DANZA DE VOTOS
Luego que la Corte Constitucional admitiera el trámite de juicio político contra Guillermo
Lasso, la atención del país está fijada en la Asamblea Nacional. En alrededor de un mes la
suerte del presidente estará echada.
Desde el retorno a la democracia burguesa, Lasso podría ser el primer mandatario destituido
por vía constitucional, para censurarlo se requieren las dos terceras partes de los miembros
del parlamento. Alcanzar esas 92 voluntades genera más de una incertidumbre, de un lado el
banquero asegura que conservará el poder y por otro, día a día, se especulan con los votos en
los bloques legislativos.
Con las relaciones dinamitadas en la Asamblea, el movimiento oficialista CREO y sus aliados
son incapaces de adherir voluntades para evitar la censura; al régimen sólo le queda el recurso
del más burdo reparto de parcelas de poder como maniobra última para sostenerse con uñas y
dientes en Carondelet.
Ya existen indicios, está ocurriendo. Son varias las denuncias de instituciones estatales
entregadas a ciertos legisladores y están publicándose audios que prueban como ciertos
sectores políticos negocian su complicidad con el régimen a cambio de ministerios y otras
prebendas. ¿Qué espera la fiscalía para actuar?
En la Asamblea se está comerciando el futuro del país, no importa si el régimen es inepto,
corrupto o vinculado al narcotráfico. Hay asambleístas que están vendiendo su alma al diablo y
los votos decisivos que podrían mantener a satán en el gobierno serán los más costosos.
Parte de esta artimaña repugnante son algunos asambleístas que actúan como guardaespaldas
del gobierno. No sólo callan el reparto, sino intimidan sobre una supuesta nulidad del juicio
político e incluso presagian la muerte cruzada aunque Lasso no tenga capital político para
gobernar vía decreto ejecutivo. El cabecilla de esta acción premeditada es Fernando
Villavicencio que transmutó de denunciante de la corrupción correísta a guardaespaldas del
banquero corrupto.
Todo puede ocurrir, lo único claro es que el anuncio gubernamental de “la pelea es peleando”
está reducido a una malograda feria libre en el que se mercantilizan votos a cambio de
impunidad política.
Urge que el pueblo fiscalice a los fiscalizadores, la movilización social debe cercar a los
traviesos asambleístas para que respondan a la exigencia de las mayorías que reclaman la
salida de Lasso.
Francisco Escandón Guevara
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