martes, 6 de agosto de 2013

Estado policiaco planetario

Por Marco Robles López


UNOS PROLEGÓMENOS INDISPENSABLES
Procede advertir que en este mundo contemporáneo, un Estado policiaco planetario, no puede existir sin Estados “cortesanos”, o más crudamente expresándonos, sin Estados “mucamos”. Este es el caso de ciertos países europeos, incondicionalmente sometidos a la política imperialista, como Alemania, Francia, España, Italia, Reino Unido, Suecia, y otros más, que ahora son lo que los Estados latinoamericanos eran en décadas pasadas: el traspatio del imperialismo. En América, ese papel de Estados cortesanos todavía desempeñan Canadá, sin duda el más fiel y obediente de todos, México, algunos Estados de Centroamérica y el Caribe, y en América Austral, primordialmente Colombia, Chile, Perú, este último algo discretamente; pero los tres cuentan en su territorio con bases militares, símbolos del nuevo colonialismo, y últimamente Paraguay, que luego de ese motín palaciego que alejó a Fernando Lugo del poder, quiere meter la cizaña en Mercosur y hacer fracasar la unidad, cumpliendo las orientaciones de la  súper potencia, que no descansa ni un segundo en esta labor de topo. En Oriente Próximo, ya conocemos que ese papel de súbdito y “caballo de Troya” desempeña sobre todo Israel, el responsable de la horrorosa Nakba –la limpieza étnica y genocidio- contra el pueblo de Palestina, siempre heroico y siempre mártir por toda su lucha y sufrimientos; entre los países árabes, Arabia Saudita, algunos Emiratos, Turquía, estratégicamente “montada” en los “potros” Europa y Asia, pero entregada en cuerpo y alma a la Comunidad Europea y sobre todo a la guerrerista OTÁN; en el Lejano Oriente, Japón, nación y Estado al que el imperialismo le hizo jurar su adhesión eterna, una vez que fue corroído moral y sicológicamente por el “síndrome de Estocolmo”; Pakistán; Corea del Sur, sin duda uno de los enclaves estratégicos más importantes que tiene el imperialismo en el Lejano Oriente. En África ya sabemos que Egipto fue ese Estado cortesano, y pronto volverá a tener semejante “honorífico” status, quizá en unión de la descuartizada Libia, de la castigada Mali y de otros pequeños y empobrecidos Estados, que sobreviven de las migajas en la periferia del reino de ese capitalismo extremista, sepulturero de algunos pueblos.

EROSIÓN DE LA POTENCIA “SEMPITERNA”
En los últimos tiempos el poderío económico del Estado imperialista ha sufrido una indudable caída, a consecuencia, entre otras, de las enormes desigualdades económicas entre una oligarquía, voraz e insaciable, que capta una riqueza realmente colosal e improductiva, y una pequeña burguesía, más los servidores públicos y la clase trabajadora, tanto de las ciudades, metrópolis y sectores rurales, que no tienen acceso sino a una muy modesta parte de los bienes y servicios del Estado, y que, por lo mismo, con algunas excepciones, ocupan una posición muy marginal en esa jerarquía social inexorable del imperialismo.
A esta realidad lacerante, se suma la corrupción de grupos sumamente poderosos provenientes de la oligarquía financiera, de los “expertos” en especulaciones bursátiles que generan enormes dividendos a esos privilegiados personajes, de los magnates de los consorcios bancarios, corresponsables de las últimas calamidades económico-financieras de la súper potencia, del complejo militar-industrial que devora millones y millones de dólares anualmente y que también ha conspirado para que se presenten las crisis estructurales, relativamente frecuentes de la economía, de su sistema financiero, cuyos problemas igualmente han afectado a otros países, en razón de los lazos internacionales de banqueros, magnates del comercio y de las industrias, así como por el monitoreo y las reglas y normas establecidas por un neoliberalismo inexorable a través de organismos controlados primordialmente por EE UU, como el Fondo Monetario Internacional-FMI y el Banco Mundial-BM. Resulta tan inocultable la crisis económica de EE UU, que los grandes imperios mediáticos ¡anuncian desconsolados al mundo la bancarrota de una ciudad que fue símbolo de la industria automotriz estadounidense durante décadas, Detroit!
En tercer lugar es necesario señalar que las últimas aventuras bélicas de EE UU (Afganistán, Irak, antigua Yugoslavia, Egipto, Libia, etc.), de consuno con los “Estados mucamos” de Europa, miembros de la belicosa OTAN, y también de Oriente Próximo y del mundo árabe, empezaron a pasar la factura a la gran potencia, no solamente porque los beneficios por los gigantescos actos de pillaje y saqueo de los recursos naturales como el petróleo, el gas, minerales de valor estratégico, etc., iban a manos de los grandes consorcios como Halliburton, sino también por los enormes costos de una gran parte del ejército mercenario que para estos fines contrata el imperialismo.
Cabe advertir, asimismo, que las gigantescas corporaciones transnacionales, originarias de EE UU, no solamente que no conocen fronteras, sino que al aliarse con otras corporaciones de otros Estados capitalistas, desnaturalizan profundamente la función de los Estados, que pierden sus funciones “racionales” y se reducen a ser simples servidores o facilitadores de los intereses de dichas corporaciones, a través de un presidente, como es el caso de EE UU, o de un primer ministro, como sucede en el Reino Unido y en otros países de Europa. Pero en “compensación”, y para servir más eficientemente a esas gigantescas corporaciones, que se han devorado a gran parte del Estado, éste continúa conservando un esencial poder militar y tecnológico, aunque en estrecha colaboración con empresas dedicadas a la industria armamentista, amenaza que en su tiempo ya advirtió el expresidente norteamericano, Dwight David Eisenhower: el “complejo militar industrial”.
Y como este asunto es asaz contradictorio y muy complejo, tenemos que gracias a las grandes conquistas en los campos de la cibernética y la informática, vinculadas a la creación de armas de un poder destructivo inconcebible, una de las cuales son los drones, aviones no tripulados que matan “limpiamente”, sin producir, además, arrepentimientos o cargos de conciencia a quienes tienen en sus manos ese temible poder imperialista, Estados Unidos no pierde del todo su condición de gran potencia y la colosal deuda que tiene con China, la nueva gran potencia que le “pisa los talones”, podríamos decir que todavía no le quita el sueño.
En todo caso, la actual sociedad capitalista, primordialmente norteamericana, pero también la de las potencias capitalistas sumisas y obedientes al poderoso Tío Sam, y que forman parte de ese bloque militarista sumamente agresivo, la OTAN, no viven su prosperidad; más bien experimentan un riguroso invierno, que puede durar todavía unas pocas o muchas décadas. Eso nosotros no podemos saberlo, porque no tenemos vocación de pitonisas.

EL ESTADO POLICIACO CONTROLA EL PLANETA
Lo señalado en líneas procedentes, significa que el Estado policiaco planetario y sus Estados sumisos, tampoco viven una democracia cabal, sino más bien un sistema policiaco  arrogante, que en EE UU se ha hecho evidente con el gobierno de Barack Obama, el mandatario afro-norteamericano que ha decepcionado a los pueblos, como en España con el régimen de Mariano Rajoy, aquel de los centenares de miles de euros cobrados por el “demócrata” mediante inescrupulosas facturas, mientras el pueblo español vive una de las más profundas crisis económicas que amenazan llevarla de vuelta al desdeñado “Tercer Mundo”.
Es tan inocultable la descomposición de ese Estado policiaco, destapado primero  por el soldado Manny, quien fue sometido a torturas y prisión en condiciones que atentaron a sus más elementales derechos ciudadanos; luego por Julián Assange, refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, para que los sabuesos al servicio de la súper potencia no le lleven a esa “democracia” y le condenen a cadena perpetua o al paredón, y finalmente por Edward Snowden, acosado, perseguido y difamado, por el “horroroso delito” de hacer conocer que el arrogante imperialismo, viola de la manera más desvergonzada la privacidad de ¡todas las personas del mundo!, espía a las personalidades públicas, políticas y ciudadanos comunes de países identificados con los planes geopolíticos de EE UU y de aquellos países que no se someten a los dictados del imperialismo y condenan estas prácticas violatorias de los derechos humanos, consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Cf. Art. 12 de dicha Declaración). En este gobierno de Barack Obama, que pasará a la historia como el fundador oficial de las modernas prácticas policiacas a nivel planetario -¡casi un parigual de ese genocida George W. Bush, por haber inaugurado el reino de los asesinos silenciosos, los famosos “drones”, que matan personas inocentes, incluyendo niños, mujeres y ancianos, por mantener el “gulag” de Guantánamo, pese a su promesa de liquidar ese horrible campo de concentración,  de incrementar la presencia militar en Afganistán, de continuar saqueando las riquezas naturales, especialmente el petróleo en la desdichada nación de Irak y de haber destrozado a Libia, como nación y Estado, en unión de los halcones europeos de la OTAN!-, el espionaje se aplica también a los ciudadanos norteamericanos, al extremo que el mismísimo expresidente Jimmy Carter, sumamente preocupado por lo que sucede en su país, decía hace poco lo siguiente: “En la actualidad EE UU no tiene una democracia que funcione (…) Es beneficioso que los estadounidenses conozcan sobre el programa de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)”.
No se olvide que la tristemente célebre NSA espió a 28 embajadas y delegaciones diplomáticas, especialmente a las representaciones de Francia, Italia, Grecia, Japón, México, Corea del Sur, India, Turquía; tampoco olvidemos cómo los Estados mucamos de Europa, concretamente Francia, España, Italia y Portugal, atropellando toda norma del Derecho Internacional, como filibusteros modernos, e irrespetando la autoridad de un mandatario latinoamericano, Evo Morales, no le permitieron sobrevolar el espacio aéreo de dichos países, para continuar el viaje hacia su país Bolivia, ¡cumpliendo órdenes del imperialismo!, porque se sospechaba que en el interior de la nave iba Edward Snowden. Aferrados a un sistema anacrónico y decadente, serviles con EE UU, se portaron insolentes con el presidente del hermano pueblo boliviano y pusieron en serio peligro su vida. Es necesario señalar que esta conducta absolutamente reprochable de los Estados de los países señalados, no tiene parangón en la historia diplomática y demuestra hasta qué grado  el Estado imperialista y sus Estados pajes, han burlado el Derecho Internacional.
En semejantes condiciones, ¿cómo el imperialismo –y también sus mucamos- puede brindar lecciones de democracia y respeto a los derechos humanos a otros países? De ninguna manera  ¿Y qué ha sucedido con esas tradiciones democráticas de las que alguna vez se enorgullecía el pueblo estadounidense? Que han sido pisoteadas y escarnecidas por las prácticas inmorales y violentas del Estado imperialista. Es necesario considerar que EE UU en las actuales condiciones, no solamente que carece de una democracia que funcione, como con notable acierto y valerosamente señalaba el expresidente de esa nación, J. Carter, sino que en general la democracia ¡ya no es más el componente fundamental del régimen norteamericano!, desde hace por lo menos 40 años atrás, particularmente con relación a su política internacional y desde la última década en sus relaciones tanto internas como externas, a partir del régimen brutal de George Bush hijo.     
¿Puede ser  democracia el hecho de que el imperialismo espíe a sus más incondicionales socios, como son los casos de Alemania, España, Francia, Reino Unido, etc., y estos se resignen, ¡sumisamente!,  a esta bochornosa situación e incluso obtengan provecho geopolítico de esa práctica que hace tabla rasa del derecho internacional, por su condición de obedientes “cortesanos” del imperialismo? Digo esto, considerando la noticia que traía hace poco la agencia internacional EFE (martes, 15/07/2013): los famosos servicios secretos alemanes, que parece que no han olvidado las lecciones que les dejaron los organismos de espionaje de los tiempos del nazismo, ¡conocían perfectamente la gran capacidad de sus compadres espías estadounidenses para interceptar comunicaciones, mensajes, informes en todo el mundo e incluso recurrieron a ellos en reiteradas ocasiones! Asimismo desde el otro lado del mundo, una Asociación de Abogados Musulmanes de Sudáfrica-MLA, presentaba ante el Tribunal Supremo de esa nación, una demanda contra el mandatario estadounidense, Barack Obama, por supuestos crímenes de guerra, atropello a los derechos humanos y genocidio, en razón de la ¡“matanza indiscriminada de civiles con el uso de drones militares, el reconocimiento de asesinatos extrajudiciales de ciudadanos estadounidenses, la prisión prolongada sin juicio de los detenidos en Guantánamo y la participación en programas contrarios a los principios del Derecho Internacional”! (EFE, 28/06/2013) 
No olvide el inteligente lector que la “más grande democracia del mundo”, grandilocuente frase con la cual suelen referirse al imperialismo estadounidense sus adulones que pululan en todos los rincones del planeta, hasta la presente fecha ¡no es signataria del Estatuto de Roma!, por lo cual el Estado imperialista no se encuentra sometido a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional y entonces, goza de total impunidad por sus fechorías. Para ejemplo ahí está el caso del “carnicero de Irak”, G. W. Bush y sus secuaces (D. Cheney, Rumsfeld y otros), que andan libres y muy tranquilos, como si no hubieran cometido ningún delito.
Pues bien:  Con el azote del espionaje que blande el Estado policiaco planetario, ¿qué es lo que les queda a países como el nuestro frente a una agencia todopoderosa y tenebrosa de Estados Unidos como es la NSA, que cuenta con el visto bueno del presidente “demócrata” del Estado imperialista, Barack Obama, y que tiene la capacidad de interceptar todas las comunicaciones posibles, en diferentes idiomas y de inmediato proceder a analizarlas, ¡sin pedir permiso u obtener el acuerdo de ningún gobierno, de ningún parlamento, de ningún poder judicial, sin el mínimo respeto de las libertades ciudadanas de los países y naciones sometidos a ese desvergonzado sistema de espionaje!? En semejantes condiciones, todos los ciudadanos de todos los países del mundo somos completamente vulnerables y muchísima gente, especialmente relacionada con la política, con el periodismo, con la ciencia y la tecnología, con el comercio internacional, corre el riesgo de ser objeto de un espionaje puntual, que puede tener consecuencias completamente nocivas para la soberanía e intereses de seguridad, económicos, científicos, comerciales de los  Estados objetos de esos espionajes; para las  instituciones y personas víctimas de ese delictuoso sistema amparado por el Estado estadounidense.
Lo más grave es que los datos obtenidos, producto del espionaje en determinado país, no solamente sirven para los planes geopolíticos y hegemónicos del “policía planetario”, sino que dichos datos, muchos de ellos considerados altamente confidenciales o secretos, migrarían  a otros países y el Estado, víctima del espionaje, ¡se convertirá en vulnerable y quedará en estado de  indefensión por este delito! Ante semejante situación, algunos expertos consideran que la encriptación de datos puede ser el mejor seguro para evitar la vulneración de la soberanía de Estados como el nuestro.

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