jueves, 19 de agosto de 2021

 

POR: Francisco Escandón Guevara

Publicado en la Revista El Observador (edición 123, junio 2021) 

 


La Asamblea Nacional: Actualidad y perspectiva

Las polémicas elecciones de febrero del 2021 no sólo definieron a las candidaturas que pasaron al balotaje presidencial de abril, sino también establecieron los nuevos asambleístas.
A diferencia de otros momentos, el actual Parlamento no tendrá una fuerza mayoritaria y hegemónica que por sí sola sea capaz de legislar y fiscalizar con independencia de otros bloques parlamentarios; de allí la necesidad de liar acuerdos, alianzas o pactos para alcanzar los mágicos 70 votos necesarios.

De los 137 asambleístas electos, según la proclamación oficial de resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE), el correísmo es la primera minoría con 49, le sigue el bloque de Pachacutik que superó sus nichos históricos al alcanzar 27 legisladores, la Izquierda Democrática repuntó con 18 curules, al igual que los socialcristianos, mientras que al movimiento de gobierno le corresponden 12 votos y los restantes 10 se adjudicaron a varias fuerzas políticas que en lo posterior conformaron el Bloque de Independientes.

Esa dispersión es el resultante de que en los comicios de la primera vuelta electoral se superó la forzada dicotomía entre progresistas y neoliberales, basta recordar que dos de cada tres votos optaron por candidaturas distintas al correísmo y tres de cada cuatro no lo hicieron por Lasso, pero además por la potencialidad de los paraguas electorales de Yaku Pérez y Xavier Hervas, y también por la aplicación del método de Webster que reemplazó al de Hondt para asignar escaños.

Tales particularidades incidieron en las elecciones de las autoridades de la Asamblea Nacional. Es clave el control del Consejo Administrativo de la Legislatura (CAL) y de las 15 comisiones, pues de estas cuotas de poder en el Estado depende la prioridad en el tratamiento de las leyes, la viabilidad de fiscalización a los funcionarios públicos y otros asuntos legislativos; por eso el interés de captarlas.

En la sesión inaugural del Legislativo, se pusieron a prueba las convergencias previamente logradas. El pacto de la regalada gana, conformado por Nebot, Lasso y Correa fracasó, los socialcristianos no lograron la presidencia parlamentaria, el banquero no selló su intento de gobernabilidad al proyecto neoliberal y el correísmo no alcanzó la impunidad a la corrupción camuflada detrás de la Comisión de la Verdad. Ni las maniobras para burlar el procedimiento parlamentario les fue suficiente.

En su lugar, prosperó un acuerdo que sumó las voluntades del Bloque Minga (Pachacutik e Izquierda Democrática), el oficialismo y los Independientes que juntos llegaron al límite de los 70 votos.  Por los próximos dos años el CAL tendrá una mayoría constituida por dos asambleístas de Pachacutik y otros dos de la Izquierda Democrática, el oficialismo logró un espacio de representación y probablemente alineará a la cuota política de los independientes, mientras que el correísmo pudo asegurar solo una representación en la dirección de la Asamblea Nacional.

Lasso rompió con sus aliados electorales, los socialcristianos, y aunque logró evadir temporalmente las críticas anticorreístas, no consigue aún consolidar una mayoría legislativa que le permita gobernabilidad para aprobar su agenda económica y política. El nuevo gobierno sumó a su proyecto político a los independientes y logra duplicar su incidencia legislativa.

El partido de Nebot sufrió un fuerte revés: quedó sin representación en el CAL y sin alianza gubernamental, sufrieron bajas de su bloque original y por largo tiempo estarán estigmatizados por su vinculación al correísmo. En tanto, el bloque de UNES develó sus aspiraciones políticas que no rebasan del intento de meterle la mano a la justicia, versión 2.0., aunque para limpiar el historial delictivo de sus caudillos tengan que pactar con el mismo diablo.

Pachacutik parecía, hasta hace unos días, el ganador de las primeras jornadas legislativas. Si bien es evidente que la presidencia de Guadalupe Llori, perseguida política durante el correísmo, ventila las viejas estructuras parlamentarias, pero las distintas versiones del alcance al acuerdo que destrabó la polémica elección de las autoridades legislativas, especialmente aquellas vinculadas a un probable cogobierno, causan un sisma político en su base social, al punto que su principal referente electoral, Yaku Pérez, renunció a su vinculación orgánica con este movimiento.

La Izquierda Democrática también sufrió bajas de su bloque legislativo, expulsaron a una de sus asambleístas por desacato. En tanto, los independientes al adherirse al oficialismo revalorizaron su presencia parlamentaria, acaban de lograr espacios en el gabinete ministerial y seguramente serán beneficiarios de la subasta de algunas instituciones públicas que serán dominadas por ciertos asambleístas en determinadas provincias.

La perspectiva futura inmediata es que los acuerdos iniciales no se sostengan, la propia conformación de algunas comisiones permanentes proyecta la crónica anunciada de mayorías móviles. Nada está dicho, la iniciativa legislativa del gobierno de Lasso necesitará de negociaciones continuas. Le urge la renegociación de la Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional; a cambio de recursos para cubrir el déficit fiscal anual, básicamente se someterá a lo que Moreno ya pactó con los organismos crediticios internacionales.

En agenda está la reforma tributaria que proyecta la ampliación de la base de contribuyentes, a partir de quienes tengan ingresos mayores a 550 dólares, la reforma laboral que intentará extender la precarización del trabajo, haciendo un símil de la Ley de Apoyo Humanitario, la privatización del IESS y de los activos estatales, la ampliación de la frontera minera y petrolera, la suscripción de acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, China y la Alianza del Pacífico, etc.

La gobernabilidad burguesa que el gobierno reclama de la Asamblea Nacional implica la suscripción a estas políticas públicas neoliberales que profundizarán la crisis que azota al Ecuador. El gobierno es el más interesado en tener una mayoría, alrededor de esa lógica buscarán asociar a las élites, fomentar la deserción de legisladores de sus partidos e incluso inaugurar un nuevo reparto del Estado a cambio de votos para aprobar sus leyes. No es desestimable que el acuerdo de Lasso, Nebot y Correa resucite.

Si las viejas prácticas de la legislatura anterior sobreviven, si privilegian los intereses de las élites por sobre las exigencias del pueblo, pronto las expectativas del pueblo estallarán.

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