viernes, 20 de agosto de 2021

 

POR: Armando Sacta Guamán

Publicado en la Revista El Observador (edición 123, junio de 2021) 

 


Fundación Cultural La Palabra
Cuarenta años de existencia cumple la FUNDACIÓN CULTURAL “LA PALABRA”. Nació por iniciativa de un grupo de jóvenes amantes de la poesía. Inicialmente se llamó “Grupo Cultural Yanapaguana”, decisión que acordaron Luz María Guapizaca Vargas, Rubén Vélez Sánchez, Armando Mora Castro, Vicente Vélez Martínez, Fernando Cabrera Espinosa, Luis Freire Argudo, Vicente Rommel Berrezueta Berrezueta y Nardo Galarza; reunidos a comienzos de Septiembre de 1979, a las cuatro de la tarde, en el Restaurante Raymipamba de la ciudad de Cuenca.

Pero un año después, el 6 de Octubre de 1980, también a las cuatro de la tarde, reunidos en el viejo café Flamingo, resolvieron el cambio de nombre, por Grupo Cultural “La Palabra”; acogiendo la idea de Armando Mora Castro. Y sus primeros miembros fueron Luz María Guapizaca Vargas, Ruth Sempértegi Mata, Bertha Sotomayor Torres, Rigoberto Cordero y León, Rubén Vélez Sánchez, Armando Mora Castro, Vicente Vélez Martínez, Luis Freire Argudo, Fernando Cabrera Espinosa, Luis Orellana Díaz, Vicente Rommel Berrezueta Berrezueta, Rubén Darío Molina, Rodrigo Ulloa y Miguel Marín. Fue elegido primer Presidente Armando Mora Castro. 

A los pocos días de esta reunión, mi amigo Rubén Vélez Sánchez, me invitó a ingresar el Grupo Cultural “La Palabra”. De mi parte le agradecí, sugiriendo que el Grupo se constituya en Fundación, ofreciéndole escribir el borrador del Estatuto, para que se apruebe y tramite su personería jurídica; lo que no pude cumplir, por ocuparme en fundar el Colegio “Manuel Muñoz Cueva”, de la parroquia Llacao del cantón Cuenca; el mismo que fue creado con el nombre de Arcenio Ullauri. 

Armando Mora Castro, con su cargo de primer Presidente, para difundir las creaciones poéticas de los miembros del Grupo Cultural, se dedicó a organizar recitales de poesía y música en la provincia del Azuay, y en diversos lugares del Ecuador. Así comenzó el prestigio del Grupo Cultural “La Palabra”. Pero en 1985 viajó a los Estados Unidos, buscando mejor vida, y dejó un innegable vacío en la Organización.

El segundo Presidente del Grupo Cultural “La Palabra” fue Vicente Rommel Berrezueta Berrezueta, siendo su máxima labor la promoción del Grupo Cultural, a través de Diario “El Mercurio”; donde cumplía su trabajo de periodista.

Luego, como tercer Presidente, Rubén Vélez Sánchez, dado que    la poesía es cultura y prestigio de los pueblos, comenzó su trabajo recopilando los poemas de sus compañeros, para la primera “Antología Poética del Grupo Cultural La Palabra”, que logró publicar en 1990. De esta manera promocionó la creación literaria de los integrantes del Grupo Cultural. Pero debido a que esta creación no genera ganancia económica para la vida, varios miembros se alejaron de la Organización. 

Sin embargo, Rubén Vélez Sánchez, con su fortaleza del ideal permanente, no dejó que desaparezca el Grupo Cultural; más bien, en 1987, consiguió el ingreso de nuevos y valiosos miembros: Magdalena Molina Vélez, Inés Márquez Moreno, Marieta Cuesta Rodríguez, Rosalía Arteaga Serrano, Sara Vanegas Coveña, Violeta Calero Sotomayor, Magali Vanegas Coveña, Catalina Sojos Mata, Rigoberto Cordero y León, Alberto Ordóñez Ortiz, Iván Petroff Rojas, Hernán Avendaño Parra, Genaro Patiño Ledesma, Luis Marca Mejía, Gerardo Salgado Espinoza, Wilfrido Paredes Matute, Armando Orellana Macías, Guillermo Hurtado Álvarez, Segundo Calle Angulo, Gerardo Hurtado Álvarez, Jorge Arízaga Andrade, Rubén Darío Molina y Fernando Andrade Barrera.

Así fortalecido el Grupo Cultural “La Palabra”, diez años después de su creación, siempre con su iniciativa personal, Rubén Vélez Sánchez, dedujo que los calificativos “Cultural” y “La Palabra”, significaban responsabilidad histórica de servicio a la comunidad. Por eso visitó a los colegios secundarios de la provincia del Azuay, para difundir la importancia de la lectura y la investigación, la práctica diaria de principios y valores en la convivencia humana, y convencer a los alumnos que ellos representaban el devenir de la justicia y equidad social. Con este fin organizó varios Recitales de Poesía y Música, llenando de fraternidad el corazón de los jóvenes. También patrocinó cuatro Certámenes de Oratoria, en diferentes años lectivos; siendo triunfadores los alumnos representantes del Colegio César Dávila Andrade, Catalinas, Marianitas y Colegio Militar.

Asimismo, con la carpeta de su proyecto bajo el brazo, a mediados de 1989, me encuentra Rubén Vélez Sánchez, buscando el apoyo de las autoridades de Cuenca y del Azuay, para su anhelo de dimensión nacional, estimular a los poetas jóvenes del país, con la BIENAL DE POESÍA ECUATORIANA “CIUDAD DE CUENCA”. Y me cuenta el estímulo de sus profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca, Doctor Efraín Jara Idrovo y Licenciado Edmundo Maldonado Samaniego; pero no así de las autoridades de otras instituciones públicas.  

En verdad Rubén Alberto Vélez Sánchez, era el alma vital del Grupo Cultural “La Palabra”; su entusiasmo y voluntariado no tenían límites ni cansancio, era un benemérito gestor cultural; de rostro sereno, leve sonrisa, gentil y amable. Nos despedimos, y él se alejó para continuar subiendo y bajando las gradas de las autoridades locales, buscando el apoyo para su extraordinario proyecto cultural. Y así, tiempo después, con persistencia encomiable, venciendo las dificultades de los financiamientos respectivos, logró la realización de siete Bienales Nacionales de Poesía Ecuatoriana.

La Primera Bienal, en 1990, fue en homenaje al poeta cuencano César Dávila Andrade. La convocatoria tuvo un éxito inesperado, participaron 120 poetas ecuatorianos, con obra publicada. Resultó triunfador y obtuvo el Primer Premio, el poeta guayaquileño Mario Campaña Avilés, con su libro “Cuadernos de Godric”.

La Segunda Bienal, en 1992, fue asimismo en homenaje a César Dávila Andrade. Participaron 95 poetas ecuatorianos, en esta vez con obra inédita. Debido a la reducida calidad de las obras, nadie obtuvo el Primer Premio. El Segundo Premio ganó la poetisa guayaquileña Carmen Vásconez Martínez, con su libro “Memorial a un acantilado”.

En el intermedio de las Bienales, como Rubén Vélez Sánchez nunca olvidó mi sugerencia de que el Grupo Cultural “La Palabra” se constituya en Fundación, aprovechando que la integrante del Grupo Cultural, Doctora Rosalía Arteaga Serrano, era Ministra de Educación y Cultura, consiguió que el Grupo Cultural se convierta en la “FUNDACIÓN CULTURAL LA PALABRA”, mediante Acuerdo Ministerial N° 01325, el Viernes 9 de Julio de 1993.

La Tercera Bienal, en 1994, fue en homenaje al poeta guayaquileño Medrado Ángel Silva Rodas. La convocatoria tuvo 99 poetas ecuatorianos participantes, con obra inédita. Resultó triunfador y obtuvo el Primer Premio, el poeta quiteño Fabián Vallejos Almeida, con su libro “Alimonis o cantos del Tiaó”.

La Cuarta Bienal, en 1996, fue en homenaje al poeta cuencano Rigoberto Cordero y León. Participaron 105 poetas ecuatorianos, con obra inédita. Resultó triunfador y obtuvo el Primer Premio, el poeta esmeraldeño Édgar Allán García Rivadeneira, con su libro “Cannabis”.

La Quinta Bienal, en 1998, fue en homenaje al escritor lojano Manuel Benjamín Carrión Mora, fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Participaron 144 poetas ecuatorianos, con obra inédita. Resultó triunfador y obtuvo el Primer Premio, el poeta guayaquileño Luis Carlos Mussó Mujica, con su libro “Y el sol no es nombrado”.

La Sexta Bienal, en 2006, fue en homenaje al poeta cuencano Eugenio Moreno Heredia. Participaron 156 poetas ecuatorianos, con obra inédita. Resultó triunfador y obtuvo el Primer Premio, el poeta manabita Raúl Vallejo Corral, con su poema “Crónica del mestizo”. En torno al Premio de este concursante, surgió una gran polémica; porque el Jurado Calificador fue en contra del Numeral 2 de las Bases, que exigía mínimo 700 versos, y el poema triunfador sólo tenía 194 versos.

Conviene anotar que esta Sexta Bienal se realizó ocho años después de la Quinta Bienal, porque al asumir la Presidencia de la Fundación el escritor Genaro Patiño Ledesma, desistió de convertirse en mendigo y tocar las puertas de las autoridades de turno y las puertas de las empresas privadas, a fin de reunir los fondos para la Bienal. En ese entonces las autoridades con su ignorancia pensaban que invertir en cultura era mal gastar dinero.

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