miércoles, 24 de mayo de 2023

 NUESTRA DESPEDIDA 

 

Para no tener el control de nadie en el ejercicio del periodismo, cierto día, hace veinticinco años, el Licenciado Jaime Cedillo Feijoó, decidió tener su propio medio de comunicación social, representado en una Revista, con el nombre EL OBSERVADOR. 

 

      Una hermosa ilusión, como todas las ilusiones de la vida. Pero de inmediato encontró las primeras dificultades: el financiamiento para editar la Revista y el personal que coadyuve en la publicación. 

 

      Indicó su propósito a sus amigos, compañeros, profesores e intelectuales de la ciudad, invitándoles a participar con sus artículos en calidad de colaboradores. 

 

      Al inicio algunos acogieron la invitación y pocos cumplieron su compromiso. Un ex-Rector de la Universidad de Cuenca, le felicitó y pronosticó lo siguiente: “Jaime, si la revista llega al tercer número, entonces la revista subsistirá”. 

 

      Sabias palabras de un intelectual con experiencia. Pues hace veinticinco años ya estaba en crisis la lectura, hace veinticinco años ya era difícil encontrar apoyo financiero para cualquier publicación permanente; y peor todavía, si la revista era para enfrentar a la corrupción y la impunidad. 

 

      Las autoridades de las instituciones públicas jamás apoyarían a una revista que publique las verdades, que no las elogia soslayando sus incorrecciones. Ellas son mentecatas para darse cuenta que una revista honesta en Cuenca, era una fuente de cultura y un aporte valioso al intelecto de la Atenas del Ecuador. 

 

      Venciendo todas las dificultades, hace veinticinco años, nació la Revista EL OBERVADOR. Con un nombre muy entendible, era para ver con ojos fiscalizadores lo bueno y lo malo de los funcionarios públicos, a fin de publicar en sus páginas. 

 

      Esta forma de ser de la Revista EL OBSERVADOR, generó a su Fundador Licenciado Jaime Cedillo Feijoó, una serie de injurias, amenazas, persecuciones, atentados, hasta enjuiciamientos civiles y penales. Y “gracias a la vida” él triunfó en todo.  Y más bien durante el transcurso de los años, obtuvo el reconocimiento de los sectores sociales y culturales, con merecidas condecoraciones. 

 

      Y como todo tiene su final, a los veinticinco años de fructífera existencia, con ciento treinta ediciones, la Revista EL OBSERVADOR cierra sus páginas, las mismas que siempre estuvieron abiertas a todas las formas de pensamiento.  

 

      Son ciento treinta números, para empastar en trece volúmenes, resultando una verdadera colección de valiosos temas, semejante a  

una enciclopedia.  

 

      Al desaparecer la Revista EL OBSERVADOR, los cuencanos pierden un medio de comunicación que los defendía del abuso y el autoritarismo de los funcionarios públicos, pierden la expresión valiente que promovía la justicia y equidad social, pierden una  defensora del Patrimonio Natural y Cultural de la Ciudad. 

 

      Un refrán dice: “Nadie sabe lo que tiene, sino cuando lo pierde”. Ahora la Revista EL OBSERVADOR es historia. Las generaciones futuras sabrán que en sus páginas escribieron plumas patriotas, humanistas, con el anhelo ferviente de aportar para una sociedad de principios y valores. 

 

      Quienes fuimos sus colaboradores con nuestros artículos, lógico que sentimos una enorme pena, los motivos de su desaparición nos duele profundamente. Sólo nos queda despedirnos de su Fundador, Licenciado Jaime Cedillo Feijoó, con un estrecho abrazo fraterno y una gratitud infinita.     

 

                                                      ARMANDO SACTA GUAMÁN 

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