miércoles, 26 de junio de 2013

¡El periodismo de investigación descansa en paz!

Por: Jaime Cedillo Feijóo

El ataque a la prensa y a los periodistas no oficialistas es una de las tareas más ingratas que cumple en el Ecuador el Presidente Rafael Correa Delgado. Cada semana, en las hogueras sabatinas, que se difunden a nivel nacional por varios medios de comunicación (radios y televisoras), con más de tres horas de duración, Correa muestra imágenes y videos  de medios y periodistas que, según su criterio, han faltado a la verdad, han desinformado, han manipulado los datos oficiales y las declaraciones de funcionarios públicos, para afectar los intereses del gobierno de la “revolución ciudadana”. Y se ha referido a esos medios y periodistas en los peores términos para menoscabar su prestigio y su honra. Sus colaboradores han expresado que lo que dice su líder en respuesta a los ataques que recibe de esa “oposición” malintencionada, es simplemente defenderse y contraatacar porque está en su pleno derecho. Inclusive, llegaron a decir que Correa tiene esa potestad porque es un costeño frontal. 

El autor de esa peregrina explicación fue nada más que quien presidió la Asamblea Nacional en el último período legislativo. Será por eso que el Presidente le pidió que deje de ser “padre de la patria” y pase a dirigir a la gallina de los huevos de oro, o sea el Instituto Ecuatoriano de Seguridad de Seguridad Social. La gente del pueblo se sigue preguntado: qué mismo será, ¿premio o castigo?. El tiempo lo dirá…
Volviendo al asunto que más nos preocupa a los periodistas y comunicadores que nos gusta hacer un trabajo serio todos los días, en beneficio de la gente, principio y fin de nuestra misión, a los que no estamos involucrados en los grandes negocios de las telecomunicaciones, en la minería a gran escala, ni en los suculentos contratos petroleros y otras vainas, en el reparto de la riqueza nacional; sino en informar la verdad cueste lo que cueste y toque a quien toque. Los periodistas y medios que cumplimos honestamente con la labor más digna del mundo, que defendemos la libertad de expresión las 24 horas del día y los 365 días del año, nos duele ver cómo el país es víctima de  ajustes de cuentas entre el Presidente Correa y los poderosos medios de comunicación, con la gran prensa que se dice libre y democrática.
Conocemos el principio pero desconocemos el final de esta  triste historia que nos ofrecen por capítulos, como una de esas tontas telenovelas de mal gusto a que nos tienen acostumbrados la televisión nacional, incluida la incautada con sus programas de narcotraficantes, sicarios, crímenes y prostitución, que se transmiten en horarios estelares (de mayor sintonía).
Si antes que no había ley se persiguió, demandó y sentenció a periodistas y medios, como Cristian Zurita y Juan Carlos Calderón, por haberse atrevido a escribir un libro donde se dice que el Presidente sí conoció de los contratos de su “Gran Hermano” con el Estado; el caso de Diario El Universo y de su exeditor de opinión, Emilio Palacio, forzado a radicarse en los Estados Unidos; ahora, con la reciente Ley de Comunicación aprobada mayoritariamente en la Asamblea Nacional y ejecutada sin reparos por Correa en la última sabatina (sábado 22 de junio), con bombos y platillos, qué nos espera…?. La ley mordaza será aplicada sin contemplaciones. Los prepotentes, los intolerantes, los déspotas, los corruptos, están de fiesta, se acabó la libertad de expresión, el periodismo de investigación descansa en paz.  Sólo falta que el mucamo de la TV incautada sea designado como el gran superintendente, el regulador, el verdugo de la prensa privada. Hasta la victoria siempre.

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