La victoria contundente del populista de ultra-derecha Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales en Brasil ha suscitado un debate en la región sobre como conducirá el nuevo presidente sus relaciones con el sub-continente sudamericano. En este contexto, vale preguntarse si ¿va a haber un efecto Bolsonaro en las relaciones Brasil-Ecuador? Para contestar esa pregunta hay que pasar revista a la estrecha relación que existió entre Ecuador y Brasil cuando Correa y Lula eran sus respectivos presidentes.
Durante la presidencia de Lula, Brasil intentó construir un liderazgo sudamericano a través de UNASUR. Posicionarse como líder indiscutible en la región servía como un trampolín para lograr un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU que, según Brasil, debía reformarse para dar cabida a nuevas potencias. Como parte de su liderazgo regional, Brasil potenció las inversiones de sus poderosas transnacionales de energía e infraestructura en América Latina. El BNDES, el banco de desarrollo estatal de Brasil, se encargaba de otorgar préstamos para que Oderbrecht y otras empresas brasileñas realicen proyectos en decenas de países. La proyección de poder brasilero en el periodo de Lula tejió, como sabemos ahora, una red de corrupción internacional que era el reflejo de un sistema de capitalismo de estado, una de las características del modelo del “Partido dos Trabalhadores”.
Con la crisis y colapso del gobierno de Dilma Rousseff, las ambiciones internacionales de Brasil se vinieron abajo. Brasil se concentró en el manejo de su profunda crisis interna y el gobierno neo-liberal de Temer no tenía ningún interés en mantener las iniciativas geo-políticas del PT. Bolsonaro va a continuar en la misma línea. A todas luces, se focalizará en la política interna al mismo tiempo que en el plano internacional priorizará la relación bilateral con EEUU. Las afinidades entre el nuevo presidente de Brasil y Trump son evidentes. Bolsonaro, sin duda, administrará la estocada final a UNASUR e incluso ha prometido replantear la participación de Brasil en Mercosur.
Las relaciones Brasil-Ecuador estuvieron por más de una década insertas en el proyecto geo-político del PT. El régimen correísta apoyó el liderazgo de Lula en UNASUR y si bien excluyó a Oderbrecht de Ecuador en 2008, permitió que volviera en 2011. La imbricación de geopolítica, afinidades ideológicas y corrupción sistémica en las relaciones Brasil-Ecuador se reanudó.
Cuando Rousseff fue destituida por la legislatura brasilera y reemplazada por Temer en 2016, el correato denunció el hecho como un golpe blando y retiró el representante ecuatoriano de Brasil. Ese enfriamiento de las relaciones Ecuador-Brasil duró hasta el final del régimen de Correa. Luego, el escandalo de corrupción Oderbrecht estalló a nivel internacional y con las investigaciones globales a esta empresa, la inversión extranjera brasilera en Ecuador también se congeló. Con Lenín Moreno, el eje de las relaciones Ecuador-Brasil se trasladó a los intercambios de información entre las fiscalías de ambos países que investigaban los tentáculos de la corrupción que emanaba desde Brasil. Lenín Moreno, paralelamente, normalizó la relación diplomática con Brasil, ya que no compartía la animosidad ideológica a Temer que había mantenido Correa.
¿Qué se puede esperar de las relaciones Brasil y Ecuador con Bolsonaro? Claramente, UNASUR no será un eje en esta relación, como tampoco lo serán las grandes inversiones brasileras en infraestructura en el Ecuador. La obra pública está virtualmente paralizada en Ecuador y, como en otros países, tomará tiempo restaurar la confianza en la inversión extranjera brasilera. Sin los grandes proyectos de construcción, no quedan temas importantes en la agenda bilateral entre los dos países. El comercio Brasil-Ecuador es poco significativo y no tiene mayores posibilidades de aumentar. Se podría pensar que el proyecto de Bolsonaro de ampliar la frontera agrícola y minera en la Amazonia reactive el interés de Brasil en la ruta Manta-Manaos, como un canal para las exportaciones brasileras a Asia. No obstante, ya existe la ruta interoceánica Brasil-Perú que cumple la misma función. Además ¿quiere el Ecuador sumarse al proyecto de Bolsonaro de devastar la biodiversidad amazónica? Acaso un área de cooperación en la relación bilateral que se podría fortalecer es la cooperación en ciencia y tecnología. El gobierno de Bolsonaro considera estratégica la investigación científica, aunque claramente la cooperación brasilera en este ámbito privilegiará los contactos con países desarrollados. Brasil se alejará de la región en los próximos años y la relación Ecuador-Brasil no será una excepción.
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