Una auditoría independiente contratada por la Contraloría destapa la escalofriante dimensión de la tragedia que ha representado, para las finanzas del país, la aerolínea estatal TAME. Según el examen hecho a los estados financieros de la empresa desde el 2012 hasta el 2015, las cifras de las pérdidas son descomunales: solo en el 2014 hubo pérdidas de 104′ 104 266 de dólares y en el 2015 de 144′ 974 365 dólares. En total, en apenas dos años, las pérdidas fueron de casi 250 millones de dólares; una cifra que sobrepasa con creces todo lo que se ha dicho oficialmente sobre la situación de la empresa.
Tan grande fueron las pérdidas según la auditoria hecha por Kreston, una empresa internacional que se dedica a este tipo de exámenes, que la conclusión a la que llegaron sus expertos es que TAME difícilmente podría seguir en funcionamiento. Las pérdidas, dicen los auditores, superan el 100 % del capital de la empresa “presentando un patrimonio negativo en 28′ 261 373 dólares para el 2014 y en 2015 de 67′ 670 439 de dólares: “Estas condiciones -dicen los auditores- indican la existencia de una incertidumbre material que puede originar una duda significativa sobre la capacidad de la Entidad para continuar como empresa en funcionamiento”.
Lo más grave de lo que dice la auditoría, sin embargo, no parecen ser las cifras sobre las pérdidas de la empresa que durante años se cubrieron con fondos del Estado. Por las observaciones que se hacen en el informe, se ve que la contabilidad y la administración fueron tan desastrosas e irresponsables que las pérdidas pueden haber sido mucho más grandes de lo que pudo haber establecido la auditoría. Es más, los auditores aseguran, en varios puntos del informe, que los funcionarios de TAME no proporcionaron, porque no quisieron o porque no tenían, la información mínima necesaria para saber con precisión cuánto ganó o perdió la empresa. “La administración no proporcionó los planes para continuar como negocio en marcha”, dice el documento de Kreston que está colgado en la página de la Contraloría.
En otras palabras, TAME fue durante los años de la auditoría una suerte de agujero negro por donde pudieron haberse “desaparecido” cientos de millones de dólares sin que nadie pueda saber luego cómo se esfumaron los fondos o dónde fueron a parar. Mucho más que una empresa deficitaria, TAME parece haber sido una gigantesca sangría de recursos fiscales perfectamente diseñada para ese efecto.
El informe, hecho por Kreston, cubre los estados financieros por el período comprendido entre 1 de enero del 2012 y el 31 de diciembre del 2015. La Contraloría finalmente aprobó y publicó el informe en abril del 2018. Hasta la publicación de este informe, los únicos datos que había sobre la salud financiera de TAME la habían proporcionado los ejecutivos de la empresa estatal, sin que hubiera una determinación independiente de las cifras. En noviembre del 2017, el gerente general de TAME, Octavio Pérez informó a una comisión de la Asamblea que las pérdidas entre el 2012 y el 2016 ascendían a los 109 millones. Esta auditoría parecería señalar que el panorama fue mucho más grave.
Durante esa comparecencia ante la Asamblea, Pérez informó que se había contratado una auditoría externa que sería avalada por la Contraloría. Desde entonces hasta ahora, que se publican los resultados del examen, no se había sabido nada sobre el resultado del estudio. En ese entonces, Pérez había dicho que los principales motivos para las pérdidas habían sido los vuelos a Venezuela, la deuda que el gobierno venezolano no pagó, el traslado al aeropuerto de Tababela, la eliminación del subsidio al combustible desde el 2012 y la nueva operación de LAN en el país.
El examen de la auditoría externa que ha publicado la Contraloría hace una serie de observaciones. TAME no cumplió siquiera con la Norma Ecuatoriana de Contabilidad (NEC), dice el examen. Los directivos de la empresa no entregaron los documentos que hubieran permitido una “presentación razonable de la situación financiera de la entidad al 31 de diciembre de 2012, 2013, 2014 y 2015”. En definitiva, el documento hace un retrato absolutamente desolador de cómo se administró la empresa y su contabilidad. Además alerta sobre la inexistencia de ninguna sanción o llamado de atención a los directivos de TAME por no haber cumplido con responsabilidad su trabajo.
En el punto 5 del examen, por ejemplo, los auditores independientes informan que TAME no entregó información tan básica y necesaria como son las cuentas corrientes en instituciones financieras desde el 2012 hasta el 2015, o los gastos en tarjeta de crédito por el mismo período. Los auditores lo narran así lo que vieron: “no se recibieron respuestas a las solicitudes de confirmación de saldos al 31 de diciembre de 2012, 2013, 2014 y 2015, relacionadas con las cuentas corrientes de instituciones financieras por 3′ 708 526 USD, 1′ 280 811 USD, 5′ 551 451 USD y 2′ 957 041 USD, respectivamente; tarjetas de crédito por 1′ 283 651 USD, 2′ 527 343 USD, 11′ 116 476 USD y 11′ 932 555 USD, respectivamente; cuentas por cobrar comerciales por 2′ 686 727 USD, 1′ 866 160 USD, 2′ 214 881 USD y 5′ 393 454 USD, respectivamente; cuenta por pagar por 2′ 148 097 USD, en cada año auditado; obligaciones financieras por 34′ 879 880 USD, 29′ 425 300 USD, 23′ 606 107 USD y 17′ 397 883 USD, respectivamente; y, abogados. En razón de estas circunstancias, no fue factible satisfacernos sobre la razonabilidad de los saldos a esas fechas y los posibles efectos en los estados financieros, si los hubiere”.
Los auditores de la empresa contratada ni siquiera recibieron la información que pidieron a los abogados de TAME sobre demandas, acciones de embargo, cuantías y pasivos contingentes, “que podrían tener un efecto material sobre la posición financiera y resultados de operación de la entidad”. Es decir, los abogados de la empresa ni siquiera se tomaron la molestia de informar a los auditores sobre los juicios pendientes de la empresa.
El desastre de TAME no queda ahí. En el punto octavo, los auditores hacen notar que “al 31 de diciembre de 2012, 2013, 2014 y 2015, no se proporcionó anexos de varias cuentas contables, que presentan saldos en los balances generales en los grupos de activos por 17′ 664 657 USD, 26 210 711 USD, 31′ 951 319 USD y 28′ 576 421 USD, respectivamente; pasivos por 18′ 665 804 USD, 45′ 395 109 USD, 90′ 443 917 USD y 87′ 931 889 USD, respectivamente; tasas aeroportuarias nacionales e internacionales por 5′ 214 704 USD, 14′ 943 375 USD, 14′ 566 098 USD y 12′ 625 111 USD, respectivamente e ingresos presentados en los estados de resultados por 2 941 905 USD, 5 223 154 USD, 13 869 266 USD y 14 521 496 USD, respectivamente. Debido a esta situación no fue posible aplicar procedimientos de auditoría que nos permita concluir sobre la razonabilidad de dichos saldos a esas fechas”.
Ni siquiera la información sobre lo que TAME gastó en personal tuvo respaldo documental, quedando abierta la posibilidad de que parte del gasto corriente se haya ido en personas que no pertenecen a la empresa. “Al 31 de diciembre de 2012, 2013, 2014 y 2015, los estados financieros de la Entidad incluyen gastos de personal por 16′ 347 503 USD, 22′ 954 908 USD, 29′ 287 825 USD y 32′ 783 051 USD, respectivamente, que exceden en 418 678 USD, 1′ 128 082 USD, 1′ 842 356 USD y 1′ 294 837 USD, respectivamente, al total de gastos presentados según roles de pago por los años terminados al 2012, 2013, 2014 y 2015, diferencia que no ha sido justificada por la Entidad a través de documentación de soporte suficiente y competente, por tanto no fue posible verificar la integridad, existencia y valuación de los gastos de personal registrados en los estados financieros”.
Los auditores sostienen que en la información que pudieron recoger, que se basa en muestras, “es posible que puedan existir incumplimientos de las normas regulatorias, errores y/o fraude de importancia que el sistema de control interno no prevenga o identifique en forma oportuna, y que no hayan sido detectadas en nuestra auditoría”.
La Contraloría, por su parte, elaboró un informe en el que se respaldan las conclusiones a las que llegó la auditora privada. Llama la atención el capítulo sobre cómo los funcionarios de TAME no gestionaron el pago de las cuentas que la empresa tenía pendientes por cobrar. Entre esas cuentas hay algunas que son muy llamativas como las del Servicio de Protección Presidencial. En el 2012 quedó debiendo a TAME 122 067 dólares; en el 2013, 59 304 dólares; en el 2014, 165 341 dólares, y, en el 2015, 238 907 dólares. No solo que nunca se cobraron esas deudas, sino que la información que había sobre ellas no estaba totalmente documentada, dice la auditoría.
El informe, en definitiva, plantea un triste panorama sobre cómo se manejó la empresa, el menos entre el 2012 y el 2015. Los ejecutivos de TAME la convirtieron en una suerte de aparato succionador de recursos por donde desaparecían cientos de millones.
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