miércoles, 26 de mayo de 2021

 

Lasso enterró el caudillismo con nombre y apellido

   en Conexiones4P/Elenfoque/Lainfo  por 

Guillermo Lasso ofició durante su inauguración un entierro sin mencionar el nombre de quien era el difunto. Ni siquiera los que debían ser sus dolientes se dieron cuenta de asistir al entierro de alguien que, para ellos, es lo más cercano a la divinidad. Fueron tantos, sin embargo, los datos, alusiones, pistas, señales y conceptos que lanzó el flamante presidente, durante su discurso de inauguración, que bastaba un poco de atención para saber que el muerto al que enterró tiene nombre y apellido: Rafael Correa.

Como preámbulo para oficiar ese entierro, Lasso articuló un discurso en el que describió al fenómeno del caudillismo, al que colocó como antípoda de la democracia liberal que él dice traer de vuelta al Ecuador. Fueron tan claras las alusiones que tejió, que prácticamente hizo un identikit del expresidente: lo describió como aquel personaje al que le “dedicaron obsceno culto” y quien fue considerado como un “mesías que supuestamente todo lo sabe, lo que está bien y lo que está mal, lo que nos conviene y lo que nos perjudica. Un iluminado que actúa y piensa por todos, que tiene todas las preguntas y todas las respuestas».

Como en cualquier honra fúnebre que se respete, no sólo trazó el perfil del muerto sino las creencias y las conductas que tenía. Se entiende que Lasso haya hecho una descripción del caudillismo para luego hablar, casi de forma repetitiva, de las bondades del credo político que asegura que llega a instalar: el de la democracia liberal que defiende libertades, la independencia de poderes y la alternancia en el poder. No en vano, el presidente entrante mencionó tres veces la palabra “republicanismo”, dos “republicana” y otras dos “republicano”. Es decir que, en al menos siete ocasiones, se refirió al tema de la república como el concepto que, según él, ha sido traicionado por políticos caudillistas… Como Correa evidentemente.

Lasso ofició de sepulturero desde el inicio de su discurso. «Todo esto cambia este 24 de mayo. En este Gobierno que hoy nace, en este nuevo siglo de republicanismo que estamos a punto de arrancar, termina la era de los caudillos».

Discurso de inauguración de Guillemo Lasso.pdf

La referencia al caudillismo había aparecido en el discurso como una respuesta a un paquete de preguntas que él mismo planteó pero que tienen que ver con un único tema: el de la pobreza en un país que es rico en recursos naturales; es decir, el eterno conflicto del que Humboldt ya habló a principios del siglo 19 a propósito del Ecuador cuando sostuvo que los ecuatorianos «viven pobres en medio de incomparables riquezas». De acuerdo con la respuesta que él mismo hizo a sus preguntas, Lasso dijo que aquello ocurre porque los líderes le han fallado a sus pueblos por la «sencilla razón de que traicionaron nuestros principios fundacionales”.

Las referencias al muerto fueron diversas. «La experiencia nos dice que quienes buscan todo el poder, luego terminan buscando clemencia por los crímenes que ocurren cuando ese poder se les va de las manos». Y en otra alusión a Correa, en este caso a su célebre declaración cuando sostuvo que era el jefe de todas las funciones del Estado ecuatoriano, Lasso dijo: “vamos a tener la humildad, pero sobre todo la fortaleza para decir: seré presidente. Y solo presidente».

Pero Lasso no quiso quedarse en el cómo su llegada marca el fin de la era de los caudillos, sino que también sostuvo que el credo que él profesa y que con él está llegando al poder no solo tiene bondades discursivas sino también prácticas. «Sabemos que no nos equivocamos porque las democracias desarrolladas no se han equivocado. Sus grandes avances en bienestar económico, en salud, en educación, demuestran que no se han equivocado. Y por más grande que será la presión para reemplazar nuestra aún débil institucionalidad con la violencia de los gritos, no nos desviaremos ni un milímetro del camino trazado», dijo y luego agregó que «aquel ciclo vicioso se acaba hoy. Y hoy inicia el camino al Ecuador del encuentro».

La disertación de Lasso fue, en realidad, un prolijo manifiesto político en defensa de los principios de la democracia liberal y un parte mortuorio de una era y de un personaje que representa su antípoda: la del caudillismo autoritario que instauró en el país el imperio de la “violencia de los gritos”. Por eso dijo que no se acusará a nadie de vendepatria ni de enemigo del pueblo.

Foto: Twitter de Guillermo Lasso

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