de una compañía a la fecha inexistente, pero que en algún momento existiría jurídicamente y que resultó ser la QUIPORT S.A., conformada por dos viejos amigos de la inefable CCC, el señor Michael Huang y el señor Steven Neil Nackan, quienes, pocos días antes de la firma del contrato definitivo, el 16 de septiembre de 2002, se aparecieron por nuestra ciudad con 200 dólares en el bolsillo y fundaron - en medio de una serie de ilegalidades de fondo y forma que las autoridades pertinentes obviaron de manera complaciente - la compañía QUIPORT S.A. Astutamente, Vallejo omite hacer público que por disposición de la CORPAQ, de la cual era vicepresidente, y utilizando como pelele a un desconocido Diego Pachel Sevilla, y supuestamente por petición del Embajador de Canadá, la CORPAQ le entregó a la QUIPORT en bandeja de plata la administración del aeropuerto Mariscal Sucre (?), con todos los ingresos económicos que previamente habían sido elevados mediante sendas ordenanzas municipales, para mejor beneficio de los singularmente “premiados”.
Los dineros públicos que son recaudados por una empresa pública como el aeropuerto Mariscal Sucre, y que por definición se llaman “tasas”, es decir, el costo que paga un usuario por recibir un servicio público, de la noche a la mañana, por decisión de Vallejo, Moncayo, Concejales, Pachel y un selecto grupillo de “empresarios”, que se esmeraban angustiosamente en reiterar, que lo que estaban haciendo era muy legal y honrado, según consta de actas, convirtieron esas tasas en “tarifas” que debía cobrar la QUIPORT en su favor.
¡Increíble! La definición jurídica de tarifa se otorga a un servicio ya existente y que se presta a un usuario. ¿Cómo nos iban a cobrar los supuestamente canadienses una tarifa por un aeropuerto que todavía no existía? En ningún país africano, por salvaje que nos parezca, alguien se atrevería a proponer algo semejante: que nosotros pongamos el dinero para que unos extraños construyan un aeropuerto y nos pasen la cuenta que les dé la gana por esa construcción.
En el colmo del entreguismo y la corrupción, Moncayo y Vallejo, y Barrera también, resolvieron otorgar a la QUIPORT, a nombre de la Municipalidad, garantías financieras irrevocables comprometiendo las rentas y los bienes municipales como avalistas de los compromisos de CORPAQ para con la QUIPORT. Moncayo y Vallejo, ridículamente, han insistido en que tales garantías eran “morales” y no financieras, y en su exposición Vallejo recurre a la tesis de que por dos oportunidades los jueces desecharon el carácter financiero de tales garantías.
¡Cómo si los ecuatorianos no conociéramos la manera con la que se aplica la justicia en nuestro país! ¡Si algún interés de la historia lo demandara, en nuestro país existen jueces que condenarían a Abel por haber matado a Caín! Recuerdo claramente que en un programa transmitido por el canal Ecuavisa y que conduce el periodista Alfredo Pinoargote, cuando éste le exhibió el Poder con el cual otro cómplice de segundo orden, el Secretario General de la Municipalidad, Carlos Jaramillo, concedió garantías financieras a favor de LASALLE BANK NATIONAL ASSOCIATION como agente de las partes garantizadas y firmó esas garantías financieras a nombre de la Municipalidad, a Moncayo, pillado de sorpresa, no se le ocurrió decir otra cosa que “él no se compromete sino por lo que él firma”. ¡Chistoso! Hasta ahora estamos esperando que Moncayo le siga un juicio a Jaramillo por haber falsificado un poder supuestamente concedido por él. Al comienzo de este numeral he mencionado a Barrera como uno de los responsables en el otorgamiento de dichas garantías, como lo fueron todos los otros concejales. Barrera merece especial mención porque ya para ese tiempo, no se había apeado aún de las filas de PACHAKUTIK y había sido elegido concejal por esta agrupación. No tuvo empacho, como lo veremos más adelante, en traicionar esta responsabilidad que le había otorgado dicha fuerza política. Barrera, gracias a las habilidades que siempre ha puesto de manifiesto para desenvolverse en el mundillo de la política, se había convertido en hombre de confianza de Moncayo y conocedor, por supuesto, del proceso de negociación. Poco tiempo más tarde esas mismas habilidades le facilitaron el acceso al nuevo líder de las masas ecuatorianas, Rafael Correa, prácticamente un desconocido hasta entonces. 
Vallejo no cesa, en sus declaraciones al diario El Comercio del día 22 de febrero de 2013, de hacer gala de un cinismo que asombra. Reconoce que el Municipio a su cargo puso a disposición de la QUIPORT los dineros que ingresaban por operaciones en el Mariscal Sucre, pero sostiene a manera de excusa, primero, que el mismo Tribunal Constitucional que tiempo antes había considerado como “recursos privados” los generados por el aeropuerto Mariscal Sucre, ahora es el que considera que son “recursos públicos”. ¿Puede alguien asombrarse de cómo se manipula la Administración de Justicia en nuestro desgraciado país? Afirma también que contratos como ese son firmados y aprobados por otros países. A nuestro juicio lo único que tal afirmación puede confirmar es que no somos los únicos inmorales y corruptos en un mundo que no tiene asco de reconocer que el dinero lo puede todo.
Para el 2006 Moncayo y Vallejo ya no eran íntimos de Augusto Barrera. Éste, alumno espiritual de Maquiavelo, ya se había puesto a órdenes de Rafael Correa y logrado obtener espacios de confianza. La Silla Municipal ya bailaba ante sus ojos y prontamente comenzó su proceso de “desmoncayización y desvallejización”. Le informó al Presidente de lo inconveniente e inmoral del contrato firmado por Moncayo y de cómo tal contrato podía ser considerado como “el más claro ejemplo de lo que ha constituido para el Ecuador la larga y triste noche neoliberal”. Jamás podremos comprender cómo el señor Contralor accedió a renegociar un contrato que estaba manchado desde sus inicios de toda abundancia de irregularidades, y, en especial, de sobreprecio. ¿Es ético renegociar un contrato ejecutado con mala fe? En este punto es conveniente mencionar que cuando el proyecto de Tababela estuvo en la mira de los constructores, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército del Ecuador ofreció ejecutar dicha obra por un valor de CIENTO CINCUENTA MILLONES DE DÓLARES y que a estas alturas su precio se aproxima a los SETECIENTOS MILLONES DE DÓLARES. ¡Y faltan aún algunas consideraciones, según se nos ha advertido! Saque el lector sus conclusiones.
Barrera, ante los hechos que se han precipitado tras la apertura acelerada de Tababela y todos los problemas que se han hecho públicos tras su inauguración pese a los denodados esfuerzos de los medios de comunicación para restar importancia a los mismos, endosa la culpa de todo lo sucedido a la administración Moncayo-Vallejo, indicando que la responsabilidad de que no hayan existido rutas apropiadas para llegar a Tababela recae íntegramente sobre estos últimos, por haber descuidado la planificación de las vías. Vallejo riposta indicándonos que su administración dejó los contratos a punto para que se pudiera construir la vía Oyacoto -Tababela, para lo cual, inclusive, ya existía la aprobación de un préstamo por parte de la Corporación Andina de Fomento. Ambos se tiran la pelota. En la discusión debe considerarse también las razones que las dos administraciones esgrimen para justificar lo que es notoriamente un contrasentido. A nadie en su sano juicio se le ocurre construir un aeropuerto que no tiene vías de acceso. A los quiteños no nos queda más que sospechar que detrás de tanta aparente desidia, lo que ocurre realmente es lo de siempre: intereses inconfesables. Si alguien cree que la tal Ruta Viva, antes Ruta Sur; la construcción de un puente como es debido en el sitio del Chiche; la ruta por Collas, contratada por Barrera en vez de la de Oyacoto y en la que aparecen rasgos oscuros vinculados a una compañía constructora que posee desde hace cincuenta años un terreno de 800 hectáreas de superficie, además de una equivocación de la que nadie quiere hablar y que se refiere a un mal cálculo del puente sobre el río Machángara que debe construirse; la hipotética ampliación que va por la Avenida de los Granados y el interés puesto por la ampliación de la
Vía E35, como si los más entusiasmados en ocupar Tababela vivieran en Machachi, si alguien cree, todo esto, digo, como simple producto de la ineptitud, es porque es un tonto de capirote.
Todo esto, aunado a la crisis económica que se avecina sobre nuestro desgraciado país porque ya se nos acabó la plata y estamos sobre endeudados, me permite afirmar sin temor a equivocarme, que pasarán diez años o quizás más antes que la tal obra concluya. Lo que va a suceder es lo que siempre han pretendido los que nos introdujeron en este embrollo: que los terrenos de Chaupicruz queden vacantes y desaparezca ese aeropuerto y todos los quiteños tengamos que trasladarnos a Latacunga, no digo para viajar a París de un solo envión, sino hasta para partir a Esmeraldas y el resto de ciudades de nuestro país.

DECLARACIONES DEL GENERAL PACO MONCAYO
1. En el referido diario El Comercio se hizo pública, el día lunes 25 de febrero de 2013, una entrevista al General Paco Moncayo Gallegos, que no constituye otra cosa que el reiterado sonsonete con el que viene abordando desde hace muchos años a las preguntas, siempre las mismas, que los periodistas - no sé si por incompetencia, ignorancia u órdenes superiores - se esmeran en repetir.
Y él, de la misma manera, en contestar. El tema del momento parece estar concretado solamente a preguntarle por qué razones su nombre no consta en la placa - regalo autocomplaciente y vanidoso que se otorgan a sí mismos todos los políticos cuando entregan una obra, aunque ésta no pase de ser un simple servicio higiénico - en la placa, digo, que sí consta el nombre del Presidente que afirmó que la construcción de ese aeropuerto era un atraco, atraco que no ha finalizado con su apresurada entrega. Moncayo nos dice que no le importa, aunque sus reacciones parecerían decirnos lo contrario, y se circunscribe a hablarnos de sus supuestos logros, por ejemplo el de haber retirado del Centro Histórico a los vendedores informales que pululan en Quito. En Quito y en todas las capitales y ciudades importantes de nuestra Latinoamérica que soportan la imposición de regímenes político-administrativos vinculados a un sistema económico que produce abundantes riquezas de las que solo pueden disfrutar unos pocos, siempre hay vendedores ambulantes.
En honor a la verdad, es justo admitir que tal reclamo es valedero, aunque no haya podido ser sostenido en el tiempo, pues nuestra ciudad sigue inundada de tales mercachifles o buhoneros, que es el nombre que los identifica en otras partes. La liberación del Centro Histórico de su molesta pero entendible presencia no duró mucho y se ha extendido a otros espacios de la ciudad.
Omite, con perspicacia, el fracaso de otras obras emprendidas durante su gestión, como por ejemplo el Teleférico, causante de la ruina de muchas personas y de daños irreparables al medio ambiente de esa zona. Tampoco se refiere al descalabro total bajo su gestión administrativa del problema relacionado con la circulación vehicular. El transporte público empeoró en grado sumo, porque careció de los arrestos que supuestamente le sobraron en el Cenepa para afrontar los mezquinos intereses de los dirigentes de la transportación pública. Se dice que muchos integrantes de la fuerza pública tienen vinculaciones con dicho negocio. Tampoco ha querido informarnos cuáles son las razones que motivaron a su administración a crear diversos organismos con características de “empresas privadas”, los cuales, en muchos casos, constituyeron verdaderos “municipios paralelos a cargo de afortunados concejales”, como es el caso de VIDA PARA QUITO, al mando del Vicealcalde Andrés Vallejo; de CORPAIRE, cuyos ingresos para el municipio nunca han podido ser determinados hasta hoy y mucho menos quiénes fueron los beneficiados con los contratos de revisión vehicular, ni tampoco la suma que ingresaba a las arcas municipales en contraste a la que se incorporaba al bolsillo de los contratistas. Con dinero público no se puede premiar a constructores y proveedores amigos, sino que, por un elemental principio de decencia, deben ser ejecutadas tras un transparente proceso de comparación. Llama la atención, muy en especial, la creación de un organismo que se llamó INNOVAR, el cual manejaba directamente un presupuesto de 150 millones de dólares, casi la mitad de los ingresos del presupuesto total del Municipio de ese entonces y se ocupaba de 16 (dieciséis) áreas de gestión, lo que nos obliga a preguntarnos ¿para qué, entonces, existía el Municipio?

2. El señor General Moncayo, no podía ser de otra manera, reitera la falsa afirmación de su compañero, el señor Vallejo, acerca del cuento de la supuesta responsabilidad del Gobierno de Canadá en la dirección y construcción de la obra. Esto ya está aclarado más arriba, en el espacio dedicado a analizar las declaraciones de Vallejo, pero quizás el General Moncayo nos pueda responder una pregunta a la que nunca hemos encontrado respuesta: ¿Si el gobierno del Canadá era el responsable de la obra, por qué es que en los difíciles momentos que se presentaron en las demandas ante el CIADI, el organismo creado por el Banco Mundial para proteger sus inversiones, los canadienses no asomaron ni las orejas? En otro capítulo de las reiteradas mentiras a las que apelaba el General Moncayo cada cuando las inconsistencias asomaban, decía que era el SISTEMA AEROPORTUARIO DE HOUSTON (HAS) el responsable de la construcción del aeropuerto y que era inconcebible que se pudiera dudar de la honorabilidad y la capacidad técnica de un organismo norteamericano de fama mundial.
Este es otro capítulo negro de los temas en los que se incurrió para pretender ocultar las maniobras tendientes a consumar el asalto. En nuestra obra, ya mencionada, CORRUPCIÓN DE ALTO VUELO, hicimos una breve referencia al tema y no nos atrevimos a profundizar en él porque el Bufete de Abogados que estaba interesado desde esa ciudad, capital del Estado de Texas, en recibir mayor información sobre la manipulación a través de una empresa inscrita en un paraíso fiscal también llamada HAS y que había utilizado a la auténtica HAS de Houston para enviar personal a la construcción de nuestro Tababela, en mérito a políticas de ayuda establecida hacia los países subdesarrollados, esas personas, digo, no podían mantener un diálogo fluido con nosotros sino en idioma inglés y las informaciones tuvieron que interrumpirse. Sin embargo, duraron lo suficiente para que podamos comprender que altos personajes del mundo político de esa ciudad, entre ellos un concejal, fueran procesados por haber sido por lo menos sorprendidos por los vivarachos de QUIPORT. Está en nuestra memoria que a consecuencia de esos hechos el Director de la HAS de Houston se vio obligado a presentar su solicitud de jubilación de manera inesperada.
3. El señor General Moncayo pretende conceder méritos a la Dictadura Militar que nos rigió entre 1972 y 1979, porque fue ella la que tomó la decisión de hacer dos aeropuertos en el Ecuador. Seguramente el mentado Moncayo no ha leído nuestro libro, en el cual constan con muchísima claridad las investigaciones realizadas por la Revista Vistazo, números 417, de enero 11 de 1985; 421, de marzo 15 de 1985; y, 422, de marzo 29 de 1985.
Es una página negra en la historia de nuestra FUERZA AÉREA ECUATORIANA, que, por supuesto, no compromete a la Institución sino a las personas que participaron en actos reprobables, como tampoco compromete al Ejército Ecuatoriano, sino a los involucrados, en el crimen de lesa patria que significó la adquisición de armamento dado de baja por el Ejército Argentino, negociado que acaba de concluir en esa país, Argentina, con la condena definitiva y sin apelación posible al ex presidente Carlos Menem, de cuyos atracos al erario público de ese país le han convertido en el político corrompido por antonomasia. Mientras tanto, los responsables de la contraparte, aquí en nuestro Ecuador, siguen absueltos, como si devolver parte de las garantías les hubiera librado de responsabilidades. Lo repetiré una vez más: JAMÁS LAS FUERZAS ARMADAS FRANCESAS SE CUBRIERON DE TANTA GLORIA COMO CUANDO TUVIERON EL CORAJE DE CONDENAR A MUERTE AL MARISCAL PETAIN.

4. La Gramática Castellana define a la palabra falacia como Argumento falso pero aparentemente verdadero para inducir a error o engaño. De manera reiterada el General Moncayo incurre en una, que consiste en afirmar que para esos años el Ecuador estaba económicamente quebrado y que era imposible en la práctica encontrar una institución o nación que pudiera correr el riesgo de financiar a un país así. La falacia, en este caso, se destruye por sí sola. Ningún país, ni ninguna institución, ni ningún banco, nadie, absolutamente nadie, arriesgó un solo centavo en este negociado turbio.
He demostrado hasta la saciedad que todos los dineros que fueron utilizados para construir la mamarrachada que ha significado Tababela - cuyas falencias han comenzado a manifestarse a los pocos días de su irreverente inauguración - todos esos dineros, digo, han provenido de fondos generados por un organismo de carácter público como es el Aeropuerto Mariscal Sucre que funcionó en Quito.
Todo lo que se ha invertido en Tababela ha sido fondos provenientes del patrimonio de la Dirección General de Aviación Civil y del funcionamiento del aeropuerto Mariscal Sucre, todos bienes del estado ecuatoriano. Algún día deberá aclararse a dónde fueron a parar los desembolsos ejecutados por el BID y por otras bancas internacionales, porque con lo que se sacó del Mariscal Sucre habrían podido construirse cuatro Tababelas.
Debo recordarle, señor General Moncayo, que antes de que se pusiera en marcha la maquinaria de la corrupción, el Municipio recibió una propuesta por parte del Cuerpo de Ingenieros del Ejército Ecuatoriano de construir la mentada obra por un valor de 150 millones de dólares y que fue desechada, ahora todos sabemos por qué y para qué. Su argumento es falaz y no se compadece con los hechos. Sí teníamos plata los ecuatorianos para construir Tababela y no necesitábamos de préstamo alguno, si hubiéramos actuado con honradez.
5. Aún estuviéramos a tiempo de corregir toda esta inmundicia si existieran personas e instituciones honestas en el Ecuador, pero los hechos nos demuestran que los poderosos siguen adelante con su plan. Ni bien salió el último trasto de la Avenida de La Prensa, ya los conjurados comenzaron a romper el pavimento de la pista, en la parte norte, con la justificación ridícula de que hay que abrir pronto la Estación Norte del futuro Metro de Quito, infamia que esconde la angustia del hampa política de que su proyecto pueda ser archivado por algún patriota ecuatoriano que comprenda lo que toda la maquinaria corrupta que impera en el país, prensa libre, democrática e independiente incluida, se ha empeñado en ocultar.
Todo este disparate no se ha ejecutado sino para cumplir un solo propósito planificado por todos aquellos traficantes del dinero sucio que se lava en nuestro país y que todos sabemos de dónde proviene. Es por ello que, tras el bobalicón proyecto de la lagunita y el nuevo Colegio Benalcázar, lo que se esconde es hacer un nuevo Quito que se parezca a Manhattan. ¿Con qué dinero? Averígüelo usted, estimado compatriota que está leyendo estas líneas. Ahora sabemos por qué se construyó el aeropuerto de Latacunga: porque ese será el nuevo Aeropuerto Internacional y también el de Quito.
Los que hacen dinero “honradamente” - y que conste que lo estoy escribiendo entre comillas - se conformarán con que allí exista una Zona Franca. Todos los que sabemos leer y escribir conocemos para qué sirven estas tales zonas y hasta conocemos también los nombres y apellidos de todos aquellos que hoy gozan de inmensas fortunas después de haber abandonado el oficio de inteligentes contrabandistas.
Fue por ello, para finalizar, que se realizó por Andrés Vallejo Arcos y que fuera ejecutado por la Universidad de Harvard en el año 2007 y que el estudio contratado lleva por título “QUITO: el vacío como generador de una nueva centralidad”. Allí, con toda claridad, se planifica ¿cuál vacío?: el que va a dejar el aeropuerto Mariscal Sucre cuando lo destruyan, con la furibunda pasión con la que han comenzado ya a hacerlo antes de que tengamos pruebas del real funcionamiento de Tababela.
Esta fue la última vez que voy a referirme al caso de Tababela. Ya no tiene sentido insistir sobre un asunto que con el tiempo se resolverá solo.
Nada más deseo recordarles a los ecuatorianos que nunca seremos libres ni alcanzaremos el sueño de una patria pujante y progresista, mientras nos gobiernen personas sin escrúpulos y que hayan echado al tarro de la basura todas y cada una de las lecciones de cómo debemos defender nuestro Ecuador de los malos gobernantes y de los que atentan contra ella.

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