lunes, 4 de septiembre de 2023

 Texto de Ilaria Landini

3 de septiembre de 2023

  

Jamil Mahuad va a perdurar en la historia de Ecuador como el hombre que pagó un precio alto por tomar una decisión que cambió la economía de su país para siempre: la dolarización. Tan solo once días después de instrumentarla, y con una crisis social en plena ebullición, un golpe de Estado expulsó al mandatario del país al que nunca más volvió. Hoy, el abogado de 74 años reside en Boston, Estados Unidos, donde da clases en la Universidad de Harvard. Desde allí, en una entrevista con LA NACION por Zoom, advierte que la dolarización es una medida extrema para una economía descontrolada y aclara que no se siente un “predicador” de ese régimen monetario. Entre 1988 y 1999, Ecuador vivía la “tormenta perfecta”: sufría las consecuencias del fenómeno El Niño, tenía una inflación del 65% anual y más de la mitad de la población estaba debajo de la línea de pobreza. Además, los mercados mundiales se cerraron debido a la crisis asiática y a Quito solo le quedaba como opción un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que en ese entonces aplicaba la política de “talla única” que exigía ajustar tarifas sin considerar la situación social de cada país. Ante este escenario, el 9 de enero de 2000, Mahuad anunció la dolarización. La medida redujo la inflación y el desempleo, el salario mínimo pasó de 49 dólares a 525 -aunque no fue una “solución inmediata”-, pero no potenció mejoras sustanciales en el crecimiento económico del país. El debate por la dolarización que hace 23 años tuvo lugar en Ecuador hoy tiene su sede en la Argentina, en plena campaña electoral y en medio de una crisis económica profunda. El candidato libertario Javier Milei, que se encamina a las elecciones de octubre con el impulso de su victoria en las PASO, propone abiertamente iniciar un proceso de dolarización para estabilizar la economía y erradicar la inflación, aunque los tiempos y las formas de instrumentarlo generan dudas y preguntas en un escenario de escasez de divisas. Mahuad admite que fue contactado por los equipos del aspirante de La Libertad Avanza y recuerda el rol fundamental que tuvo el exsuperministro de Economía de la gestión de Carlos Menem, Domingo Cavallo (“Mingo”, para él), en la dolarización ecuatoriana. “Si puedo devolver la ayuda de alguna manera, me encantaría”, dice el expresidente a LA NACION.

JAMIL MAHUAD. “Una dolarización es como un trasplante de hígado”

–¿Cómo fueron los tiempos del proceso de dolarización en Ecuador? –Una dolarización es como un trasplante de hígado. Porque dejas lo que tenías antes (la moneda) y adoptas uno nuevo. La dolarización era un cambio tan radical que no podía ser una decisión temporal, sino una política pública sostenible. Para eso, la definí como una mesa que requería apoyarse en tres patas: la técnica (hecha por un excelente equipo de economistas ecuatorianos y extranjeros), la social (que sea aceptada por la población, lo que ya ocurría porque en el 70% de la economía ya circulaban dólares) y la política, que tenga viabilidad por lo menos en el corto y mediano plazo mediante la aprobación de las leyes que debían cambiar todo un sistema legal construido para que Ecuador funcionara con moneda propia. Teníamos listos los estudios técnicos y estábamos seguros de que la gente recibiría al dólar con gran alivio; pero no conseguimos la pata política. En Ecuador, la facultad legal de dolarizar no la tenía el presidente sino el Banco Central, que estaba en contra, y era nombrado por el Congreso. La única vía era conseguir un acuerdo legislativo para sustituir a ese directorio y dada la práctica política ecuatoriana parecía una tarea casi imposible. Pero lo conseguimos y a las 24 horas anuncié la dolarización. Le dije al Banco Central: “Ustedes se reúnen mañana y dolarizan o renuncian porque los cambiamos”. No soy autoritario, pero no me quedó otra. El Banco Central la aprobó al día siguiente e iniciamos el proceso legislativo y los operativos de implementación.

EN CADENA NACIONAL. Así anunció Mahuad la dolarización en Ecuador

–En el caso de Milei, además de la dolarización, él propone eliminar el Banco Central. ¿Se podría dolarizar sin un Banco Central? –En Ecuador no, porque ellos tenían la atribución constitucional de dolarizar o no. Además, la información económica básica que necesitábamos para dolarizar estaba en el Banco Central: volumen de reservas, volumen de dinero en circulación, composición de la masa monetaria, etc. –Dice que la pata social estaba cubierta. Sin embargo, días después fue derrocado… –Sabíamos que íbamos a tener que hacer un proceso de educación social y que iba a haber confusión, pero la gente ya usaba el dólar, entonces lo aceptaría. La idea de que pierdes un símbolo nacional cuando pierdes la moneda es cierta. Pero cuando la propia gente en la calle ya resolvió perderlo y comprar dólares, estás con la corriente mayoritaria de un país. –Usted no volvió a Ecuador desde su derrocamiento. ¿Cuánto tiene que ver la dolarización con su exilio? –Nada. Yo estoy fuera de mi país hace 23 años porque [el expresidente Rafael] Correa ordenó a los jueces que reabrieran un proceso que me hicieron por haber aplicado el corralito -ocurrido diez meses antes de la dolarización-, que no es un delito. –¿Qué rol cumplió Estados Unidos en el proceso de dolarización? –Hay que diferenciar al FMI del gobierno de Estados Unidos. En esa época el gobierno de Estados Unidos no se involucraba en temas económicos mientras no hubiera un acuerdo con el FMI. El problema era que el FMI estaba en contra. El Fondo creía que, con un programa típico, de ajuste, Ecuador iba a salir adelante. Y yo veía que habíamos hecho todo y que no salíamos. Además, el Fondo jamás nos dio un centavo, a diferencia de los miles de millones de dólares que recibió la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri… –¿Por qué? –Eran otras épocas, con la política de “talla única”. No podían hacer ni una sola excepción. Estuvimos en la tormenta perfecta. Cuando una huelga nacional de varios días me obligó a dar marcha atrás en un incremento de combustibles, acepté que con los mercados cerrados y sin ayuda del FMI tenía que cambiar de paradigma y cortar de un tajo el nudo gordiano en que nos hallábamos. Al cabo de seis meses de estudios, concluimos que la dolarización era la espada que cortaría ese nudo. Así lo hicimos y el nudo se cortó.

foto AML
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DE ECUADOR A EE.UU. Mahuad asumió la presidencia el 10 de agosto de 1998; el 21 de enero de 2000 fue derrocado y se instaló en Estados Unidos.FOTOS: ARCHIVO Y GENTILEZA DIARIO EL UNIVERSO

–¿Cuáles eran las principales dudas que tenía la gente? –Muy parecidas a las que tienen ustedes. La primera pregunta es si es o no conveniente dolarizar. Segundo, había un grupo que decía que, aunque fuera conveniente, era imposible dolarizar, pues no había reservas. Y luego decían que, aunque hubiera reservas, había que dolarizar a una tasa tan brutalmente alta que iba a producir una hiperinflación inmediata y sangre en las calles. –El economista venezolano Ricardo Haussman y el argentino Domingo Cavallo fueron grandes pilares en su proyecto. ¿Por qué apeló a gente fuera de Ecuador para llevar a cabo la medida? –Cuando no sabes, y crees que sabes, te metes en un lío y a tu país también. Cuando no sabes y sabes que no sabes puedes hacer un buen trabajo si necesitas ayuda y la pides. Ningún país del mundo había dolarizado antes. Lo más parecido era un esquema que un buen amigo mío había aplicado en su país cuando fue ministro de Finanzas. Y ese muy amigo mío se llama Domingo Cavallo [por la convertibilidad en la Argentina]. Si no hubiera sido por la ayuda de “Mingo” y la experiencia argentina, quién sabe, lo hacíamos muy mal. Si puedo devolver la ayuda de alguna manera en eso que hicimos, me encantaría. Es como pagar una vieja deuda. –¿Cómo fue la conversación con usted mismo para tomar semejante decisión? –Cuando tenía 18 años por primera vez escuché la oración de la serenidad y desde entonces cerraba mis discursos inaugurales con ella; de hecho, la incluí en el discurso de toma de posesión de la presidencia. La oración dice: “Señor, dame la serenidad suficiente para aceptar las cosas que no puedo cambiar. Dame el coraje suficiente para cambiar las que sí puedo y dame tu luz para que entienda la diferencia”. Mi sereno juicio me decía que la dolarización era lo necesario para el país. Yo necesitaba reunir el coraje para tomar una decisión que era la primera vez en el mundo que se tomaba, contra el Fondo Monetario, contra la gran mayoría de macroeconomistas, contra la opinión de gente muy pesada en mi país… Pero, así como hay un GPS para manejarse en las ciudades, hay un GPS interno. Es tu brújula moral, si te alineas con tu GPS interno te puedes equivocar, pero jamás te dirás “¿por qué hice eso?”. O, peor, “yo ya lo sabía”.

DECISIÓN. Mahuad recuerda cómo deliberó la dolarización de Ecuador

–¿Cuáles fueron los efectos positivos y negativos de la dolarización? –Nosotros sabíamos que un efecto negativo era que perdíamos la posibilidad de devaluar como mecanismo para fomentar la exportación; pero como nos estábamos ahogando y el país no daba más, pensamos en lo que íbamos a ganar. Primero, íbamos a ponerle un ancla a la economía. Anuncié la medida un domingo en la noche por cadena nacional; el lunes era la prueba terrible. No hubo una masiva concurrencia del banco a sacar dólares como había habido hasta el viernes anterior; se calmó. El solo anuncio eliminó la devaluación, detuvo la demanda de dólares e hizo caer dramáticamente la tasa de interés en los mercados. La inflación fue muy alta el primer año. Pero a partir del segundo bajó a niveles internacionales y se ha mantenido en un solo dígito por más de 20 años. Ahora mismo está en alrededor del 2%, más baja que la de Estados Unidos. La dolarización ha separado los problemas del sector público (que siguen siendo enormes) de los del sector privado, que ha seguido caminando y con muy buenos resultados. –Estas fueron las consecuencias positivas en el corto plazo, ¿qué pasó después? –Rafael Correa entró en 2007. Hasta ese año, los gobiernos fueron sumamente responsables. Cuando dolarizas, eliminas la posibilidad de imprimir moneda, es decir, pierdes al prestamista de última instancia, que es el Banco Central. Como no puedes imprimir moneda, sabes que si se apaga la luz en el Palacio Nacional habrá que quedarse sin luz porque no podemos imprimir dólares. Y esto los llevó a una política de autocontención. Con Correa, el gasto público pasó de un 20% a más de un 40% en un año. Y dejó una herencia tan pesada que la llevamos sobre los hombros hasta ahora. La dolarización ha sido como un pedazo de balsa en el océano. Correa hizo todo para hundirla y no lo logró. –En los últimos años el crecimiento de las otras economías andinas fue más alto que el de Ecuador. ¿Tiene que ver esto con la dolarización? –La economía de Ecuador decreció un poco más que el promedio de América Latina y el Caribe durante la pandemia y se ha recuperado más lentamente en los dos años posteriores. Esto se explica porque en los años 2021 y 2022, Ecuador, a diferencia de la mayor parte de países de América Latina, hizo un ajuste fiscal muy severo, habiendo pasado de un déficit de 5,8% del PBI en 2020 a un superávit de 1,5 % en 2022. Además, fíjate todo lo que pasa en mi país. Un presidente acaba de llamar a elecciones otra vez por el desastre político en el que se encontraba; el narcotráfico acecha al país y la violencia en las cárceles aumenta. Pasan cien mil cosas, ¿y vamos a culpar a la dolarización? –La medida aún tiene el 86% de aprobación entre los ecuatorianos… –Claro, porque piensan en sus beneficios económicos y no quieren volver a ese terrible pasado. Cuando dolarizamos, las personas con ingresos muy modestos se convirtieron en sujetos de crédito. Esa gente es la que defiende la dolarización. –¿Y quiénes se oponen? –Un grupo de personas que siempre dijeron que no valía la pena dolarizar y 23 años después siguen esperando una señal que les confirme que tuvieron razón, un poco para salvar la cara. Los totalmente ideologizados, la gente de Correa. –Si es tan positivo, ¿por qué no lo han hecho otros países? –Porque eso es como decir que todos los pacientes con problemas de hígado del mundo deberían tener un trasplante. Solo lo haces cuando tu hígado ya no funciona. En Ecuador, si el 70% de la economía ya estaba dolarizada, ¿qué era más obvio y fácil? ¿Dolarizar el 30% que faltaba o “resucretizar” el 70% cuando nadie quería el sucre? –Ecuador vive hoy altos niveles de inseguridad alimentados, en parte, por el creciente narcotráfico asociado al lavado de dinero. ¿La dolarización favoreció al crimen organizado? –Marginalmente. El primer gran factor es la ubicación geográfica de Ecuador, que está al lado de Colombia, el gran productor de cocaína en el mundo, y de Perú, donde llega también coca de Bolivia. A esto se sumó una serie de medidas tomadas especialmente por el gobierno de Correa que eliminaron controles fundamentales del narcotráfico, como la eliminación de la visa para entrar al país, la legalización de la posesión de drogas y la desmantelación de la inteligencia de la Policía y de las Fuerzas Armadas. Además, hay una muy seria acusación de que las FARC financiaron su campaña. Entonces, si tú haces todo eso, ¿cómo no vas a tener narcotráfico? ¿Tiene la culpa de eso el dólar? –En el lugar en el que que está parado hoy, ¿qué hubiera hecho distinto? –Si hubiera sabido que las conversaciones con el FMI no llevaban a nada, hubiera buscado antes un cambio de paradigma. –¿Cómo obtuvieron los dólares y a cuánto dolarizaron? ¿Cómo fue el plan para sacar el sucre de la calle en su totalidad? –Los que no quieren la dolarización te dicen que no hay dólares. Nosotros lo hicimos a 25.000 sucres por dólar, mientras el informe del Banco Central decía que no lo podíamos hacer a menos de 33.000. Una dolarización eran dos cosas: un monumental ajuste cambiario y luego había que retirar los sucres que están en circulación. Entonces dijimos: tenemos que ir nosotros con los dólares a donde está la gente ya que no le vamos a pedir a todo el mundo que venga hacia nosotros. Hicimos un convenio con Coca-Cola porque era la empresa que tenía más sitios de distribución en el país; se vendía en las tienditas más chiquitas y en los sitios más alejados. Allí llegaba un grupo del Banco Central y decía: “Vamos a venir en ocho días”. La semana siguiente llegaban con los dólares para cambiar los sucres y así se fue haciendo… En nueve meses había terminado todo. El sucre ya no estaba en circulación. Y nos quedaron en el Banco Central 11 millones de dólares lo cual demuestra que estuvo bien hecho.

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PROFESOR. Mahuad da clases de Negociación y Liderazgo en la Universidad de HarvardFOTO: GENTILEZA DIARIO EL UNIVERSO

–¿Lo contactó el equipo de Milei? –Sí, me contactó Emilio Ocampo; un economista serio. Mi ministro de Finanzas estuvo trabajando con él durante varios meses. Y según él no hay reservas en el Banco Central argentino, pero hay manera de conseguirlas. Yo no puedo opinar porque no lo sé. –¿Qué diferencias y similitudes presenta la actualidad de la Argentina con el Ecuador de entonces? –Entre las diferencias, en primer lugar, en Ecuador la dolarización nunca fue parte de la campaña electoral. Segundo, nosotros ya teníamos bimonetarismo, y, además, el dólar era libre; había un solo precio para el dólar, no siete, como tiene la Argentina. Esa es una gran diferencia. Por otro lado, ambos países estuvimos rondando el límite de la hiperinflación, con poblaciones totalmente desesperadas emocionalmente, furiosas contra los dirigentes. Los sueldos, la depreciación brutal del ingreso de los trabajadores... Esa es una situación muy fea porque ya todo está dolarizado menos los sueldos de la gente, que gana en sucres o en pesos. –¿Cómo ve una eventual dolarización en la Argentina? –Primero, recomiendo que hagan la revisión de las tres patas de la mesa -la política, la social y la económica- a conciencia. Hay que estudiar si hay reservas en el Banco Central, a qué tasa pueden dolarizar, cuáles son los efectos en el sistema financiero y en la gente. Para que una política pública se sostenga, en el fondo necesitas un gran acuerdo nacional. Además, me preguntaría muy claramente cuáles son las reformas legales que tengo que hacer, ya que la legislación está hecha para que funcione en pesos, y qué mayoría tengo en el Congreso para que esa reforma pase. –Milei no la tendría… –A lo mejor se le ocurre un plebiscito, como ha dicho. Yo haría eso porque entiendo que socialmente la gente lo aceptaría si ya piensa en dólares.

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