QUE SE VAYAN TODOS
El llamado al país del encuentro fracasó. Lejos de los consensos ofrecidos, la intención
de imponer el neoliberalismo fondomonetarista y las políticas de austeridad fueron las
detonantes de varias protestas sociales que se unificaron y generalizaron en el paro
indígena y popular.
Mientras las movilizaciones y el descontento contra el régimen crecen, Lasso intenta
ocultar la escena de la represión policial y militar, incluso los asesinatos, con el sermón
de un diálogo inquisidor en el que posiciona a los manifestantes como violentos y
enemigos de la sociedad.
Así se busca criminalizar la protesta para legitimar la coerción y el modelo económico-
político gubernamental; a ese tenor la caja de resonancia de los emporios de la
comunicación des-informan, las cámaras empresariales declaran pérdidas y las otras
funciones del Estado se ofrecen como mediadoras.
Ellos reproducen el discurso iracundo del gobierno, se encargan de censurar el poncho,
el sombrero, las chalinas o las coronas de plumas. Esas élites que se avergüenzan de su
mestizaje, que reclaman blanquear las ciudades, especialmente Quito, califican a los
indígenas como hediondos, vándalos, terroristas, golpistas y enemigos de la
democracia. Evidentemente no son neutrales, ni apolíticos, son decididamente
defensores del status quo, de las desigualdades, del gobierno de Lasso.
Marchan con bandera blanca, disfrazados de paz, mientras corean cánticos pestilentes
de racismo, xenofobia y odio. Son supremacistas criollos, adoradores del fascismo, que
lustran sus intereses clasistas con la estirpe colonial de sus apellidos y la organización
de hordas paramilitares que provocan incidentes y disparan sin ley contra
manifestantes.
De esa forma se cierran las puertas a un diálogo real y se reduce las políticas públicas a
la narrativa del monólogo presidencial, que abraza como suyas las órdenes del Fondo
Monetario Internacional. La tozudez y vanidad del banquero, sus errores políticos, lo
está llevando al borde del abismo.
La inconformidad social quiere ser cosechada por el correísmo que tramita la
destitución de Lasso y el adelanto de las elecciones presidenciales. ¿Acaso olvidan que
son parte del problema o prescinden de los acuerdos con el banquero para la
impunidad de los corruptos?
Si Lasso cae será el reflejo del rechazo popular a su dogmatismo neoliberal y no obra
del oportunismo de cualquier institución sin credibilidad. En la calle madura la idea que
se vayan todos, que el pueblo organice su propio gobierno.
Francisco Escandón Guevara
Email: fcoescandog@gmail.com
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Blog: fescandonguevara.wordpress.com
Twitter: @PanchoEscandon
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