viernes, 13 de septiembre de 2013

El olvido de las mujeres afganas



Por: Mónica Bernabè | Kabul

Las activistas afganas recordaban ayer en las redes sociales que el protagonismo que la joven paquistaní Malala consiguió ayer en su intervención ante la ONU fue el mismo que las mujeres afganas obtuvieron hace doce años, tras la caída del régimen talibán, y lamentaban que ahora ellas hayan quedado en el olvido.
El miércoles una delegación del Gobierno afgano también habló ante las Naciones Unidas, pero en este caso en Ginebra, para hacer balance sobre la situación de la mujer en Afganistán, pero su intervención casi no tuvo eco, a pesar de que el panorama que presentó no fue nada alentador. En concreto, la delegación gubernamental entregó a la ONU el primer informe sobre el cumplimiento en Afganistán de la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, en sus siglas en inglés), un documento que debería haber presentado en 2004, hace nueve años.
El 5 de marzo de 2003 Afganistán ratificó la CEDAW, un tratado internacional que obliga a los países firmantes a tomar medidas constitucionales, jurídicas y administrativas a favor de la igualdad de oportunidades y derechos de la mujer. La delegación afgana intentó justificar el miércoles la labor realizada por el Gobierno en ese sentido en el país, aunque con poco éxito. Los números hablaban por sí solos. Además el comité de la CEDAW, formado por 23 expertos, sometió a los representantes afganos a un tercer grado, en que ellos solos quedaron retratados.
En su desesperación por demostrar que los derechos de las mujeres en Afganistán han aumentado en los últimos años, un delegado gubernamental declaró que ahora las mujeres afganas pueden solicitar el divorcio por múltiples motivos, incluso "el mal aliento" u "olor corporal" del marido.
Los datos del informe sobre la educación de las mujeres afganas hacían llorar. "A pesar de todos los esfuerzos realizados en esta área, el nivel de alfabetización es muy bajo, especialmente entre las mujeres. Por desgracia, sólo un 26% de la población del país, un 12% en el caso de las mujeres, está alfabetizada", decía el texto literalmente. Las razones principales de la no escolarización de las niñas son "culturales" -o sea sus propias familias no lo creen necesario-, o "la gran distancia" en la que se encuentra el colegio.
El informe, además, llovía sobre mojado. En mayo el Parlamento afgano amenazó con derogar la ley contra la violencia contra las mujeres -aprobada en 2009 por decreto presidencial- por considerarla anti islámica. Y también en ese mes la Cámara baja enmendó la ley electoral, que preveía que un 25% de los asientos de los consejos provinciales estuvieran reservados para las mujeres. Ahora esa representación ya no está asegurada por ley.


Queridos amigos y amigas,

Vendida en matrimonio forzado a los 12 años, Sahar Gul vivía en la casa de los horrores. Familiares de su marido la encadenaron en el sótano, la golpearon con tubos de hierro al rojo vivo, la privaron de comida y le arrancaron todas las uñas cuando se negó a prostituirse para ellos.

La sentencia que condenaba a sus agresores quedó reducida a un mísero año, ¡y ahora están libres de nuevo! Peor aún, la Cámara Baja del Parlamento afgano acaba de aprobar un proyecto de ley que prohibiría a los familiares de los agresores testificar ante un tribunal. Esto impediría que se hiciera justicia con innumerables niñas y mujeres.

No hay tiempo que perder. La Cámara Alta ya ha rechazado leyes anteriores contra las mujeres y altos funcionarios nos han comentado que la comunidad de Avaaz podría inclinar la balanza y ayudar a detener esta ley antes de que se someta a votación. Haz clic aquí para firmar esta petición urgente ahora -- cuando lleguemos a 1 millón de firmas, lanzaremos una campaña en medios de comunicación locales dirigida a senadores clave hasta que se abandone el proyecto de ley:


Siendo una niña, el hermano de Sahar Gul la vendió por 5.000 dólares, entregándola a un hogar en el que sufrió terribles abusos. Cuando finalmente fue rescatada, la tortura la había dejado tan débil que salió de su prisión del sótano en una carretilla. El año pasado, sus verdugos fueron condenados a penas de 10 años pero un juez los acaba de dejar libres.

Grupos de defensa de los derechos de las mujeres en Afganistán, horrorizados ante el retroceso de dichos derechos, han estado siguiendo activamente el caso de Sahar Gul y están trabajando para evitar que se prohíba a los familiares testificar contra los agresores de las víctimas. Si nos unimos a estas valientes mujeres ahora, podemos mostrar a los políticos afganos que el mundo entero está del lado de las mujeres afganas.

Ya en la escuela, Sahar Gul está ahora reconstruyendo su vida a base de coraje -- su sueño es dirigir algún día una organización de derechos de la mujer. Su fortaleza de espíritu encarna la esperanza de un futuro mejor para las mujeres y niñas de Afganistán y de todo el mundo -- ayudémosla a empezar a cumplir su sueño consiguiendo que los líderes afganos protejan y no persigan a las mujeres.
 

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