jueves, 25 de agosto de 2022

 

Almeida, el zar de la cochambre socialcristiana

   en Conexiones4P/Elenfoque/Lainfo  por 

Que un asambleísta impresentable, que muchos de sus compañeros de bancada saludan tapándose la nariz, se haya convertido en el rostro visible que impulsa los más importantes puntos de la agenda legislativa del Partido Social Cristiano, PSC, es síntoma del agotamiento y disfuncionalidad política por la que atraviesa ese partido. Durante las últimas semanas, Luis Almeida se ha consolidado en algo así como el buque insignia de la bancada de Jaime Nebot, en tres objetivos que tiene ese partido en la Asamblea en alianza con el correísmo: la toma de la administración de justicia mediante el juicio y censura a tres vocales del Consejo de la Judicatura, la salida de la actual administración de las aduanas y el asalto al Consejo de Participación y Control Social, Cpccs. Ah, y de la posesión de un Superintendente de Bancos que es un auténtico peligro público.

Almeida es quien da la cara y con más vehemencia empuja estos objetivos relegando al jefe de la bancada, Esteban Torres, a tareas discretas y grises: la coordinación, la comunicación con otras bancadas y alguna aparición en los medios.

La burda y destemplada aparición de Almeida el domingo anterior, en el programa Políticamente Correcto de Ecuavisa, hizo que algunos de sus coidearios desearan ser tragados por la tierra de la vergüenza. Ese es un epifenómeno de la crisis en el PSC. En realidad, Almeida está encargado de hacer los trabajos de alcantarilla que Nebot necesita. En Políticamente Correcto, Almeida cumplió el libreto que su partido ha trazado para justificar la decisión de acompañar al correísmo, en lo que se perfila como uno de las más escandalosas operaciones políticas de los últimos meses: abrir el camino para que se declare la nulidad de las sentencias condenatorias de Rafael Correa y sus lugartenientes, para así habilitarlos políticamente.

El primer cometido fue hacerse el loco con el tema que más cuestionamientos ocasiona la decisión socialcristiana. «No hay que ver cucos donde no hay, en el Gobierno (de Lasso) el 80% de los funcionarios son correístas y Lasso ya pactó con Correa». Eso dijo al periodista Carlos Rojas cuando le pidió que explique las razones por las cuales el PSC se ha embarcado en un objetivo cuyo mayor beneficiario será Rafael Correa. «El verdadero problema en esto es que han habido problemas en la Justicia en los últimos 30 años y ahora todo es más grave».  Cuando Rojas insistió en si creía que la destitución de los jueces correístas que no pudieron pasar la evaluación que les hizo el Consejo de la Judicatura fue una injerencia política en la Justicia para perseguir al correísmo, Almeida nuevamente se hizo el loco: «Vea, más allá de aquello… Yo creo que se hizo bien, pero eh… eso le va a costar al Estado mucha plata». Se refirió así a una imposible condena internacional al Estado por por una demanda que han hecho los ex jueces de los casos emblemáticos del correísmo, por haber sido expulsados de la CNJ.

De a poco, Almeida fue convirtiéndose en el centro del programa, no por la lucidez de sus argumentos ni por los aportes al debate, sino por sus destemplados gritos con los que acusaba de corrupción y de estar conchabados con el Gobierno a los dos contertulios que lo contradecían: el presidente del Consejo de la Judicatura, Fausto Murillo y el asambleísta Fernando Villavicencio. Cuando se dio cuenta que la había embarrado, acusó al periodista de haber estado coludido con los otros contertulios. «Por eso no quería venir: Yo sabía que iban a ser tres en contra de uno. Usted se manifiesta con ellos», dijo a Rojas recurriendo al típico recurso del mal perdedor: «el arbitro estaba vendido».

Almeida naufragó en su propia tinta. Su estrategia para tratar de espantar cualquier sombra de colaboración socialcristiana con el correísmo, para habilitar a Rafael Correa, fue un fracaso y sembró muchas más suspicacias. Se hizo visible en el silencio que el socialcristianismo mantuvo en redes sociales luego del programa, mientras en los cuarteles de Murillo y Villavicencio muchos se frotaban las manos. La imagen que Almeida dejó de él y de su partido fue miserable por su burda presentación  y los  pretextos indefendibles que el PSC se ha inventado para sumarse al correísmo y alzarse con la  Justicia.

Foto: Caption de Políticamente Incorrecto

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