martes, 29 de julio de 2025

 Querido Rafael:

"La ambición de poder es una mala hierba que sólo crece en el solar abandonado de una mente vacía".
Por Jaime Cedillo F.
Qué linda la carta que te enviaron cinco de tus "revolucionarios", para que medites en el ático, desde la penumbra de tu autoexilio, en tu segunda patria, la patria de tu examada. Allá te fuiste huyendo de la justicia que te pisó los talones y te condenó por ser el jefe de todos los poderes, y de la banda, también.
Debo entender que la carta de tus compinches te llegó al alma, al fondo de tu corazón partío en pedazos. Cuánta filosofía de la honestidad, cuántas lecciones de ética, cuántas reflexiones profundas, sobre los tiempos de bonanza que ya nunca volverán. Esos tiempos de los corazones y de las billeteras ardientes, del parto y reparto, de las noches de bohemia en Palacio, en tú Palacio, donde farreamos hasta decir basta, donde nos comimos y nos bebimos entre todos, gracias a los fondos reservados.
Esos cinco de la fama te escribieron con el cariño de siempre y hasta siempre. Te piden que cambies, que ya no seas el mismo caradura, que dejes de arrancarte los cuatro pelos que te quedan. Que te des cuenta que la "Mogigata", está a punto de hundir el barco, por sus desaciertos. Ella está más preocupada de viajar por el mundo, con el vuelto de la campaña, que enrumbar el barco a puerto seguro. Rafael, estamos con el agua hasta el cuello, ya no la soportamos, entiende. Escoge, Rafael, o ella o nosotros, los que abajo firmamos, los que queremos recuperar la "dignidad".
Somos los que caemos y nos levantamos, todo lo que podemos. Esperamos ansiosos tu respuesta:
Pabel Muñoz, alcalde "revolucionario" de Quito, enfrentando un proceso de revocatoria del mandato, por incumplimiento de funciones; por dejar sin agua potable a más de 400 mil quiteños, y por abandonar la alcaldía para irse de vacaciones en medio de la emergencia.
Paola Pabón, Prefecta "revolucionaria" de Pichincha, denunciada unas cien veces por derrochar a manos llenas el presupuesto de la institución en contratos con dedicatorias, en murales carísimos y en pagar sueldos dorados a su burocracia dorada. Me dicen la Pao, la del grillete de la dignidad.
Marcela Aguiñaga, Prefecta "ni de aquí ni de allá" del mero Guayas. La gente me recuerda con mucho cariño, especialmente por el negocio multimillonario de la venta de los terrenos del ISSFA, para la construcción del parque Samanes, cuando fui ministra del Ambiente, en el gobierno de las manos limpias. Hoy le llaman la prefecta del coqueteo político.
Leonardo Orlando, otro "revolucionario" Prefecto de Manabí, que deja huella por donde pasa. Se salvó de ser destituido por incumplir una acción de protección. Una justicia que no es justicia le libró. Su paso por el SRI le dejó gratos y gordos recuerdos.
Juan Lloret, tristemente conocido y reconocido como "La Mugre", Prefecto del Azuay, el mismo que contrató a un grupo musical para que ofenda a los cuencanos y azuayos, con fondos de la institución. Fue en una noche de cierre de campaña, cuando se subió al escenario para vociferar por la Luisa, por la misma que ahora están pidiendo su cabeza. Esa osadía le está costando muy caro, pues en el Tribunal Contencioso Electoral, enfrenta un proceso de destitución por eso mismo, hacer campaña electoral al margen de la ley. Y, la ley es para todos.
El Observador

 

Cuatro poe22 de Septiembre de 2021

En la formación literaria de Gabriel García Márquez, la poesía ocupó un lugar esencial. Fue el primer género con que el autor colombiano estableció contacto con la literatura. A la edad de ocho años, cuando estudiaba en la escuela Montessori de Aracataca, su maestra Rosa Helena Fergusson lo inició en la lectura de los poetas más destacados del Siglo de Oro español. Esta influencia lo acompañó durante toda su vida y lo impulsó a redactar versos en su adolescencia.

Gabo escribió sus primeros poemas en el bachillerato mientras estudiaba en el Colegio San José de Barranquilla. Eran sátiras en verso dedicadas a sus compañeros de clase que solían ser decomisadas por los profesores. A fines de 1940, gracias al padre Arturo Mejía, estas obras tempranas fueron publicadas en Juventud, una revista estudiantil, con el título “Bobadas mías”.

La obsesión de García Márquez con la poesía llegó a su punto culminante cuando ingresó al Liceo de Varones de Zipaquirá. Allí, influido de lleno por los poetas del movimiento Piedra y Cielo, escribió sonetos bajo el seudónimo de Javier Garcés. “Eran simples ejercicios técnicos sin inspiración ni aspiración, a los que no atribuía ningún valor poético porque no me salían del alma”, relató el autor colombiano en sus memorias, Vivir para contarla. “Había empezado con imitaciones de Quevedo, Lope de Vega y aun de García Lorca, cuyos octosílabos eran tan espontáneos que bastaba con empezar para seguir por inercia. Llegué tan lejos en esa fiebre de imitación, que me había propuesto la tarea de parodiar en su orden cada uno de los cuarenta sonetos de Garcilaso de la Vega”.

Con la firma de Javier Garcés, García Márquez publicó la mayoría de los poemas que hoy conocemos de él. Fue una etapa que terminó en 1947, cuando la literatura (en forma de cuento y novela), el periodismo y el cine se convirtieron en las formas predilectas de su vocación narrativa.

En el Centro Gabo hemos seleccionado cuatro de estos poemas de García Márquez escritos durante su juventud. Los compartimos contigo:

 

Canción

 

Fue el primer poema (y primer texto) que García Márquez publicó en un medio de circulación nacional. Lo hizo bajo el seudónimo de Javier Garcés, un detalle que comparte con los otros poemas de esta lista. Salió impreso en el suplemento dominical de El Tiempo el 31 de diciembre de 1944. El poeta y ensayista Daniel Arango fue quien aprobó la publicación.

“Canción” inicia con un epígrafe de Eduardo Carranza (“Llueve en este poema”) y está dedicado a Lolita Porras, una amiga de Gabo en Zipaquirá que había muerto recientemente.

 

Llueve. La tarde es una

hoja de niebla. Llueve.

La tarde está mojada

de tu misma tristeza.

 

A veces viene el aire

con su canción. A veces…

Siento el alma apretada

contra tu voz ausente.

 

Llueve. Y estoy pensando

en ti. Y estoy soñando.

 

Nadie vendrá esta tarde

a mi dolor cerrado.

 

Nadie. Solo tu ausencia

que me duele en las horas.

Mañana tu presencia regresará en la rosa.

 

Yo pienso —cae la lluvia—

nunca como las frutas.

 

Niña como las frutas,

grata como una fiesta

hoy está atardeciendo

tu nombre en mi poema.

 

A veces viene el agua

a mirar la ventana

Y tú no estás

A veces te presiento cercana.

 

Humildemente vuelve

tu despedida triste.

 

Humildemente y todo

humilde: los jazmines

los rosales del huerto

 

y mi llanto en declive.

Oh, corazón ausente:

qué grande es ser humilde!

 

Soneto matinal a una colegiala ingrávida

 

Fue escrito a comienzos de 1945 y se cree que está inspirado en Mercedes Barcha, una estudiante que García Márquez había conocido ese mismo año en Magangué y con quien acabaría contrayendo matrimonio trece años después, el 27 de marzo de 1958.

 

Al pasar me saluda y tras el viento

que da al aliento de su voz temprana

en la cuadrada luz de una ventana

se empaña, no el cristal, sino el aliento

 

Es tempranera como una campana.

Cabe en lo inverosímil, como un cuento

y cuando corta el hilo del momento

vierte su sangre blanca la mañana.

 

Si se viste de azul y va a la escuela,

no se distingue si camina o vuela

porque es como la brisa, tan liviana

 

que en la mañana azul no se precisa

cuál de las tres que pasan es la brisa,

cuál es la niña y cuál es la mañana.

 

Elegía a Marisela: geografía celeste

 

Se publicó el 1 de julio de 1947 en “La Vida Universitaria”, un suplemento que salía todos los jueves en el diario bogotano La Razón, dirigido por el poeta y periodista Juan Lozano. García Márquez cursaba entonces su primer año de Derecho en la Universidad Nacional y debatía sobre asuntos sociales y literarios con sus amigos Luis Villar Borda y Camilo Torres, quienes hacían la mayoría de los contenidos de “La Vida Universitaria”.

 

No ha muerto.

Ha iniciado un viaje atardecido.

 

De azul en azul claro

—de cielo en cielo— ha ido

por la senda del sueño

con su arcángel de lino.

 

A las tres de la tarde

hallará a San Isidro

con sus dos bueyes mansos

arando el cielo límpido

para sembrar luceros

y estrellas en racimos.

 

—Señor, cuál es la senda para ir al Paraíso?

—Sube por la Vía Láctea,

ruta de leche y lirio,

la menor de las Osas

te enseñará el camino.

 

Cuando sean las cuatro

la Virgen con el Niño

saldrán a ver los astros

que en su infancia de siglos

juegan la Rueda rueda

en un bosque de trinos.

 

Y a la seis de la tarde

el ángel de servicio

saldrá a colgar la luna

de un clavo vespertino.

 

Será tarde. Si acaso

no te han guardado sitio,

dile a Gabriel Arcángel

que te preste su nido

que estás en el más frondoso

árbol del paraíso.

 

Murió la Marisela,

pero aún queda un lino.

 

Poema desde un caracol

 

Se publicó en “La Vida Universitaria” de La Razón el 22 de julio de 1947. En él persiste la estética de los poetas de Piedra y Cielo y se introducen dos de los elementos recurrentes en la futura obra literaria de García Márquez: el mar y la pérdida de la infancia.

 

Yo he visto el mar. Pero no era

el mar retórico con mástiles

y marineros amarrados

a una leyenda de cantares.

 

Ni el verde mar cosmopolita

—mar de Babel— de las ciudades,

que nunca tuvo unas ventanas

para el lucero de la tarde.

 

Ni el mar de Ulises que tenía

siete sirenas musicales cual siete islas rodeadas

de música por todas partes.

 

Ni el mar inútil que regresa

con una carga de paisajes

para que siempre sea octubre

en el sueño de los alcatraces.

 

Ni el mar bohemio con un puerto

y un marinero delirante

que perdiera su corazón

en una partida de naipes.

 

Ni el mar que rompe contra el muelle

una canción irremediable

que llega al pecho de los días

sin emoción, como un tatuaje.

 

Ni el mar puntual que siempre tiene

un puerto para cada viaje

donde el amor se vuelve vida

como en el vientre de una madre.

 

Qué era mi mar el mar eterno,

mar de la infancia, inolvidable,

suspendido de nuestro sueño

como una paloma en el aire.

 

Era el mar de la geografía,

de los pequeños estudiantes,

que aprendíamos a navegar

en los mapas elementales.

 

En el mar de los caracoles,

mar prisionero, mar distante,

que llevábamos en el bolsillo

como un juguete a todas partes.

 

El mar azul que nos miraba,

cuando era nuestra edad tan frágil

que se doblaba bajo el

peso de los castillos en el aire.

 

Y era el mar del primer amor

en unos ojos otoñales.

 

Un día quise ver el mar

—mar de la infancia— y ya era tarde.

 

De las chuzadas a los falsos testigos: Álvaro Uribe Vélez, el expresidente que siempre estaba protegido de sus escándalos

El expresidente Álvaro Uribe, en Bogotá, el 27 de octubre de 2019.© Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)

Desde que salió de la Casa de Nariño, al final de su segundo mandato en 2010, el expresidente Álvaro Uribe Vélez ha seguido desde la trinchera el juicio a varios de sus subalternos. Uribe Vélez pasó buena parte de su administración, las dos campañas presidenciales siguientes y seis años como senador, defendiendo a por lo menos una decena de exfuncionarios de alto nivel que han sido declarados culpables por delitos que cometieron durante su Gobierno y que, de una u otra manera, podrían haber favorecido su proyecto político.

Pero, aunque las faltas le ayudaron a sus planes o banderas políticas, él nunca pasó al banquillo de los acusados sino hasta ahora. Esto, en parte, porque aquellas acusaciones penales se hicieron ante el Congreso, donde casi siempre reina la impunidad en la Comisión que debe investigar a los expresidentes. El caso de falsos testigos es una excepción. Como los hechos ocurrieron cuando Uribe era senador y este renunció a su curul para evitar que lo juzgara la Corte Suprema, el proceso pasó a la justicia ordinaria. En este escenario, la jueza Sandra Heredia determinó que quienes actuaron en nombre del exjefe de Estado para conseguir falsos testimonios, como el abogado Diego Cadena, lo hicieron con su conocimiento: “El señor Álvaro Uribe Vélez sabía lo ilícito de su actuar”.

Por años, Uribe Vélez ha negado su participación en los distintos escándalos, ha defendido la integridad de sus antiguos colaboradores y ha cuestionado decisiones judiciales adversas. Ahora, al máximo líder de la derecha colombiana, acostumbrado a una defensa constante de sus aliados, le llegó el turno de responder directamente ante la justicia. La jueza Heredia lo declaró culpable de los delitos de fraude procesal y soborno a testigos en actuación penal.

La jueza Sandra Liliana Heredia, el senador Iván Cepeda y el expresidente Álvaro Uribe durante la transmisión de la lectura del veredicto en el juicio contra el exmandatario colombiano.© EL PAÍS

Los escándalos presidenciales

En 2008, cuando estalló el escándalo de la Yidispolítica ―el ofrecimiento de dádivas a congresistas a cambio de la aprobación de la reforma que logró dar vía libre a su primera reelección―, el expresidente negó que su Gobierno comprara conciencias. La exrepresentante a la Cámara, Yidis Medina, reconoció haber recibido el ofrecimiento de cargos públicos como contraprestación por su voto respaldando el proyecto. “El Gobierno persuade, no presiona, ni compra conciencias. El Gobierno respeta el derecho de la participación, pero no tolera la corrupción”, afirmó entonces el expresidente.

La Corte Suprema de Justicia no solo declaró culpable a Medina del delito de cohecho, sino que condenó a tres exfuncionarios de Uribe por formar parte de la Yidispolítica: el exministro de Protección Social Diego Palacio; el exministro del Interior y de Justicia Sabas Pretelt de la Vega, y el exsecretario de la Presidencia Alberto Velásquez. El exmandatario defendió a sus funcionarios y reaccionó cuestionando la credibilidad de los magistrados.

No fue el único caso en el que el líder político puso en duda actuaciones de la justicia. También calificó como infamias las publicaciones periodísticas que profundizaban en los seguimientos e interceptaciones ilegales desde el antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) –un organismo adscrito a la Presidencia de la República– a magistrados de altas cortes, opositores, periodistas y defensores de derechos humanos. “Nunca di orden, insinué o consideré una opción ilegal, en conversaciones públicas o privadas”, aseguró en 2010.

Entre las personas interceptadas en la operación ilegal de espionaje, que se empezó a revelar en el año 2009, estaba el entonces congresista Gustavo Petro y otros personajes que para la época investigaban la llamada “parapolítica”, las relaciones de políticos con grupos paramilitares, incluido el exsenador Mario Uribe, primo del expresidente. Como jefe de Estado, Uribe fue denunciado por las “chuzadas” ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.

La acusación contra Uribe Vélez no llegó a resolverse. Sin embargo, entre una veintena de condenas penales figuran las de dos exdirectores del DAS de su Gobierno, señalados de dar directrices para ejecutar los seguimientos e interceptar de manera irregular: Jorge Noguera y María del Pilar Hurtado, sentenciados a 28 y 14 años de cárcel, respectivamente. También fueron condenados el exsecretario jurídico Edmundo del Castillo, el exsecretario de prensa, César Mauricio Velásquez, y el exsecretario general de Palacio, Bernardo Moreno, este último también implicado en la ‘Yidispolítica’.

“Si el Gobierno ordenara el espionaje ilegal tendría que ir a la cárcel, empezando por el Presidente de la República”, dijo Álvaro Uribe para desmarcarse cuando la Fiscalía argumentaba que las interceptaciones las había hecho el DAS, pero se habían ordenado desde la Casa de Nariño. En 2011, el DAS se liquidó para dar paso a la creación de la Agencia Nacional de Inteligencia.

A las reacciones de defensa del expresidente por hechos que ocurrieron durante su Gobierno se suman las que surgieron ante las revelaciones de los “falsos positivos”, las ejecuciones extrajudiciales de personas inocentes que las fuerzas militares hicieron pasar por guerrilleros entre 2002 y 2008, en tiempos en los que Uribe impulsaba la política de Seguridad Democrática, que buscaba combatir a grupos armados ilegales y recuperar el control territorial.

Protesta contra Álvaro Uribe, en Bogotá, el 8 de octubre de 2019.© Anadolu (Anadolu Agency via Getty Images)

Según el informe final de la Comisión de la Verdad, creada por el acuerdo con las FARC de 2016, la lógica del enemigo se utilizó para justificar homicidios y mostrar resultados en la lucha contrainsurgente. “Al privilegiar las muertes en combate sobre cualquier otro resultado militar, se incentivaron graves violaciones de los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario”, apunta el documento. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) estima en 6.402 el número de víctimas en el periodo del expresidente.

Uribe ha reiterado que durante su mandato se tomaron decisiones para frenar estos delitos. “Empecé a combatir eso desde que llegó la primera queja, no se hablaba de falsos positivos sino conductas que serían supuestos delitos de los militares, eso lo empecé a combatir desde el 2002”, sostuvo en una entrevista. Su partido, el Centro Democrático, ha sostenido que “gracias a las acciones tomadas por el gobierno de Álvaro Uribe se acabaron los ‘falsos positivos’ en el país”. En un comunicado que publicó tras el informe de la Comisión de la Verdad, en 2022, argumentaba que se priorizaron las desmovilizaciones por encima de las bajas o las capturas. El medio digital La Silla Vacía detectó que tres de los cuatro puntos que contenía ese comunicado eran engañosos.

Actualmente, la JEP investiga los asesinatos y desapariciones forzadas presentadas como bajas en combate por agentes del Estado, particularmente en Norte de Santander, Antioquia, la costa Caribe, Casanare, Meta y Huila, además del cementerio de Las Mercedes en Dabeiba (Antioquia). El general retirado Mario Montoya, comandante del Ejército hasta el 2008, cercano al presidente Uribe, enfrenta un juicio por no reconocer su responsabilidad en por lo menos 118 asesinatos y desapariciones forzadas en el Oriente antioqueño entre 2002 y 2003, cuando era comandante de la IV Brigada. Montoya podría recibir una pena de 20 años de cárcel.

Las investigaciones judiciales también han involucrado a quienes se proyectaban como posibles sucesores del uribismo en campañas presidenciales. Uribe Vélez declaró como una injusticia el proceso contra su exministro de agricultura, Andrés Felipe Arias, condenado a 17 años de prisión por irregularidades en el programa Agro Ingreso Seguro, dirigidas a favorecer sus aspiraciones políticas. Arias fue uno de los ministros más cercanos al expresidente Álvaro Uribe y su precandidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 2010.

En 2011, cuando Arias fue detenido de forma preventiva, su antiguo jefe emprendió una defensa de largo aliento. “Si hubiera una sola prueba de que el exministro Arias o que sus compañeros se robaron un peso yo no los defendería ni habría ido allá, al lugar de reclusión”, declaró después de visitarlo en el Cantón Norte. Decía que el exministro no se había robado un peso y que sus enemigos políticos querían podrirlo en la cárcel.

La Corte Suprema encontró que Arias incurrió en múltiples delitos al celebrar convenios que dirigieron la apropiación de recursos del Estado a favor de familias y empresas específicas. El tribunal estableció que los beneficiarios fueron convocados para apoyar la campaña política del entonces precandidato a la Presidencia por el Partido Conservador Colombiano. En enero de 2024, un juez le concedió a Arias la libertad condicional. El expresidente, sin embargo, corre el riesgo ahora de perder la suya. La juez dirá cuál será la sentencia definitiva en las próximas semanas.