lunes, 11 de abril de 2022

 ¡¡YA ESTAMOS HARTOS

DE TANTA CORRUPCIÓN!!
El espíritu digno y libérrimo, altivo y valiente, no puede guardar ominoso silencio frente a las fechorías y latrocinios cometidos contra la Patria que, cual bola de nieve que desciende desde la cumbre y se agranda cada vez más y arrasa con lo que halla a su paso, subrepticiamente van vaciando las arcas públicas y destruyendo la institucionalidad del Estado.
Casi siempre, por no decir siempre, quienes se encaraman en el poder político, ya sea por el favor del pueblo que se pronuncia en elecciones supuestamente democráticas o por el imperio de la fuerza en dictaduras militares o civiles, han mantenido desde un inicio, entre ceja y ceja, el deseo irrefrenable de hacerse con la fortuna que tiene el país. Para la consecución de este fin, se hacen acompañar de gente cercana a su entorno, vulgares sujetos áulicos, serviles y esbirros del jefe. Entonces, se inicia el saqueo sistemático y progresivo de la caja fiscal, en todos los estamentos del Estado, casi sin excepción.
Durante los períodos dictatorial y democrático que la mente recuerde, muchísimo más en las últimas tres décadas, ha sido evidente el festín del dinero por parte de quienes se creen dueños de los recursos públicos; se han embolsicado el dinero y se han enriquecido hasta convertirse en nuevos millonarios, enfrente de la gente pobre que clama por un plato de comida. Sin embargo, no sólo es culpa de los pillos y rateros que cometen estos actos delictivos, sino de un gran sector del pueblo que, a cambio de ciertas prebendas o bonos que reciben, que aclama sin pudor, ensalza, vitorea y aplaude al político ladrón.
¡¡Ya estamos hartos de tanta corrupción!! Queremos hacer extensivo nuestro rechazo, nuestro menosprecio, nuestro repudio, al régimen ejecutivo inoperante, corrupto, embaucador, negociador y recibidor de coimas; a la función legislativa que, cual asquerosa sanguijuela, succiona a través de 137 chupones el dinero del erario nacional, sin hacer nada productivo para la nación; y, por último, a quienes están llamados a ejercer justicia dentro de la sociedad, pero que han sentido que es más jugoso y rentable venderse al mejor postor y traicionar a la Patria.
¡¡Ya estamos hartos de tanta corrupción!! Poco tiempo, menos de un año, le ha bastado a quien ahora funge de presidente de la República para quitarse su careta de tal y aparecer como lo que es: un vulgar oportunista, un negociador de peso en busca de sus viles intereses, un sujeto proclive a los pactos con reos prófugos buscados por la policía… Pocos meses han sido suficientes para que el inefable “zapatitos rojos” se encuentre inmerso en actos reñidos con la moral y la decencia: acusaciones mutuas entre él y los asambleístas por ofertas y pedidos con el fin de dar paso a ciertos proyectos de ley; amenazas de disolver la Asamblea y volver a elecciones, pero al final vio que no le convenía por su bajo respaldo popular; misterio y silencio con el caso de la explosión del radar en Montecristi; complicidad para que un exmilitar, captador ilegal de dinero, ingrese con total facilidad a las instalaciones del Ministerio de Defensa a entregar a los soldados la plata que invirtieron; el pacto con el contumaz delincuente Correa para devolverle la libertad al otro delincuente Glas; y más, mucho más.
Siempre dudamos del poder, más aún si el poder se sostiene sobre bases de corrupción y latrocinios, de negociados y sobornos, de mentiras y cinismo. Por tal actitud fuimos merecedores de agravios, insultos procaces, descalificaciones de nuestra integridad moral… por parte de los fieles seguidores del “zapatitos rojos”, ingenuos e ignorantes, fanáticos brutales de su amo. Nunca desmayamos en nuestra lucha inclaudicable por defender la verdad. Nunca escondimos la cabeza en medio de las multitudes fanáticas. Siempre actuamos en soledad, pero con dignidad. A propósito, el insigne poeta y ensayista ambateño Pablo Balarezo Moncayo decía: “La rebelde angustia de mi alma, nunca propicia a arrebañarse en la gregaria conformidad de las mayorías”.
Finalmente, nos permitimos hacer un fervoroso llamado a los ciudadanos instruidos, inteligentes, honestos, dignos, altivos, valientes y libérrimos para formar un frente común en defensa de nuestra tierra, de nuestra riqueza, de nuestra moral, de nuestra institucionalidad, de nuestra Patria...
Fernando Balarezo Duque

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