viernes, 6 de mayo de 2022

 

POR: René Cardoso Segarra

´Publicado en la Revista El Observador, edición 127, febrero de 2022 

 


La perversa gestión del miedo
Es repulsivo que la incultura, la fuerza bruta del poder, la oscuridad, el oportunismo, la improvisación, hayan profanado los espacios de la cultura.

Y se quedaron en silencio. Dejaron que la profunda oscuridad paralice sus cuerpos. Que el miedo silencie sus voces. Que el acoso laboral tenga libre camino. Así esta el maltrato al personal que trabaja en la Dirección de “Cultura” del Municipio de Cuenca.

La autocracia, el autoritarismo, la improvisación, han despedazado los conceptos esenciales de la cultura: la libertad de expresión, la valoración del pensamiento, el sentido de humanidad y sus memorias históricas, el respeto a la dignidad de las personas, la solidaridad.  En su lugar se ha impuesto el miedo, lo abyecto, la prepotencia y las decisiones viscerales. Es la dictadura del irrespeto, la manipulación, el chisme, la incitación a las  conductas adulonas y serviles. Es el desmantelamiento de las memorias institucionales solamente por el hecho de no pertenecer a una pasajera administración y además así poder justificar consultorías, ante la falta de capacidad de directivos, con contratos seguramente entregados a dedo.

Con desesperación pretenden no dejar rastro alguno de un proceso institucional histórico. Al personal sin nombramiento -que con un simple chasquido de dedos les pueden despedir- se les ha obligado a participar en un chat de clara tendencia política llamado “amigos NG” (nueva generación) y obligarles a compartir sus redes sociales con el pretexto de “alimentar la base de datos de ese movimiento”; actitud que constituye clara intimidación, invasión de lo privado y un evidente proselitismo político ruin.

El amedrentamiento a quienes tienen más conocimientos que las autoridades de turno, a quienes tienen la entereza para expresar sus propios pensamientos, opiniones, experiencia, es práctica común. En este sentido el pensamiento es considerado un enorme peligro para su mediocridad y en consecuencia debe ser aniquilado a como dé lugar. Y las formas de acoso laboral tienen mil caras. La más común es el desplazamiento de personas, que resultan “incómodas”, a espacios inhóspitos, sin las herramientas esenciales de trabajo, sin escritorios, sin computadoras, sin teléfono. Son las tan temibles “congeladoras”. O la de saturarles con tareas administrativas para las que no están preparados. O simplemente ignorarles como una manera de invisibilizarles.  Otras son más radicales: dar por concluidas las relaciones laborales sin mediar ninguna justificación.

Es repulsivo que la incultura, la fuerza bruta del poder, la oscuridad, el oportunismo, la improvisación, hayan profanado los espacios de la cultura. Es una administración experta en la gestión del miedo, mas no de la CULTURA. Y lo más doloroso de todo esto es el silencio de los intelectuales que han preferido quedarse dentro del edén de su jardín intelectual.

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