Para entender el acuerdo de paz de Gaza
Por Katrin Bennhold
Contra todo pronóstico, la guerra más larga y mortífera del conflicto palestino-israelí puede estar, por fin, cerca de la paz. ¿Cómo ha ocurrido?
Se espera que Hamás libere a los 20 rehenes israelíes que se cree que siguen vivos en Gaza a principios de la próxima semana. A cambio, el plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pide la liberación de prisioneros palestinos, la reanudación de la ayuda a Gaza y una retirada parcial del ejército israelí de las principales ciudades de la franja.
La gente en ambos lados de la guerra se siente esperanzada. Los israelíes están desesperados por ver el regreso de los rehenes que quedan. En Gaza, donde más de 67.000 personas han muerto y el 90 por ciento de las viviendas han quedado destruidas, los residentes celebran la perspectiva de un respiro de la guerra y el hambre.
Sigue habiendo mucha incertidumbre. No se han hecho públicos todos los detalles del acuerdo. Aún no sabemos hasta qué punto el ejército israelí se replegará. Tampoco sabemos exactamente cómo se volverá a permitir la entrada de ayuda en Gaza.
Y todavía hay muchas cosas que pueden salir mal. Los puntos de conflicto persistentes se dejaron para futuras discusiones. ¿Hamás se desarmará? ¿Quién dirigirá Gaza? Cualquiera de estos asuntos podría deshacer un alto al fuego endeble.
Tampoco era seguro llegar a un acuerdo para liberar a los rehenes. Se alcanzó no solo porque todos están cansados de la guerra, sino porque había algo a cambio para cada uno de los principales actores, como han informado mis colegas.
Hamás se arriesga
Muchos esperaban que Hamás rechazara el plan de Trump. El grupo asume un riesgo al aceptar liberar a los rehenes que quedan en Gaza. Eran su principal ventaja ante Israel. Y no hay certeza de que su liberación consiga lo que el grupo quiere a cambio.
Hasta ahora, Hamás había insistido en que la liberación de los rehenes estaba condicionada a la retirada completa de las fuerzas militares israelíes de Gaza, al fin permanente de la guerra y a la liberación de prisioneros palestinos. El acuerdo al que se llegó esta semana solo garantiza una de esas tres cosas: la liberación de los prisioneros.
Una forma de entender estas concesiones es que Hamás está gravemente debilitado. Buena parte de sus dirigentes fueron eliminados. Su apoyo entre los gazatíes es cada vez menor. Y se ha visto sometida a una enorme presión por parte de Catar y Turquía.
Otra forma de verlo es que Hamás puede aceptar un acuerdo y reclamar avances en algunos frentes: no se ha desmantelado. La atención del mundo vuelve a centrarse en la cuestión palestino-israelí. E Israel está más aislado que nunca.
Netanyahu trae a los rehenes a casa
La guerra en Gaza también ha sido una guerra de supervivencia política para el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Está siendo juzgado por soborno y fraude. Los atentados del 7 de octubre ocurrieron durante su mandato. Su popularidad ha disminuido. Y dentro de un año se celebrarán elecciones.
Trump tuvo que presionar a Netanyahu para que siguiera adelante con el plan de paz. Pero esta primera fase ha fortalecido a Netanyahu. Es posible que dé la bienvenida a casa a los rehenes israelíes. Y una esperada visita de Trump este fin de semana le permitiría disfrutar del resplandor de una celebración nacional.
Netanyahu también parece haber arrinconado a sus socios de coalición de la extrema derecha. Hasta ahora no ha habido amenazas de abandonar la coalición como consecuencia del acuerdo.
Donald Trump, pacificador
Para Trump, este plan de alto al fuego es la prueba definitiva de sus pretensiones de ser un negociador y pacificador. También podría ser un camino hacia el Premio Nobel de la Paz que tan abiertamente ha anhelado. (Da la casualidad de que el ganador de 2025 se anunciará hoy).
Pocos discuten que la voluntad de Trump de presionar a Netanyahu fue crucial para llegar a un acuerdo. Ningún presidente estadounidense había sido más severo con un primer ministro israelí.
Detener la matanza de esta guerra —que ha dejado en escombros tanto a Gaza como a la posición mundial de Israel— sería sin duda el logro de política exterior del que Trump se sentiría más orgulloso hasta la fecha.
Todo esto hizo posible un acuerdo sobre los rehenes. Pero ¿será suficiente para garantizar una paz duradera?
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