Azuay sin liderazgos.
Es asombroso la impavidez de las autoridades locales frente a los graves y
acuciantes problemas que mantiene nuestra provincia. Vivimos una convergencia
de crisis nunca antes vista en Azuay y pareciera que, los gobernantes locales ven
pasar como si no se tratase con ellos, como si su responsabilidad fuese solamente
“administrar” lo poco que, desde el poder central nos entregan, sin tener una
visión de gestión con dignidad y respeto.
Vivimos –a decir de muchos- la peor crisis migratoria de nuestra historia. Se habla
de cerca de 30 mil azuayos y azuayas que dejaron el territorio y decidieron
arriesgar su vida para buscar un mejor futuro en los EE.UU.. Si bien producto del
endurecimiento de las normas migratorias en la frontera, el flujo de personas que
buscan el país del Norte disminuyó, no es menos cierto que esas ausencias marcan
problemas como la desintegración familiar, abandono de los campos, sin contar
que son muchos los casos de personas, entre ellos niñas y niños que murieron, por
buscar el sueño americano.
El fenómeno de la migración conlleva a una reflexión. ¿son ciertos los datos de
reactivación económica presentados por el alcalde de Cuenca? Por supuesto que
no! miles de azuayos hoy estarían engrosando las estadísticas de los
desempleados, subempleados y de la pobreza, de no ser por que prefirieron ir en
busca de un trabajo. Los que se fueron, son los mismos que con mucho esfuerzo
envían unos cuantos dólares semanalmente, que sirven para sostener la economía
de aquellos que nos quedamos en estas tierras.
Hablan de reactivación económica pero resulta que, somos una provincia que no
puede comunicarse con el principal puerto del país, pues la vía Cuenca-Molleturo
está cerrada; las principales vías están en las peores condiciones. Como en el siglo
pasado, estamos prácticamente desconectados del resto de provincias, y esto se
debe a la falta de inversión y la humillación a Cuenca y el Azuay, basta decir que
entre el 2007 y el 2018 el gobierno central invirtió en nuestra provincia solamente
el 2,73% de total de toda la obra vial nacional. Estamos en EMERGENCIA VIAL!
Para gobernar también se requiere dignidad para hacer respetar los derechos de
los ciudadanos y ciudadanas. Estamos a las puertas de la explotación minera en
QUIMSACOCHA (Loma Larga) sin que las autoridades locales digan ni media
palabra. Y es que “el que, pudiendo no evita el delito, lo consiente” y por ende
serán cómplices del mayor delito contra la naturaleza y los pueblos del Azuay,
además de co-autores de burlarse de la voluntad popular expresada en la Consulta
Popular de Febrero de 2021.
Estamos en una profunda crisis económica, que se expresa en los 26 millones de
dólares que el Gobierno adeuda al Municipio de Cuenca tomando en cuenta las
rentas, IVA, y el subsidio para el tranvía prometido en campaña. También a la
prefectura le deben cerca de 23 millones de dólares que comprenden las cuotas
mensuales, las deudas por riego, e IVA; en total entre las dos administraciones
aproximadamente 50 millones de dólares que bien podrían servir para la obra
pública, para planes y programas que reactiven el empleo, o para atender la
emergencia vial, en el marco del desarrollo económico.
Venderán Sopladora, una de las hidroeléctricas más importantes del país, y a
precio de gallina con mal. Entregarán la autopista Cuenca-Azogues-Biblián a una
empresa corruptora señalada por ganar contratos mediante coimas. Anuncian
entregar las principales vías de la región a manos privadas para colocar peajes y
que seamos los y las ciudadanas los que paguemos la mantención de las carreteras.
Dicho de otro modo, venderán la carne de la región para dejarnos el hueso, en las
narices del Consejo Municipal y el Consejo Provincial.
Frente a esta realidad, es clave hacer un llamado a la UNIDAD, a todos los sectores
sociales, académicos, políticos, medios de comunicación a defender la provincia y
la región, a luchar por los intereses de una provincia que aporta al desarrollo
nacional y no puede recibir el maltrato que en los últimos años nos cuesta miles de
personas que han dejado sus sueños, empresas e industrias quebradas, locales
artesanales en la desesperanza, y personas en la pobreza extrema.
Debemos -como lo hicieron varias generaciones- defender nuestro patrimonio,
nuestra historia, nuestra gente. Si las autoridades callan o los hacen callar, serán
los pueblos quienes con voz firme y decidida hagan valer sus derechos, su presente
y su futuro.
Sebastián Cevallos Vivar
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