La propaganda de odio racista de La Posta
De todo el odio que despliegan, lo que más ha causado rechazo es aquello de “indio encontrado indio preso” y aquello de “apresarlos hasta hacerlos desaparecer”, expresiones de incitación al odio racial que quieren pasarlas como bromas dentro de una supuesta reflexión sobre el paro.
Por: Natalia Sierra.
El sistema colonial y neocolonial, dice Sartre: …no es un conjunto de azares, ni el resultado estadístico de miles de empresas individuales. Es un sistema… Un sistema que tiene una organicidad que empieza por vencer las resistencias, romper los cuadros, someter, aterrorizar…, para así usurpar territorios, destruir las culturas, esclavizar a los pueblos. Porque no es cierto que hay colonos buenos y malos: hay colonos y eso basta.
Es este sistema el que marcó la historia de este país y de este continente. Para muchos teóricos el peor holocausto de la historia moderna con el cual está se inaugura. Nuestros pueblos ancestrales víctimas de esta barbarie han sido sistemáticamente despojados de sus territorios, de sus culturas, de sus lenguajes; sometidos a múltiples violencias: físicas, económicas, políticas, simbólicas, jurídicas y religiosas. Humillados, excluidos, expulsados, negados, los pueblos colonizados han resistido durante estos más de 500 años y han sobrevivido defendiendo su dignidad. Parte de esa historia de resistencia y dignidad es el último levantamiento indígena y popular acontecido en el octubre pasado.
Sin embargo, las poblaciones autodenominadas blanco-mestizas, resultado de los procesos de colonización cultural inherente al sistema colonial, lamentablemente no han tenido la posibilidad de mantener su dignidad. El mismo poder colonial que ha excluido a los pueblos ancestrales, ha obligados a los mestizos a negar día tras día su ancestralidad, como única garantía de lograr un lugar periférico en el mundo del colonizador. De hecho, el sacrificio que hay que hacer para obtener ese lugar periférico es renunciar a la dignidad cultural y por lo tanto humana. Ya lo describía Icaza en sus obras literarias, a cambio de la aceptación del colonizador (“patrón”) hay que estar dispuesto a someterse a su mandato y además dar gracias por la “oportunidad”. La mejor forma en que el mestizo se gana la aprobación oprobiosa del colonizador es demostrando que rechaza todo lo que vienen del legado ancestral, no sólo lo que está en él mismo como mestizo, sino sobre todo negando al otro, a aquel que se reconoce como runa. Así, se ve en la necesidad de visibilizar ese rechazo al otro, ejerciendo violencia contra “el indio” para de esta manera mostrar su lealtad al colonizador. En este ejercicio de la violencia delegada del opresor, el mestizo se vuelve mucho más violento con el indígena que el propio colonizador, le hace el trabajo más sucio y así garantiza su premio: tener un lugar marginal en el mundo de los blancos.
Esta dinámica propia de la colonización y sus forzados procesos de blanqueamiento la hemos padecido a los largo de nuestra historia colonial. Las poblaciones auto asumidas como blanco-mestizas ha violentando sistemáticamente al indígena dentro y fuera suyo. La auto-violencia que el mestizo se inflige y a pesar de la cual no logra borrar su herencia ancestral le genera ira y frustración, la misma que la descarga con mayor virulencia en contra del otro-indígena. Aún más violento se hace cuando los runas le muestran su dignidad, aquella que el blanco-mestizo ha perdido por su sometimiento servil al colonizador. No pueden soportar que el runa sea digno, que espiritualmente sea libre, pues le recuerda su miseria humana y su esclavitud consentida.
La alienación cultural que produce la colonización es la que explica la perversión estética, ética, política y humana que los dos periodistas de La Posta despliegan en sus producciones audiovisuales, sobre todo en la llamada men´s talk donde supuestamente “debaten” sobre el paro de Octubre. Desde el inicio de este panfleto derrochan sin vergüenza alguna su violencia clasista, colonial y machista: en el tipo de restaurante que usan como locación, en la actitud corporal arrogante y machista con la cual se presentan, en su leguaje grotesco, en la forma despreciativa con la que tratan al señor mesero, en la comida que eligen, en fin en toda la violencia racista que exhiben durante su “conversación”.
De todo el odio que despliegan, lo que más ha causado rechazo es aquello de “indio encontrado indio preso” y aquello de “apresarlos hasta hacerlos desaparecer”, expresiones de incitación al odio racial que quieren pasarlas como bromas dentro de una supuesta reflexión sobre el paro. Estos supuestos periodistas convierte un asunto de enorme importancia para el destino del país en un hecho intrascendental, dentro de una conversación llena de trivialidades peligrosas como la expresión: “a veces te pones muy nazi loco”, banalizando una ideología perversa que generó un enorme herida en la humanidad. No se trata de un ataque racista a Leonidas Iza y Jaime Vargas, se trata de un ataque racista a los pueblos ancestrales que han sido históricamente oprimidos y humillados por el racismo colonial que ha marcado el devenir de nuestra sociedad. Lo que hacen estos supuestos periodistas es banalizar la tragedia que ha significado el colonialismo para nuestra sociedad.
Todo este pasquín audiovisual, que intenta ser una conversación “inocente y graciosa” entre dos amigos, que por “casualidad” son dos machos “blancos”, es una exposición de lo que Hannah Arendt llamó la banalidad del mal. Este acto no responde tanto al odio al indígena que de hecho lo tienen estos individuos, sino a su posición de blanco-mestizos que los hace operadores del sistema ideológico de las élites coloniales, basado en la propaganda racista. Lo que hacen estos sujetos en sus malos productos es actuar dentro de los códigos del blanqueamiento colonial del cual son parte. No reflexionan sobre su detestable acto de incitación al odio, no se preocupan sobre sus efectos sociales, solo cumplen el mandato del colonizador. El odio que destilan en contra de los pueblos indígenas es parte del adulo y sometimiento al “patrón blanco”, para ganarse su aprobación y la recompensa de tener ese miserable lugar en su mundo, aunque esto les cueste su dignidad humana. En este caso particular, lo que pierden por este sometimiento al mandato racista es su ética y estética profesional y su sobre todo su dignidad humana. No tengo dignidad cunado humillo al otro, no tengo libertad cunado esclavizo al otro; mi dignidad y humanidad depende del respeto a la dignidad del otro. Por esto Sartre decía que Francia será libre cuando Argelia sea libre.
Lo que se observa en este producto es una exposición obscena de odio racista sin ningún pudor o vergüenza. En las entrelineas lo que se observa es la total pérdida de la dignidad de aquellos que entraron en el sistema del blanqueamiento colonial. Lo preocupante no es este acto, sino la complicidad de la mayoría de la población blanca mestiza con el mismo. No he oído que los grandes medios de comunicación emitan un comunicado de rechazo a este tipo de incitaciones al odio racista por parte de dos individuos que se reconocen como periodista.
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