LAS AGRESIONES VERBALES A LA ORDEN DEL DÍA
"Las agresiones verbales son actos de violencia expresados a través del lenguaje, causando daño emocional y psicológico a la persona que las recibe. Estas agresiones pueden manifestarse de diversas formas, incluyendo insultos, gritos, amenazas, minimización, acusaciones y manipulación emocional. Su impacto puede ser significativo, afectando la autoestima, la salud mental y las relaciones interpersonales de la víctima.".
Por Jaime Cedillo F.
Algo no anda bien en nuestro país, y hay que tomar correctivos antes de que se nos vaya de las manos, o si es que ya se nos fue, tal como sostienen algunos analistas serios, que todavía quedan; los que dan a conocer sus puntos de vista de manera profesional por el bien de todos, especialmente de la clase política, porque desde allí parte la descomposición social, los malos ejemplos que se han multiplicado a lo largo y ancho de la patria.
La clase política se ha vuelto una peste, porque desde los puestos que ostentan han hecho de todo menos pensar en el bienestar del pueblo. Se han enriquecido a manos llenas, con la venia de los entes de control, y cuando se les cuestiona por sus patrimonios millonarios, arremeten con agresiones verbales, tratando de justificar lo injustificable.
La descomposición social no es solo en el sector público, las hostilidades, ahora vienen de todo lado, tratando de imponer sus puntos vista, sus caprichos, basta observar incrédulos el descomedimiento del presidente del banco Pichincha, en contra de un cliente que le reclama, con justa razón, por servicios cobrados por la entidad, sin el requerimiento del afectado. La respuesta del iracundo dirigente fue de una prepotencia tal, que ha dejado al país, perplejo: cámbiese de banco y no me joda. Qué dirá la Superintendencia de Bancos, al respecto, se cruzará de brazos, para que siga la joda, es decir, los cobros indebidos, los abusos, y toda la danza de pretextos para llevarse ilegalmente el dinero de los depositantes, de los ahorristas.
Las disculpas que ha pretendido dar el susodicho presidente del banco, no borra ni soluciona las quejas de los clientes que sufren atropellos, abusos, que les sacan el dinero de sus cuentas corrientes o de ahorros, y no hay a quién reclamar, no hay a quién volver los ojos, porque la respuesta es la misma: así es pero ya todo está consumado, quéjese, está en su derecho, pero a quién. Y, así las estafas continúan de mañana, tarde y noche, con la complicidad de las autoridades que tienen la obligación de sancionar con rigor, estos descarados excesos, para poner fin a los atropellos. Ya ni siquiera se puede demandar por el mal servicio porque te responden con una grosería del tamaño de sus edificios.
Pero no todos, proceden de mala manera, hay bancos, entidades financieras, que gozan de prestigio porque cumplen responsablemente con sus clientes; así como hay funcionarios públicos honrados, que trabajan con responsabilidad, que tienen una hoja de vida limpia; otros en cambio, que han logrado llegar a un cargo de representación popular con porcentajes ínfimos de votos, y que se creen con todo el derecho a hacer de las administraciones, como alcaldías y prefecturas, los que les viene en gana, despilfarrando el dinero en conciertos, farras, contratos direccionados, viajes internacionales de placer, con premeditación y alevosía, aprovechando la indefensión de la gente. Que han hecho de la prepotencia su mejor obra.
De esos seres repugnantes, está infestada la clase política ecuatoriana, y no hay esperanza de mejores días, ni siquiera hay una pequeña luz al final del túnel de la descomposición social. Estamos arruinados. "Las apariencias engañan, pero el tiempo es experto en quitar máscaras".
El Observador
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