martes, 25 de mayo de 2021

 

Protestas en Colombia: descontento social por desigualdad, represión y partidos políticos 

COORDENADA CRÓNICA. La situación colombiana tiene antecedentes históricos y repercusiones en el futuro en sus elecciones, como Chile. El periodista Témoris Grecko y el académico del Colmex Juan Cruz Olmeda, explican a Coordenada  Crónica los puntos torales del pasado, presente y posible futuro del movimiento social, que dejarían algunas lecciones en América Latina 

Protestas en Colombia: descontento social por desigualdad, represión y partidos políticos  | La Crónica de Hoy

Un hombre ondea una bandera colombiana durante una nueva jornada del Paro Nacional en contra del Gobierno de Iván Duque y la violencia policial, en Cali. (EFE/ Ernesto Guzmán Jr)

“Venom” es sólo una de las armas que la policía colombiana ha utilizado contra los manifestantes colombianos. El sistema de lanzamiento de proyectiles disemina gases lacrimógenos y otras sustancias tóxicas de manera indiscriminada que puede herir a los manifestantes, incluso de forma mortal, ha alertado Human Rights Watch (HRW). Durante las protestas en Colombia, que alcanzaron tres semanas, tanquetas, balas de goma, teaser y la brutalidad policiaca han dejado oficialmente 14 homicidios, con reportes de hasta 55, de acuerdo con denuncias reportadas en HRW.

El uso desmedido de la fuerza pública es sólo una de las repercusiones más atroces del conflicto social que sacude al país sudamericano, el cual tiene antecedentes inmediatos e históricos, así como una muy probable repercusión en el curso de la nación de cara a sus próximas elecciones presidenciales, el próximo año. Algo similar ocurrió con Chile en 2019 y el sistema de partidos sufrió recientemente las consecuencias. 

La policia colombiana ha empleado equipo peligroso para diseminar las manifestaciones, como el lanzamisiles  con gases llamado  "Venom". (FOTO: RRSS)

Para comprender mejor este escenario, el periodista Témoris Grecko y el académico Juan Cruz Olmeda, explican a Coordenada Crónica los puntos torales del pasado, presente y las posibles consecuencias en el futuro inmediato tras las protestas colombianas.        

“El conflicto colombiano no debe verse como un problema reciente ni de corto plazo”, señala Témoris Grecko, periodista mexicano que ha trabajado en zonas de conflicto, quien añade que la reforma tributaria presentada por el gobierno de Iván Duque revive el descontento social que emprendió las manifestaciones y el paro nacional de 2019, las cuales perdieron fuerza debido a la pandemia. “Pero las raíces de todo son más hondas y vienen de más atrás, lo que vemos ahora es la expresión más actual de un descontento muy antiguo”. 

HISTORIA DE LAS DERECHAS.

En Colombia nunca hubo una revolución social, sólo guerras civiles entre los dos grupos de la oligarquía: el conservador y el liberal, cuyo problema no era ideológico, sino de afinidad. “Algunos de ellos, principalmente los liberales, emplearon a los movimientos populares como parte de su arsenal, pero en los años 50, cuando estos grupos presentaron reivindicaciones propias, las oligarquías reconocieron el peligro. Por ello, liberales y conservadores se unieron y alternaron el poder para evitar el ascenso de los movimientos sociales, así ha sido desde entonces”.

Esta derecha colombiana, añade el también productor y guionista, generó uno de los Estados más violentos en la región, capaz de orquestar asesinatos y desapariciones de todo un partido político de izquierda. “La falta de una oposición ha generado una enorme insatisfacción, una brecha social enorme, un retraso en las reformas sociales –Colombia no tuvo una reforma agraria, por lo que la incertidumbre de los campesinos sobre sus tierras persiste hasta la actualidad”. 

Juan Cruz Olmeda es investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México (Colmex) y especialista en Política en América Latina, entre otras áreas, y recuerda que si bien la reforma tributaria, que afectaba principalmente a la clase media –que el gobierno ya retiró–, fue lo que encendió la mecha en las actuales protestas, hay tres puntos más profundos que no se deben soslayar. 

Juan Cruz Olmeda.

DESIGUALDAD Y BRUTALIDAD POLICIACA. 

El desarrollo histórico del país, descrito por Témoris Grecko, provocó una sociedad muy inequitativa, donde los costos se reparten de manera diferenciada con las clases altas. “Esta desigualdad ha sido agudizada en los sectores económicos y de salud debido a la pandemia”, menciona el académico del Colmex. 

Al igual que Chile, Colombia es en la región uno de los países que, en términos económicos, ha hecho bien las cosas, añade, pero los frutos de ese bienestar no se han repartido de manera equitativa. “Los colombianos están reclamando esto”. 

Otro punto que ha sido objeto de la condena internacional y de la renuncia de la canciller colombiana ha sido la reacción del gobierno a los reclamos, acota el académico. “Hace unos días el presidente llamó al diálogo, pero lo primero que hizo su gobierno fue reprimir las protestas de forma desmedida, lo cual ha exacerbado el descontento ciudadano. 

Manifestantes que protestan por abusos policiacos frente a la estación de en Cartagena.  (FOTO: EFE/ Ricardo Maldonado Rozo)

Un tercer tema es la creciente insatisfacción de la población hacia los partidos políticos tradicionales, apunta Juan. “No es sólo una característica de Colombia, pero la falta de sensibilidad y cercanía de éstos a las demandas de la población ha alimentado las protestas y reclamos”. 

El investigador menciona que las protestas pueden decrecer en los próximos días, pero no significa que se haya logrado una solución, habrá que esperar los resultados del diálogo entre el gobierno y el Comité de Paro Nacional. “Se plantea que en el fondo se podría esperar una salida ‘a la chilena’ y generar un espacio para hacer cambios constitucionales. Pero en el caso de Colombia no está claro que ese sea el camino, depende de cómo evolucione la situación en general y si el país puede encontrar un camino de recuperación después de la pandemia”. Otro tema de fondo, añade, serán las elecciones del próximo año. 

LAS FARC y LAS ELECCIONES DE 2022. 

Hace unos días, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dijo en una videoconferencia para la UNAM que Chile y Colombia han demostrado un malestar social que exige dejar atrás la cultura del privilegio y cambiarlo por un nuevo pacto social, centrado en el bienestar y los derechos, en la redistribución de recursos y oportunidades.

“Para ello, se debe recuperar la política y el rol del Estado como instrumento de cambio y no como un factor de crispación, que es lo que está pasando en la región, con peleas coyunturales donde están más preocupados por la siguiente elección y no por la próxima generación”. 

Para Témoris Grecko, las elecciones podrían abrir por primera vez una ruta hacia un gobierno de izquierda, encabezado por Gustavo Petro. “No será comunista ni socialista, sino uno donde haya menor distancia política entre los grupos de la oligarquía y los grupos sociales, con mayor horizontalidad. Tal vez está puesto el escenario para eso, no sólo por la emergencia social y el activismo de distintos grupos, sino porque además las oligarquías están más divididas que nunca; los antiguos partidos liberal y conservador tiene muchas escisiones, por lo que la derecha y centro-derecha se presentan por separado. Esto podría facilitar una nueva coalición de gobierno en la que por primera vez estén incluidos los movimientos sociales con sectores del centro político”.

Témoris Grecko.

El periodista acota adicionalmente que los movimientos sociales han adquirido fuerza después de los acuerdos de pacificación y armisticio, principalmente con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), puesto que los partidos y gobiernos –el “uribismo”, apunta el periodista en relación a la influencia política del expresidente Álvaro Uribe– ya no pueden deslegitimarlos y señalarlos de tener vínculos con las guerrillas.

“El hecho de que desaparezcan las FARC como grupo armado ha facilitado la emergencia del movimiento social, porque el uribismo siempre utilizó la actividad guerrillera como una forma de justificar la represión y la violencia extrema contra éste”. El periodista añade que el pueblo colombiano ya reconoce la diferencia entre los movimientos sociales y los grupos violentos, por lo cual los primeros tienen la posibilidad de manifestarse como lo hacen ahora.  

De regreso a las elecciones, Cruz Olmeda coincide que las fuerzas políticas de derecha y centro derecha llegarán debilitadas, así como la imagen del presidente, que emplearán el discurso del vínculo de las protestas con las guerrillas e influencia de Venezuela; por otro lado, las izquierdas podrían reivindicar que las protestas ponen sobre la mesa los límites y problemas que enfrenta el modelo colombiano de desigualdad y desprotección social. “Ese cambio sólo puede venir de la mano del cambio político que gobierna el país”. 

APRENDIZAJE REGIONAL.

Como han acotado los especialistas, la única conexión entre los movimientos y protestas emergidos en Colombia y Chile es el deterioro social: descontento por la inequidad, la falta de representación política y endeble bienestar que han propiciado los modelos de desarrollo económico. Sin embargo, no es una característica única en la región, dice el investigador del Colmex. 

–¿Qué podemos aprender en México y Latinoamérica sobre las protestas y movimiento social en Colombia?

–Es una pregunta difícil, pero de forma preliminar pone de nuevo sobre la mesa que el crecimiento económico sin la distribución equitativa de los beneficios es como tener los pies de barro, no hay un avance real y puede aumentar la desigualdad; eso quedó aún en mayor evidencia con la pandemia.

Otra posible lección, agrega, es la falta de representatividad de la ciudadanía en los partidos políticos y la política en general. “Queda claro que los partidos se alejaron demasiado de la gente, la cual sintió que la única manera de poner sus demandas en la agenda fue salir a las calles”. 

Un tercer punto es que en el contexto de mucha polarización política en países de la región, la primera reacción de los gobiernos ante las protestas sociales está ligada con proponer un discurso que las deslegitime, diciendo “que responden a intereses de otros quienes no son los ciudadanos en las calles, que pueden ser potencias extranjeras u organismos que tratan de influenciar en la política interna de los países”. 

Además, añade, ha quedado claro que la represión persiste en la región y que en el caso colombiano generó en los ciudadanos una suerte de profecía autocumplida: “los partidos no los representan, por lo que salieron a las calles a protestar; a ello, la acción del gobierno fue reprimir, lo cual nos deja en claro que además no escuchó ni entendió los reclamos, lo cual aumentó a su vez las protestas. Hay que tener en cuenta este elemento, puesto que parece que se repite en otros casos además del colombiano”.

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