Hay momentos en la vida en que nos definimos como hombres de bien o
villanos, en esos instantes, el alma sufre y el cuerpo paga, pero la historia
no cambia; en esos precisos segundos de decisiones vitales, trascendentes, por
supuesto, solidarias y de beneficio comunitario, limpios de alma y espíritu, y
desde una perspectiva teológica y antropológica, nos volvemos verdaderamente
humanos.
Ninguna batalla se la gana o se la pierde, y nada está decidido, sólo
podemos saberlo al final del camino, hay que luchar e ir en busca de las
verdades ocultas, de las verdades a medias que nos esconden, paisajes grises y oscuros que resultan en
mentiras y engaños.
Es digno para la ciudad de
Cuenca que nuestro Concejo Cantonal no apruebe el tranvía, proyecto de 240 millones de dólares, que soluciona el problema del transporte público en un 30%, y que posiblemente llegue a 500 millones de
dólares, si se realiza una segunda etapa; existen
alternativas de costo mucho menor de 80
a 100 millones de dólares que solucionarían al 100% el problema del transporte
público sin desaparecer el sistema integrado de transporte, cuyo objetivo
neural es su bajo costo y cero impacto
ambiental, y un servicio de gran calidad
apropiado para una ciudad como la nuestra.
Guayaquil ha gastado en su
sistema de transporte 130 millones de dólares , con más de 2 millones de
habitantes.
Los concejales son responsables de que el Señor Alcalde se abstenga de darles la información completa, o exigir que se estudie
a fondo este enorme dispendio de recursos, a decir verdad, dinero de todos los
cuencanos, y se le explique a la ciudad absolutamente todo.
Las luchas sociales se
ganan luchando, y le doy gracias a Dios si me permite hacerlo hasta el final de
mis días; únicamente sería necesario decirle al señor Alcalde, que
el tranvía no va porque su costo es inmenso y de cero impacto positivo, porque
no soluciona el problema del transporte público en su totalidad, porque no es
sustentable sin afectar la economía de la ciudad, porque desaparece el cobro
único que representa el objetivo neural del sistema integrado de transporte,
afectando así la economía de todos los cuencanos; porque se puede entender el
tema como una metáfora es decir: “si bajáramos el cielo y las estrellas aparentemente podría
significar algo hermoso pero terminaría destruyéndonos”; porque sabemos que la dignidad que usted ostenta es incapaz de engendrar
algo tan negativo; porque no queremos que la minería a gran escala en Quimsacocha, ubicada a siete kilómetros de
Cuenca en línea recta, cuya ejecución
produzca consecuencias impredecibles,
irresponsables e irreversibles, y termine con todas nuestras potencialidades;
porque los cuencanos siempre hemos sido un valor agregado en el pensamiento y
en la cultura, y a pesar de que esta se encuentra en depresión constante, es
parte vital de nosotros; porque no somos tontos, señor Alcalde, ni tampoco
representamos el 0,00001 %, sino más del 90 por ciento de los cuencanos desinformados
y que no queremos llegar a la mendicidad por el capricho de un solo proyecto, y
tal vez, unas cuantas personas, porque yo al igual que muchos lucharemos hasta
el final pero nunca con odio ni rencor, porque a mis 55 años de edad estoy
llamado al afecto, al servicio comunitario, “y porque entiendo que el amor es
la sed más antropológica”.
Creo que mi ciudad
partiendo de una consulta comunitaria merece otro destino, y si pierdo esta
batalla, pensaría que usted nunca debió haber llegado a tan altas funciones, porque alguien que es sensible a la economía social al carácter socio –
estético de nuestra cultura y patrimonio, no podría llevarnos nunca a este
destino incierto, todavía está a tiempo
de desistir como lo hacen los hombres de bien,
y de evitar causarle daños irreparables a nuestra hermosa y querida ciudad de Cuenca.”
Patrimonio Cultural de la Humanidad”
Lo que he
expuesto en este artículo, si es el 0.0001% de razones para no hacer el
proyecto tranvía ni explotar el humedal
de Quimsacocha, quienes quieran hacerlo nunca conseguirán paz.
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