CREYERON QUE ERA DIFERENTE
Atreverse a develar la verdad en un mundo que naufraga en medio de olas tumultuosas, invadidas de mentiras, compromisos, componendas, negociados, latrocinios, coimas... es en definitiva un acto de valentía y heroísmo para con la Patria, una decisión del espíritu convertida en quijotismo, dispuesto siempre a luchar contra los gigantes de la corrupción.
Desde hace más de dos años, en época de elecciones y debates, la gente decía: “este joven candidato es diferente, no pertenece a la vieja politiquería, viene con ideas renovadas para un nuevo Ecuador, no tendrá deseos de robar porque ya es millonario, no es como los mismos de siempre, no es, no es…”. Y así, una cantaleta vacua e intrascendente.
Sin embargo, en poco tiempo este sujeto se retrató de cuerpo entero, sacó sus garras autoritarias, adquirió el modelo del contumaz delincuente Correa, se rodeó de los acólitos de aquel y nombró a nuevos sujetos repletos de mañas delictivas pero eso sí áulicos, serviles y esbirros del jefe, y emprendió veloz carrera en instaurar en el país un régimen de corrupción como para igualar o sobrepasar al de su mentor. Entonces, se inició el saqueo sistemático y progresivo de la caja fiscal, en todos los estamentos del Estado casi sin excepción.
Los siguientes son los casos de corrupción más significativos del régimen de turno: Progen 160 millones; Karpowership 268 millones; ATM 71 millones; chalecos 34 millones; Petronoboa 9 millones; compra de Radio Centro y La Posta 2.6 millones; HealthBird 37 millones; y, la anulación de la deuda al SRI por 98 millones. Casos de corrupción que no son fiscalizados por las entidades de control, como la Asamblea Nacional que tiene mayoría adicta al gobierno.
El espíritu digno y libérrimo, altivo y valiente, no puede guardar ominoso silencio frente a las fechorías y latrocinios cometidos contra el país que, cual bola de nieve que desciende desde la cumbre y se agranda cada vez más y arrasa con lo que halla a su paso, subrepticiamente van vaciando las arcas públicas y destruyendo la institucionalidad del Estado.
Ahora y durante un cuarto de siglo, muchísimo más que antes, se ha constatado, a través de periódicos y estaciones de televisión y radio, el festín del dinero por parte de quienes se creen dueños de los recursos públicos; se han embolsicado el dinero y se han enriquecido hasta convertirse en nuevos millonarios, enfrente de la gente pobre que clama por un plato de comida. Sin embargo, no sólo es culpa de los pillos y rateros que cometen estos actos delictivos, sino de un gran sector del pueblo que, a cambio de ciertas prebendas o bonos que reciben, aclaman sin pudor, ensalzan, vitorean y aplauden al político ladrón.
Por lo tanto, nos permitimos hacer un fervoroso llamado a los ciudadanos instruidos, inteligentes y honestos para formar un frente común en defensa de nuestra tierra, de nuestra riqueza, de nuestra moral, de nuestra institucionalidad jurídica, de nuestra Patria...
Fernando Balarezo Duque
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